La familia Notti, el viejo Ford guardado en el garage de la mansión y los recuerdos de otra Mendoza

A veces, la historia se esconde en las anécdotas de quienes vivieron otro tiempo, otro ritmo, otra Mendoza. Laura Maidana es una de esas voces que aún resuenan con la nostalgia de una ciudad que ya no es la misma. Con 87 años, esta mujer aún guarda en su memoria momentos que parecen sacados de una postal en sepia, donde las familias se reunían en las veredas y el respeto se imponía como norma no escrita.
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Entre esos recuerdos, hay uno que la lleva a la mansiónde la familia Notti-Cantú, una imponente residencia en la calle Bandera de Los Andes al 2250 que MDZ visitó hace poco. "Yo era amiga de uno de los cinco hermanos Notti. En 1951, cuando tenía unos 15 años, visité esa casa", cuenta con la voz pausada de quien recorre los pasillos de su memoria. La familia Notti, formada por cuatro hermanos médicos, estaba ligada a los Cantú por Felisa Notti, la quinta hermana, quien había enviudado antes de casarse con el dueño de la casona.
"No recuerdo los detalles, era muy jovencita", reconoce Laura, aunque sí mantiene frescos los nombres de algunos de los protagonistas de esa historia. "Pedro, Humberto, Salvador... Eran médicos todos, muy buenos profesionales y personas de perfil bajo". En aquellos años, Humberto Notti -cuyo nombre hoy da identidad al hospital pediátrico más importante de Mendoza- vivía en la calle Mitre, frente a la escuela Normal, y la mansión de los Cantú-Notti seguía siendo un punto de encuentro de la alta sociedad mendocina.
Un objeto en particular persiste en su memoria: el viejo Ford que aún descansa en el garage de la casa. "Ese auto ya estaba ahí en el ‘51", confirma. No recuerda haber paseado en él, pero sí que la trasladaron en una ocasión especial. "Fue cuando fuimos a una misa en honor a mi tío, Luis Federico, que era médico. Él falleció en 1946 tras contraer una infección en una sala de maternidad. En ese momento, cuando contrajo la infección en el año 1925, no había penicilina, así que sabía que tenía la vida contada", relata. "Los Notti fueron grandes amigos de él, con el Dr. Humberto viajaron juntos a un Congreso de Medicina y la relación con nuestra familia continuó después de su muerte".
El relato de Laura no solo reconstruye la historia de una familia ilustre de Mendoza, sino también de una sociedad distinta. "En aquella época todo era más tranquilo, la gente se conocía y se respetaba. Las noches de verano se vivían en las veredas, entre charlas y mate, sin miedo a la inseguridad", compara. Hoy, reconoce con cierta resignación que el tiempo ha cambiado la ciudad y sus costumbres. "Ya no me dejan salir sola ni a la puerta de casa".
Laura, que dedicó su vida a la docencia y a la crianza de sus cuatro hijos, todavía atesora aquellos recuerdos con la certeza de que forman parte de una Mendoza que, aunque ya no exista, sigue viva en su memoria.