¿Mendoza está preparada para un sismo de gran escala?
El 1985 un terremoto dejó a 12 mil familias mendocinas sin vivienda. ¿Qué pasaría hoy si hubiera un movimiento telúrico similar? Todavía no hay una respuesta clara. Las aristas del tema en la nota.
El 26 de enero de este año se cumplen 40 años del histórico terremoto que sacudió Mendoza en 1985. Con una magnitud de 5,9 en la escala de Richter, el evento dejó profundas huellas en la provincia, tanto en términos de daños materiales como de lecciones para el futuro. Pero, ¿ha cambiado algo desde entonces? ¿Está la provincia preparada para enfrentar un sismo hoy en día?
Para esto, es necesario pensar en varios aspectos trascendentales que atraviesan la actualidad edilicia de la provincia. Entre ellos, se encuentran los siguientes puntos:
Peligrosidad y vulnerabilidad
A la hora de medir el riesgo sísmico de una ciudad, los especialistas tienen en cuenta dos variables: la peligrosidad y la vulnerabilidad. La primera está relacionada con los factores naturales de un lugar determinado. Según el mapa de zonificación sísmica del Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres), el norte de Mendoza está dentro de la zona 4, es una de las áreas con más actividad sísmica del país. Por su parte, la vulnerabilidad tiene que ver con los tipos de edificación de un lugar.

En este sentido, Carlos Frau, docente de la Universidad Tecnológica Nacional e integrante del Centro Regional de Desarrollos Tecnológicos para la Construcción, Sismología e Ingeniería Sísmica (CeReDeTeC), aclaró en diálogo con MDZ que el riesgo sísmico no depende solo de la magnitud del sismo, sino de la combinación entre peligrosidad y vulnerabilidad. “La peligrosidad es la capacidad de una región para generar terremotos, mientras que la vulnerabilidad es lo susceptible que son las construcciones a sufrir daños”, explicó.
En Mendoza, la peligrosidad es alta debido a su ubicación geográfica. Al combinar esto con una alta densidad poblacional y-en muchos casos con construcciones antiguas que no cumplen la normativa vigente- el riesgo aumenta considerablemente.
Ingeniería y normativas: una evolución constante
Raúl Delle Donne, ingeniero y miembro de una comisión asesora en reglamentos de estructuras sismorresistentes, explicó que cada terremoto significativo ha servido de aprendizaje. “En 1987, Mendoza actualizó su código de construcciones, que estaba desfasado desde 1970. Posteriormente, en 2005, adoptamos la norma nacional INPRES-CIRSOC 103, que sigue vigente”, detalló.
Este código ha sido clave para garantizar que las nuevas construcciones cumplan con estándares de seguridad. Sin embargo, el ingeniero advirtió que no todas las edificaciones cumplen estas normativas. “Las construcciones clandestinas son un tema preocupante porque no se puede asegurar que sean sismorresistentes”, afirmó.
Actualidad de las construcciones: una brecha de seguridad
El terremoto de 1985 expuso la fragilidad de las construcciones de la época, muchas de las cuales carecían de refuerzos adecuados. Alejandro Giuliano, especialista en sismología, recordó que gran parte de los daños se debieron al uso de adobe. “Había casas con revestimientos costosos, pero cuya estructura interna era de adobe, un material que no resiste los movimientos telúricos”, comentó.
Por otro lado, las construcciones realizadas bajo las normativas de 1987 y 2005 ofrecen mayores garantías. Sin embargo, Giuliano enfatizó en que esto no elimina el riesgo. “La falta de conciencia antisísmica sigue siendo un problema en Mendoza y en todo el país”, advirtió.
Los desafíos pendientes
Según Delle Donne, uno de los principales desafíos es reforzar las construcciones antiguas, especialmente las consideradas esenciales, como escuelas, hospitales y dependencias públicas. “Estas estructuras deben permanecer operativas tras un terremoto, pero su modernización está limitada por los recursos económicos disponibles”, explicó.
A pesar de los avances en normativas y en la conciencia profesional, las construcciones informales y el envejecimiento de la infraestructura existente representan una amenaza latente. Como afirmó Frau, “nunca se está completamente preparado para un sismo, pero se puede trabajar para minimizar los riesgos”.
En definitiva, la pregunta de si Mendoza está preparada para un sismo de gran magnitud o un terremoto no tiene una respuesta sencilla. Aunque las normativas actuales y las construcciones nuevas ofrecen un alto nivel de seguridad, las edificaciones antiguas y la informalidad siguen siendo puntos críticos. El terremoto de 1985 marcó un antes y un después en la provincia; hoy, a 40 años de ese evento, queda claro que la preparación para un sismo es un esfuerzo continuo y compartido entre toda la ciudadanía.

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