Giorgio Morandi a escena
Una exposición extraordinaria a inaugurarse próximamente en New York da pie a introducir a un pintor excepcional que en clave metafísica hizo de la quietud de objetos cotidianos un arte a contramano.
La obra de Giorgio Morandi es poco conocida entre nosotros pese a que el Museo Nacional de Bellas Artes posee un extraordinario óleo suyo y a las altas cotizaciones que a menudo logra en el mercado.
Giorgio Morandi fue un pintor y grabador italiano conocido por sus representaciones minimalistas y sutilmente meditativas de bodegones. A lo largo de su carrera, Morandi se centró principalmente en un conjunto limitado de objetos cotidianos, explorando la interacción entre luz, sombra y forma en composiciones que desafiaban la convencional exuberancia del arte moderno de su tiempo. Su estilo, caracterizado por una paleta apagada y composiciones simples, lo convirtió en una figura única dentro del arte del siglo XX, un tanto alejado de los movimientos más vanguardistas como el futurismo o el cubismo que dominaron la época.
Nacido en Bolonia, Italia, Morandi vivió casi toda su vida en esa misma ciudad, en un entorno bastante apartado del bullicio artístico de las grandes ciudades como París o Milán. Su formación artística tuvo lugar en la Academia de Bellas Artes de Bolonia, donde también impartiría clases de grabado más adelante. Aunque tuvo contacto con varias corrientes de vanguardia a lo largo de su vida, como el futurismo y el arte metafísico, su estilo maduró de manera independiente. Este enfoque solitario y contemplativo lo convirtió en un pintor profundamente introspectivo.
En aquella la ciudad, capital de la Emilia Romana, se conserva la Casa-Museo dónde vivió y trabajó y el MAMbo, la galería comunal y la Universidad de la ciudad poseen una buena colección de sus obras.
A lo largo de su vida, Morandi se mantuvo alejado de los excesos del mercado, optando por una existencia más retirada, centrada en la creación de sus bodegones y paisajes. Este carácter introspectivo y humilde se reflejó en su obra, que a menudo es descrita como un refugio frente al dinamismo y la complejidad del mundo moderno.
Sin embargo, la cotización de sus obras se empinó desde su muerte. Más de ochenta óleos (en general de pequeño o mediano formato) superaron el millón de dólares en remate con un récord por una “Natura Morta” que perteneciera a David Rockefeller que supera los 4,3 millones.
El núcleo de la obra de Morandi está compuesto por bodegones, una forma de arte que tradicionalmente ha sido considerada menor dentro de la jerarquía de géneros de la pintura. Sin embargo, para Morandi, este género ofrecía una oportunidad para explorar lo que él consideraba los elementos esenciales de la pintura: el color, la forma y la composición.
Sus bodegones suelen incluir una selección de objetos sencillos: botellas, jarras, cajas y otros elementos cotidianos que organizaba y reorganizaba en innumerables configuraciones. Las llamaba casi siempre “Natura Morta”. La simplicidad de los objetos en sus pinturas contrasta con la increíble sutileza con la que trataba la luz y el espacio. A menudo trabajaba con una paleta de colores apagados —tonos terrosos, grises, ocres y marrones— que dotaban a sus pinturas de una atmósfera calma y contemplativa.
Uno de los aspectos más característicos de la obra de Morandi es su constante repetición de los mismos motivos. A lo largo de su carrera, pintó los mismos objetos una y otra vez, reorganizándolos con pequeñas variaciones en la disposición y en la interacción con la luz. Esta repetición, lejos de ser monótona, le permitió profundizar en la observación detallada y en la relación entre los elementos de la composición.
A lo largo de las décadas, la obra de Morandi ha sido objeto de innumerables exposiciones y estudios, y su importancia dentro del arte moderno se ha consolidado como la de un maestro de la introspección artística.
La muestra a inaugurarse la semana que viene en New York, en el sexagésimo aniversario de su muerte que reúne obras de museos y distintas colecciones privadas seguramente será un motivo más para el reconocimiento de este artista excepcional.
* Carlos María Pinasco es consultor de arte.
carlosmpinasco@gmail.com