La lógica del escorpión: el día en que Charly García saltó al vacío y preocupó a todos en Mendoza
Charly García tiene un vínculo especial con Mendoza. El punto clave ocurrió en el año 2000, cuando hizo un salto desde la azotea de un hotel. El recuerdo, los videos y nuevos testimonios.
Allí arriba, a unos 25 metros, la pileta se ve chiquita y genera vértigo. Pero la vista que hay al mirar al oeste es espectacular. La montaña, la plaza Italia y un fresco de Mendoza. El solo hecho de imaginarse lo que hizo Charly García hace temblar las manos: tirarse desde la cornisa hacia una pileta a medio llenar, usando las manos como “flaps” y apelando a la suerte. En ese lugar, el hotel Aconcagua, el músico argentino ejecutó una de las hazañas ¿deportivas? más extravagantes que se recuerden. Fue en marzo del año 2000, el día en que Charly voló.

Hoy Charly está de vuelta con la presentación del disco La Lógica del Escorpión. Al igual que ese arácnido, el artista argentino sigue su naturaleza, su forma de vivir. Disruptiva, díscola, espontánea, genial. La misma impronta que lo llevó a tener una relación espacial con Mendoza. Demoliento hoteles, con recitales memorables en estadios y bares, con causas judiciales y problemas de salud que lo tuvieron en otra cornisa, la de la vida y la muerte. “Es un genio loco”, resume Miguel, quien estuvo con Charly el día del vuelo inmortal y que aún trabaja en el hotel Aconcagua.
El vuelo
“Argentina en Mendoza”. Así se llamaba la etapa del ciclo de recitales que organizaba la Nación y que tenía esa vez a Charly como protagonista en el estadio Malvinas Argentinas. Fue un recital memorable porque además estuvieron Mercedes Sosa y varias glorias musicales.
Era época de Vendimia y también de gobierno nuevo. Roberto Iglesias en Mendoza, Fernando De la Rúa en la Nación, que también vendría en esos días. Era 3 de marzo y un día después no solo habría fiesta por la Vendimia con un presidente como espectador, sino también un motín carcelario dramático, con rehenes y amenazas. Era, literalmente, Argentina en Mendoza.
Luego del recital Charly fue a tomar algo, como siempre. Esa vez no estuvo en el Cacano, lugar que era una especie de meca para los músicos en Chacras de Coria. El sitio fue La Reserva, en pleno centro. Hubo un altercado con una mujer y una causa judicial: fue acusado, llevado a declarar y, nuevamente, tuvo problemas con la policía. Estuvo imputado de lesiones leves y él mismo resultó herido. Con palabras de madre, Mercedes Sosa fue una de las que lo defendió públicamente en esos días.
Su habitación en el hotel estaba aislada. El noveno piso del Aconcagua tiene acceso privado, fuera del contacto con otros huéspedes. Tiene un ascensor de servicios que permite entrar y salir de manera discreta. Hay una puerta ventana que da al balcón y desde allí salió hacia la azotea. No se asomó por ninguna ventana; no hacía falta porque estaba en el sitio más alto.
Miró hacia abajo y, se especula, tomó coraje y calculó. Primero tiró un tentetieso, esos muñecos que siempre quedan de pie a pesar de los golpes (una linda metáfora también). Luego, un tótem de madera con cabeza de gato que se usaba para guardar discos y que también era parte de la decoración de su habitación.

Ambos objetos cayeron en la pileta. Charly se subió a la cornisa, que no tiene más de 15 centímetros de ancho, y saltó con las piernas hacia adelante y moviendo las manos. La altura ronda los 25 metros. Y él cayó a una velocidad teórica de 80 kilómetros por hora. La pileta no estaba llena del todo, por lo que el riesgo era mayor.
Dentro del hotel se escucharon gritos. “Se tiró Charly”, decían. La capacidad estaba completa: visitantes por la Vendimia, ministros del gobierno nacional, periodistas y fanáticos en la puerta. “Subí al segundo piso, salí y él estaba nadando de espalda en la pileta. Hacía pie porque la pileta no estaba llena. Él estaba perfecto, tranquilo”, recuerda Miguel, quien como anfitrión conoció a varios presidentes, artistas de primera línea y figuras del deporte. Pero Charly es una debilidad. “Yo soy fanático. Es un genio loco. Con nosotros siempre tuvo un trato muy bueno, espontáneo. Nunca hubo problemas”, recuerda. El hombre lo tiene presente con memoria fotográfica. Muy flaquito, alto, con manos gigantes y dedos particulares. “Puede doblar las falanges casi a 90 grados, como si fueran martillos”, recuerda.
En la habitación del noveno Charly pintó frases con aerosoles que había comprado en Mendoza. También se subió a una mesa y pintó sus pies, como un esténcil. Todo, antes de subirse al borde de la azotea.
La relación de Charly con Mendoza es particular. Tensa, pero también de gestación creativa. Fue Mendoza la inspiración de “Demoliendo Hoteles”, canción que está cargada de retórica pero también de frases literales, pues Charly literalmente acostumbró a romper habitaciones en las que se alojaba.
"Charly García y Mendoza siempre tuvieron una relación especial, de amor y odio, de rebeldía y pasión. “Es una provincia careta” la definió alguna vez y tenía bastante de razón. Sus peripecias arrancaron apenas comenzó su carrera solista, demoliendo hoteles y conociendo oficiales de la Policía de Mendoza. Y cada visita mantuvo esa tensión donde tanto productores como público sabían que todo podría ser hermoso o para el olvido. Pero eso solo se vivía en Mendoza. Recuerdo haber visto el mismo recital el viernes en San Juan y el sábado acá. El sanjuanino, un lujo, prolijo, impecable, con un Charly García hasta peinado; el mendocino, pura furia, revoleando teclados y pisando la banquina de lo marginal. Pero esta provincia le dio inspiración para grandes canciones", asegura el periodista especializado el rock Walter Gazzo. El salto a la pileta solo se podía dar en Mendoza… y se dio", agregó.
El minuto perfecto
El video dura apenas 2,1 segundos y es uno de los registros periodísticos más potentes de la historia. El vuelo de Charly. Más impactante fue el segundo que le siguió al salto: un silencio espantoso entre los 25 fans que estaban y un pensamiento común. "Chaly se mató". Eso pensó el periodista y camarógrafo Daniel Raquela mientras tenía el cuerpo cargado de adrenalina porque había registrado con su cámara, y gracias al instinto periodístico, una imagen trascendente.
Daniel y Marcos Álvarez trabajaban en Canal 7 y en esos días estaban atareados. La rutina en Vendimia es compleja por la cantidad de actividades. Estaban a la espera en el Hotel porque allí hablaría Raúl Flamarique, que era ministro de Trabajo de Fernando De La Rúa. El propio presidente llegaría un día más tarde. En la puerta había algunos fanáticos de Charly que también hacían guardia. “Marcos me sugirió ir a entrevistar a los fans para tener otra nota”, recuerda Daniel.
En ese momento no había celulares con cámara, tecnología digital y tampoco Internet móvil. Las notas se gravaban en una Betacam de más de 10 kilos y los casete debían ser llevados por tierra al canal. Daniel fue a buscar otra cinta al móvil que estaba estacionado en la plaza Italia. Cuando puso la cámara en el piso para poner el nuevo casete escuchó gritos. De reojo miró que Charly estaba en la azotea, parado. Puro instinto: con la cámara en el piso apretó “REC” sabiendo que la cinta debía enhebrarse en los cabezales y que recién un par de segundos después comienza a grabar. Levanta la cámara y con zoom profundo toma el vuelo de Charly. “Pensé que se había matado”, recuerda el profesional, que vive en Chile desde hace más de 20 años. El silencio duró un segundo eterno y le siguió un suspiro ruidoso: “uuuuhhhh!”, expresaron a coro.
Entraron corriendo al hotel. El resto de los periodistas habían escuchado que Charly estaba en la pileta, pero no sabían que había saltado desde el noveno piso. Era difícil de creer. Llegaron al segundo piso, donde está la pileta, y sí, estaba nadando plácidamente. Bromas, ironías hacia los periodistas y un par de “largos” en la pileta después, Charly salió, lo llevaron por un pasillo y subió por el ascensor de servicio hasta el noveno. “¿Lo tenés?”, preguntó Marcos a Daniel. “Sí”, respondió. En ese momento no alcanzaban a darse cuenta la relevancia del video.
Una cosa era decir que Charly se había tirado. Otra, verlo. Era una noticia mundial, aunque la rutina siguió. Daniel tuvo que cubrir la salida del músico desde Mendoza y al otro día un nuevo comienzo con la Betacam al hombro. “No le dimos la dimensión que tenía en ese momento”, recuerda.
Charly escribió “Salto por vos” en homenaje a su hazaña. Pero el domingo siguiente hubo otra sorpresa. Fito Páez actuó en la repetición de la Vendimia. Habló de Charly y estrenó Vale, una canción inspirada y dedicada a Charly y que tuvo, ineludiblemente, el video de Daniel como fuente de inspiración. “Arrojarse al vacío es una misión. Arrojarse por pena o desesperación…Vale, salta y cae de espaldas. Salta nueve pisos, caes en el agua…” dice la letra. Daniel se dio por pagado: es fanático de ambos músicos. “Un tiempo después conseguí el teléfono de Charly y le llamé, me atendió él, me quedé helado”; recuerda. Del otro lado del teléfono, con voz áspera y seca le preguntaron a Daniel: “¿Qué pasa?”. “Le dije que era el del video y cambió todo. Me agradeció, me dijo que se lo mostraba a sus amigos y me invitó a su casa. Nunca pude ir”, recuerda.
Algunas horas más tarde Charly dejó Mendoza. Dejó atrás una causa judicial abierta y estupor. No fue la última vez. En 2008 hubo otros problemas más agudos para su salud y otro hotel como escenario. Él terminó internado en la Clínica de Cuyo y luego trasladado en avión sanitario a Buenos Aires. Charly tiene un hilo particular con Mendoza, provincia donde ya no tiene antecedentes policiales, pero sí imborrables recuerdos, como aquel día en que voló.
El video completo del salto de Charly tomado por Daniel Raquela

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