Conmemoración

La inteligencia artificial reveló la verdadera cara del Gauchito Gil

Este 8 de enero se cumplen 146 años de la muerte de la muerte del Gauchito Gil, una figura emblemática de la cultura popular argentina.

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MDZ Sociedad lunes, 8 de enero de 2024 · 14:50 hs
La inteligencia artificial reveló la verdadera cara del Gauchito Gil
El 8 de enero se conmemora la muerte del Gauchito Gil Foto: Archivo

En conmemoración del aniversario de la muerte del Gauchito Gil, una figura emblemática de la cultura popular argentina, la inteligencia artificial creó una representación hiperrealista de él, rindiendo así un homenaje a su legado y a la profunda huella que dejó en el folklore nacional.

La popularidad del Gauchito Gil hace que cada año miles de visitantes peregrinen hacia la ciudad de Mercedes, donde fue asesinado hace ya 146 años. Este 2024, cerca de 200.000 visitaron la ciudad.

Foto: Telam

En la representación realizada por la inteligencia artificial, el Gauchito Gil leva un pañuelo rojo en la cabeza. Tiene una mirada intensa y directa, lo que le confiere una expresión seria y penetrante. Además, lleva puesta una camisa azul desvaída con mangas enrolladas hasta los codos y un chaleco de aspecto envejecido, lo cual sugiere un estilo de vida al aire libre y posiblemente laborioso.

La representación realizada por la inteligencia artificial busca capturar la esencia del Gauchito Gil: un hombre del pueblo, de aspecto rústico y con una mirada que refleja fortaleza y misticismo.

La representación realizada por la inteligencia artificial Foto: Mid Journey/MDZ

Cuál es la historia del Gauchito Gil

Antonio Mamerto Gil Núñez, hijo de José Gil y Encarnación Núñez, nació un 12 de agosto de 1847 (aproximadamente), en Mercedes, Corrientes. La leyenda dice que fue un peón rural que luchó en la Guerra de la Triple Alianza y luego fue reclutado para las milicias que peleaban contra los federales.

La historia cuenta que un dios guaraní se le apareció en los sueños: “No quieras derramar sangre de tus semejantes”, le dijo. Por eso Antonio, el Gauchito Gil, desertó del Ejército y, acto seguido, se ganó una sentencia de muerte. Entre las desobediencias que se cuentan de él están también el hecho de conquistar a la mujer que pretendía un comisario, robar a los ricos para darles a los pobres –vengando así a estos últimos– y también sanar enfermos. El pueblo, entonces, lo reconoció como un justiciero y por eso lo protegió hasta que lo capturaron.

Finalmente, el 8 de enero de 1874 (o 1878) fue trasladado a la ciudad de Goya para ser juzgado. Ya en camino, a menos de 10 km de Mercedes, sus captores lo colgaron boca abajo en un árbol. Nadie se animaba a ejecutarlo porque apreciaban su justicia, por lo cual el superior obligó al coronel Velázquez a degollarlo. Se dice que “su sangre cayó como una catarata, que la tierra se bebió de un sorbo”.

Las últimas palabras del Gauchito fueron: “Con la sangre de un inocente se curará a otro inocente”. Velázquez entregó a las autoridades la cabeza de Antonio Gil y luego, ya en su casa, encontró a su hijo moribundo. Recordando las palabras del Gaucho, cabalgó a toda velocidad hasta donde lo habían enterrado con una cruz de ñandubay (una madera rojiza, muy dura e incorruptible). El coronel juntó un poco de la tierra todavía húmeda por la sangre, untó a su hijo con ella y ocurrió el milagro de que el chico revivió. Nació así el mito del Gauchito Gil y su primer devoto: el mismo Velázquez.

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