Opinión

Reforma jubilatoria: la movilidad no importa

La eliminación de la fórmula de movilidad jubilatoria propuesta por el actual Gobierno, y que está en discusión estos días en el Congreso, no es una novedad en nuestro país.

Eugenio Semino martes, 16 de enero de 2024 · 07:00 hs
Reforma jubilatoria: la movilidad no importa
Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ

El Gobierno anterior ya había suspendido la movilidad jubilatoria por decreto, con motivo de la emergencia económica dictada por la crisis que había dejado el Gobierno de Macri. Es cierto que, a diferencia de lo ocurrido en 2020, el Gobierno de Javier Milei no está buscando una suspensión sino directamente una eliminación de la fórmula, estableciendo por ley lo que antes era una situación momentánea que fue prorrogándose con la pandemia. 

Al reemplazar la fórmula establecida por ley por un cálculo arbitrario realizado por el poder ejecutivo, el Gobierno se asegura la posibilidad de recortar los fondos previsionales a discreción, realizando el ajuste sobre las jubilaciones sin mayores problemas y sin necesidad de dar explicaciones. Es lo que hizo el Gobierno de Alberto Fernández y es lo que pretende el Gobierno de Javier Milei.

El Gobierno anterior ya había suspendido la movilidad jubilatoria por decreto. Foto: MDZ.

La eliminación definitiva de la fórmula es aún peor que la suspensión de la misma

Pero no por ello deja de ser llamativo que la suspensión de la movilidad no haya generado mayores réplicas en su momento, especialmente por parte de quienes van a estar poniendo el grito en el cielo ahora para evitar su eliminación.

Más allá de estos vaivenes de las posiciones de los representantes del sistema político, lo que hay que observar es que la discusión en torno a la movilidad es de segundo orden con respecto al problema real. Ese problema es la situación crítica en la que se encuentran los jubilados en este momento. Una situación que es el resultado de la suma de las políticas aplicadas por todos los gobiernos anteriores, con todas sus fórmulas de movilidad, suspendidas o no.

La movilidad jubilatoria es una fórmula que se utiliza para garantizar que el haber previsional no se vea perjudicado frente a la inflación. Hay fórmulas más y menos efectivas para ello. Pero si el haber en sí es una miseria, la fórmula que se utilice para calcular su actualización solamente sirve para garantizar la continuidad de la miseria.

La movilidad jubilatoria es una fórmula que se utiliza para garantizar que el haber previsional. Foto: MDZ.

Con o sin movilidad jubilatoria los jubilados son  siempre la principal variable de ajuste

La prueba más evidente de esto son los bonos que acompañan a las jubilaciones mínimas, que son la mayoría. Los bonos fueron una práctica excepcional convertida en regla por el Gobierno anterior. Si las jubilaciones no hubiesen sido la constante variable de ajuste no se hubiera llegado nunca a la necesidad de emparchar la miseria de la jubilación mínima con bonos decididos a discrecionalidad del Ejecutivo. 

Al desaparecer la movilidad, la jubilación misma pasa a convertirse en una especie de bono, en el sentido de que la totalidad de su monto queda a cargo de lo que el Gobierno determine para cada período. De este modo, el Gobierno actual no estaría haciendo otra cosa más que continuar con la lógica ya establecida por el anterior. La jubilación va desapareciendo como realidad y como concepto. 

Sin embargo, si las cartas en el Congreso se deciden en contra de la iniciativa del Gobierno y la movilidad logra salvarse, lo cual es deseable, la situación efectiva de los jubilados seguirá siendo una situación de miseria. Luchar por la movilidad jubilatoria sin discutir la recomposición del haber es una pérdida de tiempo. Es esa recomposición lo que el sistema político le está debiendo a los jubilados y a la sociedad en su conjunto. 

Al desaparecer la movilidad, la jubilación misma pasa a convertirse en una especie de bono. Foto: MDZ.

El sistema previsional necesita ser replanteado de una forma coherente y sostenible

Sea cual sea esa nueva forma del sistema, es imposible encontrarla si no existe la previa disposición de los actores políticos a acordar entre ellos. Si ese acuerdo no existe el sistema queda sometido al cambio constante de acuerdo a los vientos ideológicos de cada momento. Recordemos que en las últimas décadas Argentina pasó por tres sistemas distintos, el previo a la privatización de los noventa, el de las AFJP y el sistema restatizado después del 2008. Y ahora parece que nos encaminamos hacia una nueva transformación. 

Es esa constante inestabilidad, generada por la esquizofrenia del sistema político, la principal responsable de la debacle en la que se encuentra el sistema. La discusión sobre la movilidad jubilatoria es un síntoma más de esa esquizofrenia, un tirón más en un cuerpo que ya está totalmente desgarrado. El otro tema que se encuentra en discusión en estos días es el destino del Fondo de Garantía y Sustentabilidad (FSG) de Anses. En la propuesta de la Ley Omnibus el Gbierno pretende eliminar el FSG, para poder disponer de sus fondos de manera directa. 

El FSG es un fondo creado con la restatización del sistema, cuyo objetivo es compensar la pérdida de las jubilaciones en momentos de crisis económicas. Teniendo en cuenta la debacle crónica de las jubilaciones debemos admitir que resulta difícil ver en qué sentido el FSG se ha utilizado en los últimos años. El Gobierno anterior exhibió con orgullo números auspiciosos sobre los montos acumulados en el FSG, números que contrastan con el magro estado de las jubilaciones. Es realmente difícil entender ese contraste si no es apelando a la explicación de la utilización de esos fondos con objetivos distintos al respaldo del sistema previsional.

La discusión sobre la movilidad jubilatoria es un síntoma más de esa esquizofrenia. Foto: MDZ.

El FSG no está compuesto de forma directa por plata depositada en una cuenta sino por una cantidad de activos que se invierten de distintos modos con el objetivo de preservar su sustentabilidad. Esto hace que resulte difícil discriminar si las distintas operaciones que se realizan realmente redundan en beneficio de los jubilados o si persiguen finalidades distintas. Dependiendo del análisis que se quiera hacer, o de quién escriba ese análisis, se llega a conclusiones diferentes, no solamente con respecto a la utilización de los fondos sino incluso sobre la cantidad de dinero que suman sus activos. 

El FSG es una gran herramienta en manos de una clase política que, según el actual poder ejecutivo, es estructuralmente corrupta y tramposa. Es cierto que su eliminación puede ser vista como un paso hacia una futura privatización del sistema, pero también es cierto que esa eliminación no podría ser siquiera planteada si el fondo hubiese cumplido con su objetivo de una forma menos discutible.

Ante la emergencia en la que se encuentran los jubilados actualmente y ante el riesgo de que el FSG desaparezca en manos de un Ejecutivo ávido de recursos y profundamente endeudado, es preferible plantear la utilización de los fondos de forma directa en una mejora de la situación de los jubilados

Tanto en el caso del FSG como en el de la movilidad podemos detectar la misma desgracia producida por la manía de ir a “todo o nada”. La repetición constante de esa lógica hace que el sistema oscile de uno a otro extremo sin encontrar un punto razonable de equilibrio. El fracaso de las herramientas utilizadas termina por convalidar la eliminación de toda herramienta y esa eliminación legitimará en el futuro la creación de nuevas herramientas que podrán ser mal utilizadas. Nos encontramos atrapados en una repetición cíclica, hundiéndonos un poco más en cada vuelta.

Si existiera la voluntad real de salir del problema lo primero que deberían hacer los  actores políticos sería acercar posiciones, buscar la posibilidad de acuerdos y consensos, especialmente en un tema como éste, que es necesariamente transversal a las sucesivas gestiones. Un sistema previsional tiene que mantenerse  en gran medida inalterado durante décadas para poder ser efectivo, si cada Gobierno pretende fundar su propio sistema, entonces no hay sistema en absoluto.

Eugenio Semino.

 * Dr. Eugenio Semino, Defensor de la Tercera Edad - presidente de Sociedad Iberoamericana de Gerontología y Geriatría (SIGG).

Archivado en