Matías Sánchez: "El rugby me dio mucho más de lo que me sacó"
La pasión envidiable y la ausencia total del rencor con el deporte. Una historia que se repite entre los lesionados de gravedad que lamentó el rugby.
El rugby es, además de uno de los principales deportes en el mundo, un lugar donde muchos jóvenes se forman y educan desde niños. Formación que se da dentro y fuera de la cancha en total consonancia, siempre que se haga en un marco sano como en cualquier aspecto de la vida. Uno de los valores fundamentales que se pregona en un deporte, a primera vista, tan violento es el desarrollo de la resiliencia, ejemplo de lo cual puede dar cátedra Matías Sánchez.
A los 11 años fue a entrenar por primera vez y, desde ahí, su vida dio un vuelco enorme que lo hizo enamorarse del deporte y del clima que se genera en torno a la "ovalada". Con 16 años sufrió un accidente durante un partido que cambió nuevamente su vida al dejarlo en una silla de ruedas permanentemente, pero su testimonio es muestra cabal de como el apoyo y la resiliencia pueden cambiar el destino a pesar de la silla de ruedas.
El relato del accidente
"En mi familia, mis primos tienen terminantemente prohibido jugar al rugby", explicó Matías pero sostuvo: "Me encantaría que jueguen pero los entiendo". Contó sus inicios en el deporte de la ovalada, luego de que el club donde jugaba cerrara por reformas y dos amigos lo invitaran a jugar. "Desde que empecé a ir fue amor a primera vista y nunca más me fui", comentó y relató: "Me lesioné jugando al rugby en 2014 cuando estaba en Menores de 17".
¿Qué fue lo que te pasó?
Fuimos a jugar contra Luján por el primer partido del campeonato. Estábamos defendiendo, intercepto y voy corriendo hacia el ingoal. Cuando estoy por llegar, hago la diagonal a la bandera porque me estaba cerrando el wing de ellos y cuando me tiro de palomita para entrar me tacklea de atrás. Ahí no se bien que pasó: hago el try y es como que pego una vuelta y en algún momento de todo eso me pega un latigazo al cuello y yo escucho un crack. Pensé que había sido la espalda pero fue el cuello y quedé boca arriba, pero como escuché el crack, no me quise mover.
Ahí, cuando viene un compañero para festejar, le digo: "Llamá a un médico que me fracturé". Viene mi entrenador y me pellizcaba las piernas y yo decía: "La concha de tu hermana no siento nada" y el me dijo que me quedara tranquilo. Me pusieron en una de las camillas para esperar que venga la ambulancia y una doctora, madre de uno de los chicos que estaba jugando, viene y lo primero que pregunto es: "¿Voy a poder volver a jugar al rugby?".
Realmente no tenía idea lo que me había pasado y ni siquiera sabía lo que era una lesión como la mía. O sea, yo no sabía que la gente que se quedaba paralítica o cuadripléjica era porque se fracturaba las cervicales y tenía una lesión medular. Cómo estábamos en Luján, había llovido mucho y las calles de tierra, la ambulancia realmente saltaba mucho y yo creo que eso me perjudicó un poco también, más de lo que hizo la lesión en sí". De ahí en adelante empezó a ser un caos atrás del otro.
Llegamos al hospital público de Luján y el de la ambulancia me dice: "No digas que tenés obra social porque no te van a querer atender". Entonces me bajan de la ambulancia en la camilla, sale uno de la guardia del hospital y me dice: "¿Tenés obra social?". Yo me hago el distraido, no digo nada, se dio cuenta que tenía obra social y no me quisieron atender, más allá de que había riesgo de muerte. Así que tuvimos que volver a la ambulancia e ir a un hospital chiquito, privado. Ahí se acercó la enfermera, me cortó la camiseta y eso fue lo que más me dolió de todo el día, hubiera preferido que me cortaran las piernas.
La relación con el rugby después del accidente
El relato es crudo, es imaginarse que quizás las cosas podrían haber sido distintas, pero al mismo tiempo una demostración del amor de Matías por el rugby, pero principalmente por Centro Naval: "Mis compañeros estuvieron siempre. Estuve dos años internado, en total, y nunca dejaron de ir. Cuando volví al club estaba internado, pedí ir, yo quise ir. Me autorizaron y me llevó una ambulancia hasta el club y, cuando llegué al club, había un pasillo con todos los chicos de infantiles, jugadores del plantel superior y al final mis compañeros, incluso los que habían dejado de jugar".
"Ese día fue muy lindo. Lo que más me gustó fue volver a ver a toda mi camada junta, los que habían dejado de jugar, había algunos que no los veía desde que tenía trece años", comentó Matías que, a pesar del accidente, mantuvo su relación con el rugby. "Al principio, la relación con el rugby se fortaleció mucho más. Antes de lesionarme, yo vivía por y para el rugby. Era un enfermo, entrenaba todos los días de la semana, no me perdía ningún partido, porque en ese entonces no había las plataformas para poder ver las repeticiones", explicó Matías sobre su tiempo antes del accidente.
"Cuando estaba en terapia intensiva, el primero que va a verme es Rodrigo Roncero, después vino Felipe Contepomi y el último que vino, que para mi es el número uno, fue Agustín Pichot", comentó Matías sobre como glorias de Los Pumas lo visitaron para brindarle apoyo en todo su camino. "Antes, nosotros jugábamos los domingos y todos los sábado a la noche yo miraba una charla TED que el daba sobre motivación y liderazgo. Todos los sábados a la noche miraba ese video y me iba a dormir", agregó dando imagen de lo que significó Pichot en todo ese tiempo, quien luego también le ofreció trabajo en el mundo del periodismo deportivo, la primera carrera que estudió.
La pasión por el rugby se mantiene a pesar de todo
Matías vivía por y para el rugby. Seguía cada partido y cada torneo posible hasta que por razones laborales tuvo que abrir el espectro y ver otros deportes. Igualmente, esa vieja costumbre volvió con el Mundial de Rugby de Francia 2023, del cual espera ver los 48 partidos, ya cuando llegó lo dijo bien claro: "No me digas nada del partido de Francia contra Uruguay", ya que el mismo iniciaría en plena entrevista y esperaba ver la repetición. Cómo periodista, también analizó la derrota de Los Pumas en el debut mundialista frente a Inglaterra y profundizó también entre los favoritos para obtener la preciada Webb Ellis.
"Tuve más entusiasmo en mundiales anteriores, pero para mi Los Pumas tienen algo que en los mundiales siempre se potencian. Los deportistas argentinos tienen eso que saca el plus extra que muchas veces otros países no lo tienen", analizó Matías desde su rol como periodista. Agregó también: "Yo siempre le tengo fe a Los Pumas. No voy a decir que lo veo como un candidato a ganar el Mundial porque estaría mintiendo, pero creo en que se pueda hacer posible lo imposible", sentenció quién quizás es una voz muy autorizada en esto de hacer posible lo imposible.
"Con Inglaterra creo que nos condicionó más la tarjeta roja a nosotros que a ellos. Inglaterra entendió que el negocio era sumar puntos cada vez que cruzaba mitad de cancha y Argentina se vio obligado a, cada vez que tenía la pelota, atacar y buscar que sobren jugadores", comentó sobre la dura derrota sufrida en el debut por 27-10 jugando unos 70 minutos contras solo catorce ingleses por la expulsión de Tom Curry. Agregó también que "se salieron del libreto por querer aprovechar la superioridad numérica e Inglaterra hizo todo lo contrario: defendió prolijo, cruzaba la mitad de cancha e iba a los palos. De hecho nunca tuvieron una situación de try".
El club, el rugby y los valores
¿Cómo le dirías a una madre que deje a su hijo ir a jugar al rugby?
Primero que nada, creo que la llamaría por teléfono y no lo hablaría en persona, porque en silla de ruedas puede ser difícil que la convenza, más si se entera todo lo que me pasó. Le diría que el rugby tiene algo único. La unión de grupo, los valores, aunque estuvo muy de moda en un momento criticar al deporte, pero si tenés la suerte de estar en un club, una camada y entrenadores que sean realmente del palo del rugby, ahí se van a encontrar cosas que en ningún otro deporte las van a encontrar.
De hecho mis padres, a pesar de lo que me pasó, también lo defienden. Se sorprendieron del apoyo que recibí una vez que me lesioné. Todo lo que hicieron por mí, la cantidad de personas que ni siquiera me conocían, en esos dos años que estuve internado, creo que ahí realmente tomaron noción de lo que era la comunidad del rugby.
¿No te quedó ningún rencor con el rugby?
Al contrario. Me dio mucho más de lo que me sacó, sin lugar a dudas. Los mejores momentos de mi vida fueron en mi club. Siempre lo digo, nunca voy a ser tan feliz como lo fui adentro de una cancha de rugby, no hay nada que pueda suplantar eso. Las personas que conocí gracias al rugby, los entrenadores, los compañeros que tuve y los valores que me inculcaron de chico. Los entrenadores que tuve siempre priorizaban que uno sea mejor persona, que tenga principios y valores fuertes. En el club me formaron como persona, me hicieron ser lo que soy. Todo eso pesa mucho más que lo que me sacó.
Cuando te cortaron la camiseta fue lo que más te dolió ¿Qué es Centro Naval?
Mi casa. Siempre le digo a todo el mundo que mi casa es el club, no es donde duermo, donde como, es el club. De hecho, hace poco, el capitán de la primera siempre me agradecía por ir a ver los partidos. El otro día me dijo "gracias por venir" y le dije: "Vení. No me agradezcas más por venir. Esta es mi casa. Cuando vas a tu casa ¿Tu papá te dice 'gracias por venir'? Esto es lo mismo. No me agradezcas por venir acá porque este es mi lugar en el mundo".