Cuál es el riesgoso hábito de los cajeros bancarios que expone a los clientes
Los robos a la salida de los bancos es un tema delicado y que obligó a que se tomaran medidas de seguridad. Argentina es un país de mucho movimiento físico de billetes. Esto expone a los clientes a ser presa de los delincuentes. A veces, los empleados bancarios no ayudan en evitar exponer a clientes

En estos días de tensión cambiaria, los bancos vuelven a estar en el centro de la escena. Ante los rumores que crecen en medio de la incertidumbre y los temores lógicos de los ahorristas, mucha gente repite un comportamiento natural en cada crisis: el retiro de los depósitos.
Las malas experiencias del pasado hacen que los reflejos de la población estén a flor de piel y nadie quiere que su dinero -especialmente cuando se trata de dólares - quede atrapado detrás de las ventanillas bancarias.
Es cierto que, por igual motivo, los más previsores ya se hicieron de su efectivo con anterioridad, pero todavía hay gente que guarda en sus cuentas montos considerables. A veces, por pereza o excesiva confianza; otras, porque concretaron operaciones de venta de bienes (autos, inmuebles, terrenos, etc.) y cobraron vía transferencia el fruto de la misma.
Lo cierto es que hoy es más el público que hace extracciones de divisas que el que las deposita. En este escenario, hay un polémico hábito que se percibe cuando los dueños de cuentas se acercan a las sucursales bancarias a hacerse de su efectivo.
En un país con un alto nivel de inseguridad, el movimiento físico de dinero es una jugada arriesgada. Cuando se habla de tener los dólares “bajo el colchón” apunta directamente a eso. Ante la desconfianza, justificada por una larga lista de antecedentes, los argentinos acostumbran a tener sus ahorros cerca de la mano, una práctica que es impensada en países normales, donde la palabra “corralito” se vincula a cuestiones vinculadas al campo o la cría de animales, pero nunca a la actividad financiera.
También es larga la lista de hechos, conocidos como “salideras”, donde los ahorristas no solo ponen en juego sus ahorros, cuando son retirados en efectivo de los bancos, sino también hasta su integridad física.
Tan común es esta práctica y tan trágica ha sido muchas veces que, hace años, se decidió instrumentar una serie de medidas para evitar esta forma de delito. Desde la prohibición del uso de celulares dentro de las entidades bancarias hasta la colocación de mamparas o cerramientos para separar la zona de cajas de la del público que espera para ser atendido.
Este fue un sistema que se dispuso para evitar que quien realice una operación de extracción de fondos estuviera expuesto a la mirada de los demás, entre quienes podrían estar cómplices de delincuentes que esperaran en la vía pública a la futura víctima con intención de robo.
Un tuit reciente, que contó la situación vivida por una mujer que retiró sus ahorros en dólares de una sucursal, generó una ola de comentarios que muestran que lo sucedido es una práctica habitual en los bancos que expone innecesariamente a los clientes.
La persona en cuestión se encontraba en la zona de cajas, separada por la mampara de seguridad del resto de los clientes que esperaban ser atendidos. Al pedir a la cajera el retiro de sus fondos, la empleada preguntó cuál era el monto a extraer. Lo hizo con un volumen de su voz tal que podía ser escuchado por una docena de personas que estaban del otro lado de la estructura, que funciona como protección visual, pero no sonora.
La clienta respondió, en voz baja, que retiraría el total del depósito –sin precisar cantidad - a lo que la cajera, otra vez con un tono elevado, reveló el monto de dinero que había en la cuenta como forma de confirmación de la operación, un dato que pudo ser escuchado por las personas que se encontraban del otro lado de la mampara. Se trataba de una cantidad que superaba los u$s12.000.
De esta manera, la clienta del banco quedó expuesta ante los presentes que se retiraría con ese dinero de la sucursal, a merced de cualquiera que estuviera en la sala de espera, pudiera ser integrante de una banda de “salidera”.
Los comentarios en Twitter mostraron que no es un caso aislado y que, muchos cajeros, tienen la costumbre de revelar datos sobre sus clientes que pueden ser escuchados por quienes están esperando a pocos metros de la caja.
Entre muchas de las respuestas que se publicaron en la red social, abundaban quienes sugerían ir con un papel en donde estuviera escrito el monto a retirar para evitar que el personal bancario tuviera que hacer la consulta. Esto confirma que es algo común que suceda y no es exclusivo de un banco determinado. También quienes reconocían haber vivido la misma situación y sentirse atemorizados al tener que retirarse de la entidad con su dinero.
En otros casos, reflejaban su malestar con esta práctica insegura y reconocían que, en casos en los que habían pasado por la misma situación, reclamaron ante la gerencia de la sucursal por esta situación tan delicada.
Lo concreto es que parece ser una práctica bastante generalizada que puede corregirse, teniendo en cuenta la situación del país en materia de inseguridad y ante un momento económico que lleva a que los ahorristas busquen retirar sus depósitos.
Es cierto que la mayoría de las operaciones pueden hacerse de forma virtual, pero en la Argentina la gente toma otras previsiones, como mantener sus ahorros en su poder, que obligan a concurrir sí o sí a una sucursal.
En otros países esto no sucede y los trámites presenciales en una entidad bancaria son mínimos. No hay mamparas que obstaculicen la visión de las cajas y hasta se puede usar celulares dentro de los bancos. Tampoco la gente retira sus ahorros para guardarlos en sus casas.

Los diez trabajos mejor posicionados para 2025

Viven en marte, estos son los signos más distraidos

Imagen impactante: se podrá observar a Marte muy cerca de la Luna

Dos aludes cayeron sobre la ruta 7 y el tránsito en alta montaña está cortado

Quién es el argentino de 21 años desaparecido en Nueva Zelanda

Ola de calor en Argentina: las ciudades más calientes del país este domingo

Empresarios del turismo de Mendoza se mostraron alarmados por la baja ocupación
