Opinión

Malvinas, la deuda pendiente que siempre nos interroga

De los pibes de Malvinas que jamás olvidaré. Siete citas con historia para recordar la transitoria recuperación de un pedazo de patria que nos pertenece y homenajear a nuestras mujeres y hombres involucrados en el conflicto.

Gustavo Capone
Gustavo Capone sábado, 1 de abril de 2023 · 13:03 hs
Malvinas, la deuda pendiente que siempre nos interroga
Este domingo se conmemora el Día del Veterano y los Caídos en Malvinas.

El 22 de noviembre de 2.000 se sancionó la Ley N° 25.070 que declaró al 2 de abril como “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas”. El fin de la justa conmemoración pretende recordar la transitoria recuperación de un pedazo de patria que nos pertenece y homenajear a nuestras mujeres y hombre involucrados en el conflicto, reivindicando la memoria de los 649 soldados caídos en combate y a los 1.068 heridos, tras 74 días de conflicto y 33 enfrentamientos, hasta que los generales Jeremy Moore (comandante inglés) y Mario Benjamín Menéndez (gobernador militar de las islas) establecieron el alto al fuego y la consiguiente rendición argentina el 14 de junio de 1892.

La "cuestión Malvinas" actualiza siempre los peores recuerdos de la Argentina contemporánea.

En aquel conflicto, 649 soldados argentinos perdieron la vida.

“(…) Malvinas incomoda. Malvinas, nos interpela siempre. Esta como pendiente. Y cada vez que el tema reaparece (un aniversario, un reclamo callejero de los ex combatientes, una película, un discurso político, una entrevista) abre un abanico de sentimientos en el que conviven el duelo por los muertos; el sentido común del argentino medio que hizo carne la verdad escolar: "Las Malvinas son argentinas"; las consignas del nacionalismo exacerbado; el cinismo de los que ya están de vuelta de todo; la vergüenza por haber apoyado en la calle a un gobierno ilegítimo; la pura indiferencia, e incluso, por qué no, el cuestionamiento que se atreve a relativizar los derechos geopolíticos del país sobre el archipiélago”. (“La Nación – 3 de abril 2012).

Leopoldo Fortunato Galtieri, fue un militar argentino que alcanzó la comandancia del Ejército con el rango de Teniente General, llegando a convertirse en el décimo segundo presidente de facto de la Nación Argentina, designado por el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.  Un sábado 10 de abril, a ocho días del desembarco en Malvinas, el dictador gritaba ante una Plaza de Mayo colmada: “Los estamos esperando, si quieren venir, que vengan”.

Por ese tiempo el régimen militar enfrentaba un fuerte descontento social. Entre marzo y abril de 1982 hubo cinco manifestaciones contra el gobierno militar, tres de ellas organizadas por los familiares de los desaparecidos y todas reprimidas duramente.

En Mendoza la represión se cobró la vida de José Benedicto Ortiz. Fue un 30 de marzo de 1982. La popularidad del gobierno estaba en franco descenso, mientras la inflación crecía y el PBI se reducía en un 11,45%; el régimen militar se desmoronaba y Galtieri comprendió que las Fuerzas Armadas no tenían el suficiente poder para evitar la transición democrática que ya aparecía en el escenario político. La recuperación de las Islas Malvinas fue entonces percibida como un elemento cínicamente estratégico para recuperar la aceptación popular perdida, basándose en una causa justa y de profundo arraigo nacional.

Más de mil argentinos resultaron heridos en combate.

Raúl Porchetto es un pionero del rock nacional. Muy pronto cumplirá 74 años. Es un destacado cantante y compositor nacido en Mercedes (Buenos Aires), y aún con llamativa vigencia, considerando que subió por primera vez a un escenario en 1970. Entre su extensa discografía hay una canción: “Reina Madre”, que hoy todavía, a 40 años de su grabación sigue enmarcando, ineludiblemente, la mayoría de las conmemoraciones alegóricas a la Guerra de Malvinas.

Según su propio relato, escribió la letra de la canción en un estado de desesperación y profunda tristeza, mientras escuchaba por radio las últimas noticias del conflicto armado.

“Tanques, aviones, barcos y municiones. / Madre: estate tranquila,
el mundo así camina. / Son del sur de la tierra. / ¿Qué nos podrán hacer? / somos distintos, somos mejores”.  Decía la estrofa, donde ese soldado inglés le escribe a su madre.

“Pero madre, ¿qué está pasando acá? / Son igual a mí
y aman este lugar, tan lejos de casa,
que ni el nombre recuerdo. / ¿Por qué estoy luchando? / ¿Por qué estoy matando?”. Replicaba la estrofa siguiente, vislumbrado lo irreparable y absurdo de la guerra.

Raúl Porchetto

“Los Pichiciegos” es una novela de ficción del escritor argentino Rodolfo Fogwill. Ambientada en la guerra de Malvinas, la narración principal transcurre a finales de mayo y principios de junio de 1982, y finaliza cuando los británicos ya desembarcaron en las islas y los soldados argentinos son hechos prisioneros y trasladados a Argentina.

Fogwill escribió la novela en medio del ambiente bélico creado por la guerra, entre el 11 y el 17 de junio de 1982, es decir, que la terminó tres días después del final de la guerra. En los últimos capítulos hay pasajes intercalados que parecen anticipar hechos relativos a la redacción y edición del propio libro. El aporte de Fogwill radicará en construir un relato ficcional más ajustado a la realidad que lo que primaba en el imaginario colectivo argentino, mayoritariamente manipulado por el poder de facto y transmitidos por medios de comunicación hegemónicos.

Raúl Alfonsín, aquel candidato nacido en Chascomús. Durante el conflicto de Malvinas, su solitaria posición advirtiendo sobre lo temerario e imprudente del enfrentamiento lo aislaba de todo el arco político y gremial del momento, mientras la gran mayoría de dirigentes argentinos se sumaban a la euforia promovida por la propaganda oficial y reproducida por todos los medios de la prensa nacional. Veinte meses después del conflicto regresaba la democracia. Alfonsín será Presidente.

Raúl Alfonsín

Pero los diarios en plena guerra sostenían: “Una extensa delegación se trasladó a las islas. Varios dirigentes políticos que integran ‘la Multipartidaria’ y sindicalistas de la CGT viajaron a Puerto Argentino junto con jefes militares para asistir a la asunción del nuevo Gobernador Militar de las Islas Malvinas, el general Mario Benjamín Menéndez” (Clarín – Abril ‘82). “La Multipartidaria”, embaucada por el juego militar sostuvo: “que desea hacer saber a todas las naciones del mundo que este es un problema de todo el pueblo argentino". (La Nación – 6 de octubre de 1982).

Martín Antonio Balza es un retirado militar argentino, veterano de la Guerra de Malvinas, que se desempeñó como Jefe del Ejército Argentino entre el 4 de noviembre de 1991 y el 10 de diciembre de 1999.

Reconoció públicamente los excesos cometidos por algunos militares durante el Proceso en una cruda autocrítica, lo que le valió la expulsión del Círculo Militar y el repudio de sus propios camaradas. Y siempre sostuvo, desde un primer momento, que era imposible ganar la guerra en Malvinas. Fue embajador en Colombia y Costa Rica. Declaró en su momento (no sin polémicas) que mientras los soldados se enfrentaban en Malvinas, gran parte del pueblo estaba más pendiente de los resultados futbolísticos de Argentina en el mundial de fútbol de 1982 que por la suerte de la guerra.

“El Gráfico” fue una revista deportiva argentina considerada en su rubro entre las más prestigiosas del mundo.  Su primer número data de mayo de 1919. Tendenciosa en momentos, contradictoria y siempre “oficialista”, fue un clásico del mundo futbolero. Todos mirábamos El Gráfico. En una editorial de mayo de 2014 sostenía, con razón, sobre el debut de Argentina en el Mundial 1982 de España: “El estreno de Argentina en un Mundial es el izamiento simbólico de una bandera. Un acto fundacional. La puerta hacia una aventura colectiva, al margen del resultado en ese debut y de cómo termine el torneo para la Selección. Así recordamos el 2 a 1 a Hungría en 1978, el 3-1 a Corea del Sur en 1986, el 0-1 contra Camerún en 1990, el 2-1 a Nigeria en 1994, el 1-0 a Japón en 1998, el 2-1 a Costa de Marfil en 2006 o los 1-0 a Nigeria en 2002 y 2010: como días felices que pusieron fin a la abstinencia mundialística futbolera. La excepción es el domingo 13 de junio de 1982: Argentina perdió 1-0 contra Bélgica, pero ese partido, mirado en perspectiva, es un absurdo que sólo se entiende en el delirio de un país en dictadura. Aquel debut se jugó en simultáneo a los combates finales en Malvinas. A la misma hora en que la Selección se presentaba en el Camp Nou (Barcelona), la artillería inglesa recuperaba los montes cercanos a Puerto Argentino y avanzaba hacia la capital de las islas. Nuestros soldados retrocedían. El final de la guerra sería cuestión de horas. Al día siguiente, el lunes 14 de junio de 1982, mientras la patria futbolera lamentaba la derrota en España, los militares argentinos firmaron la rendición. Si hubiera sido posible dividir la pantalla de los televisores en dos (como sucede en las definiciones de los campeonatos), en una mitad habríamos visto el comienzo del Mundial y en la otra, la definición de la guerra”.

Síntesis

"Malvinas despierta una doble sensibilidad: la guerra y la causa nacional del reclamo por la restitución a la soberanía argentina del archipiélago usurpado por Gran Bretaña. Desde 1982, esas sensibilidades se superponen y eso torna complicado elaborar respuestas sólidas porque Malvinas siempre suena a nuevo y a viejo" (Federico Lorenz - historiador).

Malvinas, va más allá de la lógica y justa causa nacional. Malvinas además condensa la dificultad para pensar políticas de Estado para el largo plazo. También nuestra incomodidad para procesar las muertes trágicas colectivas y sigue generando una inquietante pregunta de hasta qué punto somos una sociedad que puede maltratar a sus jóvenes arrojándolos hacia su misma muerte. Nuestros chicos mueren en Malvinas. Pero también emigran en pos de alternativas, abandonan sus estudios, no consiguen trabajo, son víctimas de abusos, son asesinados, discriminados, se suicidan, coactados por la droga y por los manipuladores.

En democracia debemos saldar esas deudas, no solo honrar esas muertes. El sinsentido de una guerra queda claro cuando se confirma la cantidad de suicidios de soldados que volvieron de Malvinas. Hoy esa tasa de suicidios de ex combatientes es más alta que los soldados que cayeron en combate, y esa es otra herida que va quedando abierta, al igual que en los cientos de tragedias argentinas donde las muertes fueron muchísimas más que “los pibes de Malvinas que jamás olvidaremos”, como dice el rezo laico de la vigente emotiva canción popular, y que hoy aún no encuentran respuestas.   

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