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Desolación en Rosario: la iglesia y el shopping, los lugares que la gente no abandona

Impactantes imágenes de la populosa ciudad que hoy se ve forzada a blindarse contra los ataques narcos y los hechos de inseguridad que no tienen fin.
Uno de los principales atractivos de ciudad, desierto por el temor a los robos. Foto: Milagros Moreni
Uno de los principales atractivos de ciudad, desierto por el temor a los robos. Foto: Milagros Moreni

“El último crimen en Rosario nunca es el último porque mientras te enterás de uno está ocurriendo otro”, dijo a MDZ Luciano, un estudiante de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de esa ciudad, horas después del ataque narco al supermercado del padre de Antonela Roccuzzo ocurrido en la madrugada del 2 de marzo.

Dos días más tarde, la balacera al suegro de Lionel Messi ya es anécdota y los policiales se acumulan. Mientras tanto, la gente vive con miedo y modifica su rutina.

En las últimas horas tres personas fueron asesinadas en diferentes hechos. En todos los casos el método del ataque fue de tipo sicario. Con estos crímenes ya son 60 los homicidios ocurridos en los que va del año en la ciudad santafesina, según fuentes judiciales y policiales.

La Policía recorre el Monumento a la Bandera. Los turistas y los vecinos dejaron de visitarlo. Foto: Milagros Moreni.

El impacto de que haya en promedio un muerto por día se ve en la calle. Las imágenes de los principales puntos rosarinos son desoladoras. Durante la tarde del sábado casi todo se vio vacío. Plazas, costanera, ferias y hasta el Monumento a la Bandera estuvieron con tan poca gente que podía contarse.

Sólo en dos lugares MDZ encontró tumulto: en el shopping Alto Rosario y en el Santuario Basílica Catedral Nuestra Señora del Rosario.

“Damos muchas misas, somos tres curas párrocos y recibimos a mucha gente todos los días. Las personas piden ayuda y se confiesan mucho. Es un momento difícil para todos”, dijo a MDZ el padre Osvaldo desde la puerta de la iglesia mientras las personas hacían fila para recibir su bendición con una imposición de manos.

La Catedral, el espacio adonde todavía llegan los fieles. Foto: Milagros Moreni

El Santuario Basílica Catedral Nuestra Señora del Rosario tiene tres misas diarias de lunes a viernes, cuatro los sábados y seis los domingos. Según los vecinos, el lugar siempre está repleto, pero esa multitud se disipa en la puerta. Los fieles usan sus propios medios, toman taxis o se van acompañados. Enfrente está la Plaza 25 de Mayo. Los que caminan, la evitan de noche. En el lugar viven algunas personas sin hogar y al caer el sol dejaron sus carros un par de cartoneros mientras revolvían los tachos de la manzana.

Otro punto de encuentro "seguro"

A cinco kilómetros en auto de allí está el Shopping Alto Rosario. Cincuenta cuadras separan dos ciudades y consumos completamente diferentes. La recomendación de los locales es llegar al centro comercial en taxi o auto, no permanecer afuera por muchos minutos e irse rápido. Adentro hay otro universo: familias, parejas, niños y niñas, patio de comidas lleno, juegos, fila de gente para retirar plata de los cajeros automáticos y negocios de primeras marcas colmados de clientes.

El Shopping Alto Rosario, otro sitio donde la gente se siente medianamente segura. Foto: Milagros Moreni.

“Acá la gente anda así, como si nada, porque están encerrados, hay policía afuera y se van rápido, pero no podés manejarte en toda la ciudad como si estuvieras adentro del shopping”, dijo Sofía, vendedora de accesorios de celular, a este medio.

Ella tiene 29 años y vive con miedo. “Me iría mañana de esta ciudad si pudiera. Vivo por la calle Pichincha, que no es un lugar feo y sin embargo, en un mes me robaron las ruedas del auto, la batería, el auxilio y me rompieron la puerta para llevárselo”, contó.

Calles despobladas en Rosario. Foto: Milagros Moreni.

Para Sofía la situación no tiene retorno: “Un día dejás de usar carteras y mochilas. Después empezás a salir con lo mínimo. No se te ocurre sacar el celular en la calle porque te marcan. Rosario es una ciudad insegura. Todo se hace con miedo”, concluyó.