Opinión

25 de marzo: ¿es necesario decirlo?

En el marco del Día del Niño por Nacer, Alejandro Gamboa, comunicador social e investigador de la USAL, hace un análisis para MDZ de la legalización del aborto en Argentina.

Alejandro Gamboa viernes, 24 de marzo de 2023 · 14:56 hs
25 de marzo: ¿es necesario decirlo?
Foto: Pixabay

El feto se ha convertido en un obstáculo para la vida de los que ya no somos fetos: nos compromete, nos complica, nos angustia, nos arruina los planes. Es por eso que al feto hay que evitarlo, hay que prevenirse de que el feto suceda, y cuando sin quererlo sucede, surge la tentación de deshacernos de él.

El feto es un obstáculo, sí, pero un obstáculo humano. Y cuando un ser humano deja de ser percibido como sujeto para ser visto como un objeto, es porque este se ha convertido en expresión de una realidad que no puede ser soportada. El conflicto alrededor del feto no es tanto moral como cultural: el feto se opone a un estilo de vida.

La ceguera ante la realidad humana de la persona no nacida es, por eso, el mayor fenómeno ideológico de nuestra época: lo que el avance tecnológico nos permite ver y está claro en la ecografía, la lógica cultural nos lo ciega.

La legalización del aborto es, antes que nada, una postergación humana que forma parte de un proceso de desencialización de los derechos, de su politización y corporativización excesivas, en definitiva, de una abolición de los derechos humanos. Porque no solamente se sustrae de forma arbitraria la protección legal a todo niño no nacido, sino que además se modifica de forma radical el sentido y fundamento de los derechos mismos.

El valor de la vida ya no es intrínseco y universal, sino selectivo y funcional, atado al capricho del poder y de la percepción de una mayoría social o política. Y cuando el valor de la vida humana -el más crucial para la convivencia social- permite ser relativizado, es porque se han malogrado nuestros sentidos más elementales. Hemos dejado de reconocer y honrar a los principios primeros que sostienen nuestra civilización.

La legalización del aborto reconvierte la relación más estrecha -física y afectivamente- que existe entre dos seres humanos, como es la de la madre y el hijo, en un vínculo utilitario. Esto no es un triunfo de la mujer ni de la sociedad, sino un triunfo rotundo y decisivo del individualismo que va segregando al prójimo del interés y sentir propio.

Detrás de cada causa equivocada siempre hay una preocupación auténtica sobre la que se erige un edificio de falacias. Y cuando ese engranaje se sabe mezclar con sentimientos íntimos y dramas verdaderos, y la inteligencia empantanada se hace incapaz de asistirnos por no poder escapar a la presión de su tiempo, es entonces cuando se gestan las grandes mentiras que llagan para siempre una época, que aunque apriete fuerte los ojos para no ver, tendrá a la historia humana como testigo para recordarla siempre con vergüenza.

* Alejandro Gamboa. Comunicador Social e investigador de la USAL.

 

 

 

 

 

 

 

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