Entrevista MDZ

Quién es el Lima, el músico que logró fusionar el arrabal con la cumbia villera y es un éxito en las redes sociales

Pablo es oriundo de La Plata y se crio en el barrio El Churrasco. Tras un paso por el punk, encontró en la cumbia villera un espacio para expresarse. Hoy, en su proyecto solista, explota en las redes.

Juan Ignacio Blanco
Juan Ignacio Blanco sábado, 9 de diciembre de 2023 · 09:02 hs
Quién es el Lima, el músico que logró fusionar el arrabal con la cumbia villera y es un éxito en las redes sociales
Pablo Lima con su bandoneón logró mezclar dos estilos y crear la cumbia arravillera Foto: Gentileza El Lima

Cuando el respirar del bandoneón se entremezcla con el frotar del guiro, y la psicodelia de las teclas del Korg se fusionan con el "tum tum" del bajo, aparece la mezcla perfecta de dos estilos antagónicos, pero que conviven en total armonía dentro del género de la música popular. La voz, inconfundible y arrabalera, es el distintivo final de un músico que logró lo que muchos no se animar a hacer.

Pablo Lima, un platense entusiasta que forjó sus primeros pasos en el ambiente de la música de la mano del punk rock, es el tipo en cuestión: es el creador de la "cumbia arravillera", una fusión sin igual que entrelaza el arrabal del tango y las vivencias diarias de los barrios populares y que se ha transformado en un eslabón más dentro del subgénero de la cumbia villera, como lo fue en su momento la fusión que lograron los Bajo Palabra al unir a la cumbia con el rap y el hip hop.

El Lima, como lo conocen en el ambiente de la movida tropical (al menos así la llamamos los que ya peinamos más de 40 y que crecimos en plena explosión de la cumbia), tiene 41 años y es del barrio El Churrasco, La Plata. Y, como reconoció en algún tramo de la entrevista, llegó casi por casualidad a la música, gracias a una tía que le regaló un teclado de juguete para un día de Reyes.

El músico viene de una familia humilde y trabajadora donde llegar a la música era casi una misión imposible. Por eso, ante el enamoramiento sobre aquel juguete musical, decidió comenzar a laburar a los 13 años en una panadería para poder costearse la compra de sus primeros instrumentos musicales. Y así fue, estuvo casi 15 años amasando pan y facturas, hasta que pudo despegar y, al día de hoy, poder vivir de la música que compone. 

 

-¿Cómo fueron tus comienzos?
-En realidad yo no vengo de familia de músicos, pero desde que tengo uso de razón siempre me interesó. Todo empezó con un juguete, un teclado de juguete que ligué porque me quedé a pasar unos Reyes (Magos) en la casa de una tía y le regalaron a mi primo, entonces a mí me regalaron también un tecladito. Con ese empecé a hacer música cuando tenía creo que 8 años. Vengo de una familia muy humilde, donde no me podían comprar un instrumento, no podía estudiar, no podía hacer nada de eso. Por eso, a los 13 años, empecé a trabajar para poder comprarme mi primer instrumento. Fue en una panadería y estuve 15 años en ese trabajo.

-Más allá del teclado de juguete, ¿cuál fue tu primer instrumento?
-Cuando tenía 15 años me compré mi primera guitarra eléctrica. Después de hacerlo descubrí que también me tenía que comprar un equipo y todo (se ríe). Desde los 15 años a los 17 tuve mi primera banda y ya llevo 24 años en los escenarios, o sea, sin cortar, sin parar, salvo lo que fue la pandemia.

-¿Empezaste directamente en la cumbia?
-Cuando tenía entre 15 y 16, lo que se escuchaba en el barrio era punk rock. Bandas como 2 Minutos y Flema. Se escuchaba mucho de esa música, era la música que siempre se escuchó en los barrios. Entonces, mis primeras bandas, mis primeras incursiones en la música tenían que ver con eso. Aunque ya ahí yo tiraba señales, me gustaba meter un poco de tango, me gustaba jugar con eso.

-¿La cumbia villera llegó para reemplazar al punk rock en los barrios populares?
-Es que para mí están muy de la mano. De hecho, yo he tenido la posibilidad de hablar con mis colegas y la mayoría venimos todos del punk rock. O alguna vez tuvimos alguna banda, o alguna vez cantamos, o curtimos eso. Pero fue muy explícito también, ¿no? Pasamos del 'sos buchón' de 2 Minutos, que se escuchaba en todos los barrios del país, y al 'sos botón' de Flor de Piedra, que es la misma historia, la misma canción. La podías escuchar el fin de semana en el baile y la podías bailar con una piba cantando 'vos sos un botón'. Para mucha gente fue algo natural ese pase en el barrio.

-¿La cumbia villera llegó como música de protesta?
-Yo no sé si comenzó como música de protesta. Sí sé que era testimonial. Y a la larga el testimonio suele ser lo más importante, porque cuando la gente empieza a escuchar, decís 'ah mirá, así se vive' porque no estamos inventando nada. Las canciones de la cumbia villera o del punk rock reflejan lo que vivimos. No se inventa nada. De hecho, son explícitas. Entonces para mí fue natural.

El lima y su bandoneón.

-¿Por qué el tango?
-En mi casa no se escuchaba música, pero mi viejo tenía un taller de chapa y pintura donde yo siempre iba y por ahí estaba la radio prendida con tango. Mi papá se sabía las letras o silbaba alguno de los tangos. Empezamos a hablar mucho con respecto a las letras. Cuando tenía 18 años explotó la cumbia villera y el barrio pasó a ser de punk rock, o cualquier género que se escuchaba antes, a ser cumbia y cumbia villera, que fue lo que terminó de darle la identidad a la gente del barrio. Siempre fue de ahí, siempre fue popular, y desde ese momento los pibes nos sentíamos re avalados musicalmente para poder contar nuestras historias. Ahí empieza mi historia con la cumbia villera en realidad, que es mucho más profunda que con el tango, quizás.

-¿Cómo llega el bandoneón a tu vida?
-Cuando tenía cerca de 30 años llega el bandoneón a mis manos. Debo ser de las últimas personas de un barrio humilde que adquirió uno porque la realidad es que es un instrumento que es muy difícil conseguir porque es muy caro, desde adquirirlo hasta aprender a tocarlo. Tenés que tener la suerte de que lo ligaste de un pariente porque es un instrumento que casi ya no se fabrica. Todos los bandoneones que encuentres son antiguos, entonces es comprar una reliquia. Conocí un bandoneón la vez que un flaco me invitó a su casa porque a mi me gustaba jugar con el tango y me dijo 'vamos a hacer unos temas'. Vi que él tenía un bandoneón y ese mismo día me puse a tocar. Flasheé, me encantó y dije 'este es el instrumento'. Lo escuchaba respirar, lo escuchaba como algo muy expresivo y que se adapta mucho a la expresión de uno. Me voló la cabeza y estuve meses y meses y meses entrando a mi casa mirando a ver que podía vender para comprarme un bandoneón. La realidad es que no había plata, no había ni siquiera algo para vender en casa. Teníamos un Peugeot 404 que era de mi papá y lo vendí después de convencerlo. Estuve mucho tiempo para lograrlo, hasta que me dijo 'vendelo y comprate ese bandoneón'. Con esa plata, más una que me habían prestado y una oferta que conseguí, pude comprarlo. 

-¿Aprendiste rápido?
-El tema es que yo con el bandoneón empecé a jugar, pero claro, no tenía aprendizaje musical y no estaba a mi alcance poder ir a aprender. Laburaba todo el día y económicamente no lo podía hacer. Empecé a hacerlo a mi manera y como no tenía tanta información, jugaba. Empecé a jugar con las canciones que yo sabía, pero les ponía ese sabor, ese ritmo a tango. Con mi papá flasheábamos mucho porque yo le quería mostrar eso a él, que las letras que él me cantaba del tango tenían mucha similitud con la cumbia villera. Estábamos diciendo lo mismo pero antes se hablaba así corte de lunfardo y ahora el lunfardo era barrial,  tumbero. Es lo mismo, son las mismas historias, la misma gente. El tango viene del mismo lado.

-¿Qué le aportaste de nuevo a la cumbia villera?
-Nosotros (por Agua Sucia y los Mareados) somos de la última ola. Como toda banda de cumbia villera le aportamos nuestra identidad al movimiento, como en su momento lo hizo Mala Fama con la psicodelia de los teclados y esas cosas progresivas que tenían en sus comienzos. Cada uno le aporta algo y va buscando su identidad, por eso se me ocurrió hacer la fusión con el tango. Algo para destacar es que lo maravilloso de haber mezclado estos géneros fue el acercamiento que tuve con todos los cantantes de cumbia villera y haber grabado con muchos de ellos. También haber compartido escenario y con muchos terminar siendo amigos.

-¿Seguís con Agua Sucia y los Mareados?
-Sigo con la banda. Lo único que cambió es el nombre. Antes era Agua Sucia y los Mareados y ahora soy El Lima y voy a abarcar toda la parte de formato arravillero. Estuve estos meses parados, que fue la transición de cerrar el ciclo de Agua Sucia y los Mareados y de lanzarme como solista. Estoy produciendo mucho para ahora arrancar antes de las Fiestas y largar todo el nuevo material como sesiones de cumbia en vivo, de cumbia arravillera y de tango. Además voy a pasar muchos de esos videos en TikTok e Instagram, que es un poco lo que hizo que mucha gente hoy me conozca.

-Bueno, yo te conocí por las redes...
-Las redes permitieron que me conozca gente de otra parte del país. Esa gente ahora está descubriendo todo el trabajo que vengo haciendo desde hace 10 años con la cumbia arravillera y el tango. Se viene un montón de cosas nuevas y tomando lo que ya venía haciendo, también sumando colaboraciones y demás. Así que nada, se vienen cosas muy lindas. 

-No hace mucho tiempo tuviste la posibilidad de llevar tu música al Salón Dorado de la Casa de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Cómo fue esa experiencia?
-La verdad es que fue alta experiencia. Llevo muchos años en escena y en haber vivido muchos eventos que fueron alta experiencia para mí. Es una más que se suma y la verdad es que estoy súper agradecido con la gente de cultura que tuvo en cuenta mi arte. Obviamente ese día se sintió la vibra de estar tocando en un lugar tan histórico y con la calidad que nos ofrecen a los músicos para expresarnos. Fue una experiencia muy linda y lo bueno es que quedó registrado.

Pablo Lima encara su proyecto solista.

-¿Vivís de la música?
-Hace años que la música pasó a ser mi trabajo. Desde el primer momento, desde la primera fecha con Agua Sucia y los Mareados empezamos a llenar y siempre fue sumar, siempre fue llenar lugares. Viajábamos a Rosario, Córdoba, Buenos Aires, en la Capital, esos eran nuestros puntos fuertes. También llegamos a tocar en La Pampa, Mar del Plata, bueno, un montón de lugares como General La Madrid. Andábamos, vivimos mucho con esa banda y la verdad que siendo una banda que proponía algo distinto como esa fusión de cumbia villera y tango con letras propias, y haciéndolo independiente, fue un re logro que podíamos mantener un grupo de 17 personas. Después, la situación económica se fue empeorando y cada vez fue más difícil mover un equipo tan grande. Qué sé yo, no vivíamos del todo, pero nos ayudaba un montón. Te puedo decir que vivo de la música y mantengo otras cositas para ayudar pero yo le dedico todo el tiempo a la música y es de lo que más trabajo.

 

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