Por qué no nos gusta escuchar nuestra propia voz
Hay una razón lógica por la que no nos gusta escuchar nuestra voz, y tiene que ver con lo distorsionada que se oye cuando la escuchamos en nuestro cerebro.
La voz de una persona es una de las grandes características de su identidad ante los demás. Aunque esta se origina en la garganta, involucra el cuerpo en general y con ella se manifiestan emociones, sentimientos, y el hecho de escuchar un registro distinto la aleja de su autopercepción y se la juzga como desconocida.
Seguramente todos experimentamos la sensación desagradable de oír nuestra voz grabada. Esta es una sensación que se repite en la mayoría de las personas. Suele asociarse con la contrariedad y la vergüenza al percibir que, lo que suena no se asemeja a su forma de hablar.
Este era un problema que se podía evitar hace años, pero en la actualidad, con el uso de mensajes de voz en forma constante, las personas están más expuestas a enfrentarse a su voz grabada y se molestan por oír un sonido casi desconocido para ellos.

Pero, ¿por que ocurre esto? El cerebro aprende como es la voz en forma constante, asimila ese sonido y crea una media imaginaria de cómo suena la voz y la fija al auto concepto en tiempo real de esa persona, es decir al concepto que se tiene de sí mismo.
El ser humano interioriza la voz como parte de sí, porque el sonido parte de la vibraciones de sus cuerdas vocales y es el que se usa para hablar, por lo que ese sonido se arraiga en la identidad, pero el cerebro registra, no solo la voz, sino su mezcla con otros factores.
Cuando alguien se escucha en un contexto normal, oye el sonido de sus cuerdas vocales amortiguado y amplificado por el propio cuerpo, sus cavidades, músculos, huesos. Básicamente, se percibe de manera diferente respecto a otros sonidos, porque nace del interior.
Pero al escuchar la propia voz grabada, se la escucha tal y como se escucha la de otras personas, registrando las ondas que asimilan los tímpanos y llega al nervio auditivo. Cuesta reconocerse en una grabación porque la percepción que se tiene de la propia voz es una versión distorsionada, en cambio la voz que se emite es la voz limpia.

Es por ello que, cuando se oye la propia voz grabada se siente un golpe al auto concepto, porque se que uno de los pilares de él, la voz, no es como se cree. Asimismo este cuestionamiento hace dudar de otros factores que forman parte del auto concepto.
También incomoda el hecho de saber que esa voz que no se reconoce como propia es la que escuchan los demás. Aunque normalmente el desagrado surge, no porque sea molesta, sino porque no concuerda la voz que cada uno escucha con la misma voz grabada.

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