Apuntes de siembra

Actividades extracurriculares: ¿es bueno qué las agendas de los niños estén cada vez más cargadas?

Arrancó el año escolar y con él la planificación de las actividades extracurriculares. “Quiero aprender piano, guitarra, hockey, fútbol, cocina, baile, pintura, etc…” y la lista sigue y se vuelve cada vez más extensa, y la oferta nos abruma a los padres. ¿Cómo encontrar el equilibrio?

Lic Magdalena Clariá y Mercedes Gontán domingo, 20 de marzo de 2022 · 10:09 hs
Actividades extracurriculares: ¿es bueno qué las agendas de los niños estén cada vez más cargadas?

Es cierto que la infancia es el mejor momento de la vida para aprender cosas nuevas, ya que el cerebro en formación es más receptivo a los distintos idiomas y disciplinas. Pero también es cierto que actualmente la jornada escolar es mucho más larga e intensa que antes, y ese cerebro tan receptivo, también necesita momentos de descanso y de regeneración celular para poder seguir adelante.

Es por esa razón que en el nivel inicial e incluso en los primeros grados de la escuela primaria las actividades tienen un tiempo de duración limitada, intercaladas con pausas o momentos lúdicos. La energía física de los más chicos también es limitada.

“Mi hijo tiene cuerda para rato, no para ni un segundo”. Aunque aparentemente los chicos parezcan estar llenos de energía, es cierto que no muestran el cansancio de la misma manera que los adultos.

¿Quién no ha visto un niño de 5 o 6 años “pasado de rosca”? ¿Qué significa esto? Que los pequeños ratos de descanso a lo largo del día no fueron suficientes, o que el horario de ir a dormir se pasó y los estímulos aún continúan alrededor de él, sin enviarle a su cerebro la señal de “es hora de empezar a bajar el ritmo y prepararnos para el descanso”. Entonces el cerebro, intentando compensar, “abre el tanque de reserva” y utiliza las últimas energías que le quedan, dando la impresión de que todavía puede continuar cuando en realidad lo que necesita es frenar. El resultado es un niño sobreexcitado, inquieto, que necesita “subir el volumen” para no quedarse dormido. Tiene menos tolerancia a la frustración y por lo tanto se vuelve más caprichoso y demandante. Y no lo demuestra de la misma forma que lo haría un adulto. No se le cierran los ojos ni se mueve más lentamente. Al contrario. Pero no significa que no esté agotado.

Nuestros hijos necesitan tiempo de esparcimiento libre, sin reglas ni horarios, en su casa, en su cuarto con sus juguetes

Dicho todo esto, tratemos de elegir pocas actividades extra escolares, más aún para los niños que concurren a jornadas de doble turno que abarcan entre 8 y 9 horas diarias, igual que cualquier trabajo full time del mundo adulto. Intentemos no llenarles la semana de cosas y sobre todo no forzarlos a sumar más de lo que pueden manejar. Elegir aquello que harán junto con ellos y de acuerdo a sus habilidades e intereses. Dejarlos probar con la posibilidad de abandonar si no les termina de satisfacer, pero también enseñando la constancia y responsabilidad en las cosas que emprendemos. Somos los adultos ahí quienes tenemos que actuar de moderadores.

Pueden probar un deporte y resultar muy buenos en él. Pero eso no significa que vayan a federarse y dedicar su vida a eso. Son chicos, y la infancia es el momento de ir probando distintas actividades, justamente para ir entendiendo lo que más me gusta o me sale mejor. Pero no todas a la vez…

Todos necesitamos llegar a casa, sacarnos los zapatos y relajarnos en algún momento del día. También nuestros hijos. Ellos además, necesitan tiempo de esparcimiento libre, sin reglas ni horarios, en su casa, en su cuarto con sus juguetes. Se llama juego libre y simbólico, y lamentablemente cada vez existe menos. Lo hemos ido llenando de pantallas y actividades extras que los niños no necesitaban en un principio.

En la escuela y en las actividades extras suele haber reglas y horarios que cumplir. Maneras de comportarnos. En esto también los chicos ponen esfuerzo físico y cerebral, y pierden esos momentos más libres, en su propio espacio y con las personas de más confianza, que tanto necesitan.

Disfrazarse, jugar a las muñecas, construir con bloques, dibujar, bailar o cantar. Lisa y llanamente.

Es también una tentación de algunos padres que los chicos ocupen el mismo tiempo que ellos en su jornada laboral para que no estén “aburridos en casa” o les permitan hacer sus propias actividades. Aquí dos ideas: 

La primera es que el aburrimiento es importante, diríamos incluso necesario para el desarrollo neurológico de los chicos. Los niños que tienen tiempos de aburrimiento desarrollan mejor y de manera más completa su inteligencia, creatividad y pensamiento abstracto. Es en el aburrimiento donde surgen las mejores ideas. Es cierto que las cuestiones logísticas se complican a veces, pero intentemos que pasen la mayor cantidad de tiempo en casa, y que sea también para ellos un lugar de disfrute. 

Por otro lado, es un privilegio para nosotros como padres, el poder compartir también con ellos pequeños momentos en lo cotidiano, observarlos jugar y divertirse, crear y tener su mundo infantil sin tanta intervención de un sistema reglado externo. Vincularnos, conocerlos y maravillarnos con ellos y de ellos.

Ojalá este año podamos revisar las agendas de los más chiquitos y que no se vuelvan más abultadas que las de un ejecutivo de empresa, y nosotros los adultos, que no limitemos nuestro tiempo compartido con ellos a llevarlos y traerlos de sus actividades extracurriculares. 

La pandemia durante mucho tiempo nos obligó a permanecer en aislamiento, y nos demostró lo importante que eran para nosotros y nuestros hijos, nuestros vínculos con el otro, el contacto con la naturaleza y cada una de nuestras actividades. Pero no nos olvidemos que también nos permitió redescubrir un disfrute especial en el “quedarnos en casa”. Ojalá sigamos encontrando, en nuestras jornadas estos momentos que tanto bien nos hacen a grandes y chicos.

*Magdalena Clariá es Licenciada en Psicología y Mercedes Gontán, abogada, Mediadora y Orientadora Familiar. Juntas hacen Apuntes de siembra

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