Recomendador serial

Tom Waits, un artista para sillonear

Qué lindo volver a esta sección donde alguien me recomienda, y te recomienda, un músico para entrar en su mundo. En este caso le pedí a mi amigo y músico Martín Elizalde, excantante de Falsos Profetas y actual solista.

Diego Villanueva jueves, 10 de febrero de 2022 · 09:48 hs
Tom Waits, un artista para sillonear

Martín Elizalde es un gran artista que si no lo escuchaste ya te recomiendo que lo hagas (esto ya sería una recomendación dentro de otra, ¿no?). De hecho la mejor manera de escucharlo a Elizalde es en vivo y va estar tocando en Buenos Aires el próximo Jueves 16 de Febrero en Lucille. Con Martín compartimos bastantes gustos musicales bien variados que van de Wilco a Calamaro, pasando por Sabina, Estelares y obviamente su propia música.

Martín Elizalde es el invitado de Diego Villanueva para presentar a Tom Waits, un artista para sillonear 

Cuando charlamos por esta nota salió el nombre de Tom Waits, un personaje que me fascina y que me gustan muchos temas, pero me falta un empujón para terminar de conocer su obra y su historia, para pasar a otro nivel de oyente. Martín comenzó a contarme de Tom directamente desde que se sentó al piano por primera vez. Me contó que empezó a tocar piano porque a comienzos de los 90’s los grandes héroes de la canción local eran pianistas, empezando por Andrés Calamaro, su mayor influencia.

Viajando al primer Calamaro, ni siquiera al de los Abuelos, sino al de la banda Raíces, me cuenta que la década del 70 es la de los pianistas en el rock. "El sonido, los arreglos, las canciones… su sensación es que en esos pocos años inventaron el lugar que tenía que tener el piano en el rock. Claro, antes habían estado Jerry Lee Lewis, Little Richard y otros gigantes más, pero la figura del piano man se inventó en los setenta: Elton John, Randy Newman, Billy Joel, Warren Zevon… hasta un tipo como David Bowie, a quien uno no asociaría con el piano, sacó una animalada de disco como Honky Dory con pianistas descomunales y un sonido fundacional para ese estilo de canciones", me escribe mientras leo fascinado y aprendo algo nuevo.

Tom Waits, en su faceta de actor

Como pasa muchas veces, el piano estaba en tendencia pero siempre hay un distinto, un diferente, un lado B. Eso es lo que me queda de lo que sigue contándome Martín: "En paralelo a todos estos entrañables piano man se cocinaba la figura de un tipo que tocaba en bares de Los Ángeles. Siempre al piano, un poco folk, un poco Dylan, un poco romántico, un poco pendenciero, pero siempre con la mirada puesta en la calle. Sus primeros discos (excepto el debut Closing Time) hasta comienzos de los ochentas, fueron producidos por Bones Howe, un tipo con una formación bastante clásica que venía de laburar con Elvis, Sinatra, Ella Fitzgerald, Jerry Lee Lewis (hablando de próceres) y otros gigantes". 

"Bones acompañó la transformación de aquel Tom Waits iniciático, con una voz todavía amable, cálida y sedosa, al Tom más roto y desesperado, el de fines de década, el de Heartattack and Vine, porque si hay algo que necesitás saber cuando vas a abordar la obra de Waits es que hay muchos", me aclaró Martín y agregó: "Y todos son geniales. Una particularidad que tenía Bones, es que todos los músicos tenían que grabar en vivo. Solía decir que la mejor manera de lograr un buen balance entre los instrumentos era que los músicos se pudieran escuchar bien en la sala. Que se acomodaran ellos solos. Después, sólo era cuestión de poner bien los micrófonos y lograr una buena toma". 

Tom y su piano que se dice que se emborrachaba a su par

Hablando de las voces de Tom Waits, que son varias, y sus discos -que son aún más-, le pedí una pequeña guía que separaré por pequeños títulos.

  • Voz de una sola cerveza. Los discos que van desde Closing Time hasta Small Change, pasando por The Heart of Saturday Night y el registro en vivo Nighthawks At The Dinner, tienen esta cosa más limpia, acústica y folk, aunque sobre Closing Time ya empiezan a adivinarse algunos raptos de aullidos contenidos o de fraseos beboperos como recurso para narrar historias, exhibiendo a Waits como un crooner epiléptico enamorado de la luna
  • Voz de cinco whiskys. En Foreign Affairs, Blue Valentine y Heartattack and Vine tenemos otro Waits, uno más jazzero, más oscuro, más cronista, menos cantante y más decidor. Y en paralelo, ya con varios discos al hombro, uno empieza a adivinar a un Waits más seguro de lo que quiere. 
  • Influencias de Tom Waits. Una de sus grandes influencias no venían de la música, sino de la literatura: Jack Kerouac, Allen Ginsberg, William S. Burroughs, Neil Cassady y toda la colectividad Beatnik, con su ritmo, su velocidad, con su bebop, con su libertad y desparpajo a la hora de romper con lo que habían construido sus predecesores. De ahí nace un artista que no solo canta, sino que lee mucho, y hasta se anima a la actuación.
Tom Waits con el Poeta Beat Allen Ginsberg
  • Tom en los ochenta. Martín me cuenta que un día lo sentó a Bones Howe y le confesó que a la hora de escribir canciones lo hacía pensando en si él se las iba a aprobar. Ahí fue cuando Howe le dijo que entonces ya no tenían que seguir trabajando juntos, porque un músico, y más uno con el carácter de Waits, nunca tiene que pensar en los demás a la hora de escribir. Así arrancó la década que fue celebrada años más tarde, pero infame en muchos sentidos. Mientras todos iban en una dirección, Tom Waits dejó, tal vez, una de sus mayores enseñanzas artísticas (aplicable tal vez, y por elevación, a estos tiempos de cambios estéticos): producir un disco llamado Swordfishtrombones. A contrapelo del glamour, de las luces, de los brillos, de los sintetizadores, de los sonidos ultra procesados, él se encerró en una caverna y nos aulló su vida desde ahí adentro. Lobo herido, lobo todavía fuerte, lobo enojado, lobo sensible. 
    En ese disco tan raro, Elizalde me cuenta que Tom Waits inventó un nuevo mundo, un mundo que no abandonaría más. Rain Dogs, Franks Wild Years, Bone Machine, Big Time, Mule Variations, hasta la música para obras de teatro como Alice o Blood Money. 
El disco de nombre imposible que marcó su mundo tan característico.

Para terminar, Martín me confiesa -quizás desde su piano melancólico- que "Tom Waits es mucho más que su obra, es un faro de cómo se puede seguir siendo auténtico aunque el mundo a tu alrededor hable otro idioma, tenga otros gustos, viva otra vida. Por eso, y volviendo a mis inicios en el piano, no me llama la atención que cuando agarro la contratapa de Nadie Sale Vivo de Aquí, de Andrés Calamaro, uno de mis discos favoritos de todos los tiempos, y -casualidad o no- uno de los primeros que escuché, leo que en los agradecimientos está Tom Waits. No tengo estampitas en mi estudio, pero de tenerlas seguro tendría una de Pugliese y una de Tom. Para tener suerte, para no traicionarme, para hacer la música que tengo ganas de hacer. Y para cerrar, no importa si todavía no te gusta del todo la música del viejo Tom, su obra siempre va a estar ahí, esperándote, con paciencia, porque -si me disculpan el chiste gastado- Tom Waits".

No sé a vos, pero conociendo su historia y la influencia que tuvo en este amigo cuya música tanto me gusta, a mi ya me convenció para entrar en ese mundo, en esa cueva, o en ese bar, llamado Tom Waits. Obviamente le pedí una playlist porque no hay nada más triste que un bar sin música de fondo. Y me hizo un tema por disco, impecable.

*Diego Villanueva es autor de "Casi 30 artistas para antes de dormir".

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