Arte y cultura

Vandalismo burgués

Desde hace unos meses se vienen registrando ataques en museos de Europa (también en otros lugares) contra obras de alto valor artístico y económico. Los agresores son jóvenes que proclaman que lo hacen para concientizar sobre el problema del calentamiento global.

Carlos María Pinasco
Carlos María Pinasco domingo, 11 de diciembre de 2022 · 09:10 hs
Vandalismo burgués
Goya en el Museo del Prado.

El movimiento viene “in crecendo”. Las primeras acciones consistían en adherirse a las obras, luego comenzaron las pintadas y embadurnes con distintos materiales (incluido comida). Al inicio los cuadros atacados estaban protegidos por vidrios, pero recientemente una escultura de Charles Ray, en el exterior del Museo Pinault de París fue directamente enchastrada en superficie.

La imperiosa necesidad de afrontar el tema ambiental está fuera de discusión. A nivel global las más altas autoridades vienen buscando soluciones al problema. Cierto es, que con pocos resultados. Tampoco puede desconocerse que hay fuertes intereses encontrados.

Girasoles de van Gogh

Ahora, la pregunta que cabe es: ¿el daño al arte, en qué contribuye? En palabras del recientemente designado ministro de cultura italiano: "Somos un país democrático que hace posibles todas las formas de protesta. Si quieres protestar por el medio
ambiente hay muchas formas, pero no puedes dañar una importante obra de arte.” Debe decirse que hasta ahora las pinturas atacadas no sufrieron daño permanente. La escultura de Ray tampoco. Pero un encuentro reciente de los responsables de los mayores museos del mundo quedó en claro la profunda preocupación por el riesgo existente.

Charles Ray en las afueras del museo Pinault en París.

Las medidas de prevención que pudieran tomarse son onerosas, molestas y de resultado dudoso. Un control a los visitantes del museo del tipo del que se practica en los aeropuertos por ejemplo, sería impensable. Re enmarcar la totalidad de los cuadros de las colecciones públicas europeas poniéndose vidrio sería costosísimo. Ni que hablar de cubrir las esculturas. Las legislaciones vigentes parecieran no tener penas suficientemente disuasivas. Embarcados en una “causa crucial” los agresores (que se apresuran a promocionar el nombre de la organización en la que actúan y tienen a vez financiación de organizaciones internacionales que manejan presupuestos millonarios) se venden como jóvenes altruistas que combaten por
la salvación del planeta.

Sospecho que hay otro abordaje que no debe desdeñarse al analizar el fenómeno. El “arte contemporáneo” ha acogido a no pocas manifestaciones que tienen algún parentesco con este vandalismo burgués del credo ambiental. Recordemos que en octubre del año pasado se remató en Londres una pintura de Banksy que, ni bien cayó el martillo, se autodestruyó.

El marco escondía en la parte inferior un mecanismo que dejó convertido el lienzo 28 tiras verticales. Se especuló luego que el valor “Love is in the bin” (así se llama) se duplicó tras la performance. El precio de venta había sido cercano a los 22 millones de dólares.

Bansky, “Love is in the bin” destruyéndose.

El mismo Bansky se movió durante mucho tiempo en la semiclandestinidad, traspasando más de un límite. Mike Winkelmann, que firma con el pseudónimo de Beeple, quien el año pasado vendió un NFT récord en Christie's por $ 69,3 millones no tardó mucho en publicar en su cuenta de Twitter una foto intervenida de los girasoles de Van Gogh agredidos.

Son solo un par de indicios que bien podrían leerse en el sentido de que en algunos estratos de la contemporaneidad hay una mirada empática hacia los desbordes. No me extrañaría ver en la tarima de alguna subastadora o en alguna plataforma un NFT de alguno de los episodios que comentamos. Y al mercado apoyando. Nada nuevo bajo el sol.

Para terminar, recordemos a nuestro querido Nicolás García Uriburu, un verdadero artista de convicción ecologista que en 1968 (hace más de medio siglo) tiñó los canales de Venecia, en plena Bienal, de verde fosforescente, para defender a la naturaleza sin dañar al pasado.

Carlos María Pinasco es consultor de arte.

carlosmpinasco@gmail.com

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