Cómo la forma de comunicarse de Alberto Fernández demuestra su agotamiento

Alberto Fernández llegó a la presidencia en diciembre de 2019, al poco andar se vio obligado a confrontar con una situación que ni el propio mandatario había vivido antes. La pandemia de coronavirus paralizó al mundo y la incertidumbre reinó en todos los rincones del planeta. En esta época, la comunicación fue imprescindible para explicar los alcances y consecuencias de esta situación.

Al comienzo, hubo un gran consenso entre los diferentes sectores políticos y la aprobación presidencial fue muy alta entre los argentinos, aunque luego empezó a decaer. Lo mismo pasó con el humor y la comunicación de Fernández. Mientras en los primeros meses brindaba una conferencia de prensa cada 15 días, luego se empezó a extender y los comunicados se trasladaron a las redes sociales o a otros voceros.

Uno de los momentos que más tensión generó en este sentido fue la advertencia semanas atrás de que podría firmarse un DNU donde se establecería un toque de queda nacional para evitar la suba de casos de coronavirus. La alerta surgió cuando el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, lanzó en declaraciones a la prensa esta posibilidad. Sin embargo, ante el descontento se volvió atrás y el Decreto solo contó con recomendaciones.

"En general este tipo de comunicación se realiza para medir cualitativamente en la opinión pública la posibilidad de tomar determinadas medidas, a priori impopulares pero donde no se tiene claro cuál será el impacto y filtrándolo trata de averiguarse la posible reacción de los ciudadanos", dijo en aquel momento la consultora política Daniela Aruj.

Tal como lo expresó ella, la comunicación política no está librada al azar y eso bien lo sabe Mario Riorda, docente, politólogo e investigador especializado en comunicación, que en diálogo con Mdz dijo al respecto que "usar el espacio publico para especular con las posturas en realidad no es bueno para garantizar encuadres y termina confundiendo".

"Desde que empezó la pandemia, el presidente cruzó el exitismo y se convirtió en el propio sistema de comunicación gubernamental. Eso en parte fue menguando, especialmente a partir del caso Vicentin en adelante, lo que permitió que distintas voces competentes empezaran a hablar. Eso es bueno en términos de comunicación de riesgo, salvo por el exceso de contraste con el inicio respecto de lo que es actualmente", dijo Riorda.

El agotamiento se fue acumulando durante todo ese tiempo y se ha transparentado en irritabilidad. "El presidente pasó de ser aquel que llegó intentando unir a los argentinos a un presidente qué está agotado, que a mi entender intentó llevar adelante de la mejor manera la gestión más difícil de la historia por la pandemia y cuyos resultados no han sido buenos", dijo Aruj.

Pero a este complejo rol se le suman diferencias dentro del peronismo. "Es un presidente que tiene la difícil tarea de liderar un espacio que, lejos de ser uno solo, está partido en muchos pedazos". "Está cansado, preocupado con malos resultados en términos de salud, en términos de economía y que debe enfrentarse y medirse a una elección legislativa en muy pocos meses", resaltó la consultora política.

Otro de los puntos que se han dejado ver, han sido mensajes de enojo y confrontativos, sobre todo en las redes sociales, algo que los especialistas en la comunicación política no recomiendan. "En un clima pandémico, es sumamente importante que el Presidente adquiera cierta institucionalidad discursiva en los modos y la calidad argumental para hablar en contra de algo o alguien", dijo Riorda. "La grieta no deja de ser una forma de confort que garantiza aplausos muy rápidos pero también condiciona con techos muy rápidos", comentó.

Con esto coincidió Aruj al manifestar que "en general en este gobierno tanto desde jefatura de Gabinete, como desde algunos actores con mandato y en gestión que tenían el rol de comunicar a los propios se confundieron en los roles". Por eso recordó que "cuando el Presidente asume su gestión lo hace para el 100% de los argentinos, no sólo para los propios".

Sin embargo, a pesar de los errores y aciertos en la gestión comunicativa, esta no es la única razón por la que Alberto Fernández va perdiendo apoyo. "Difícilmente la comunicación sea la variable por la cual la gente hable bien o mal de un gobierno. Achacar la aprobación de un gobierno estrictamente a la comunicación seria un error, sin embargo, esta es la propia política tal cual la vemos, por lo tanto es el modo en que se percibe a las gestiones y los liderazgos", concluyó el consultor Mario Riorda.