Historias de superación

Un matrimonio vivió una fuerte crisis y así descubrió su vocación

Paula y Pablo se conocieron en un lugar que rompió los prejuicios que tenían. Luego de un éxito musical y una crisis matrimonial, descubrieron su misión desde eso que les hacía tan bien: la música. Junto a Trinidad, la hija que no llegó a nacer, y Agustín, a quien tienen en guarda, comparten su don.

Giza Almirón sábado, 25 de diciembre de 2021 · 17:20 hs
Un matrimonio vivió una fuerte crisis y así descubrió su vocación

Paula Remis es una salteña de 40 años que, al terminar la secundaria, se fue a estudiar Psicología a la capital cordobesa. Luego de haber atravesado una adolescencia alejada de Dios y cuestionando a la Iglesia, se encontró con un templo lleno de jóvenes, un coro enorme, un cura haciendo una obra de teatro y mucha gente sentada en el piso en medio de una misa. Córdoba nuclea a estudiantes de todo el país, por su amplia oferta universitaria y fue esto lo que permitió que Paula conociera a Pablo Barros, un cordobés que también estaba cursando la carrera de Psicología.

No se conocieron en la facultad, sino en esa parroquia en la que Paula sintió Dios le rompió todos sus prejuicios, según ella misma dice, y donde tanto ella como él conocieron a la Iglesia viva. Y fue también la música la que la convocó, como a Pablo, quien cuenta que ese fue “un modo de desarrollar un talento y un don que no sabía que tenía”. Este don es lo que compartieron en las distintas actividades que empezaron a hacer con esa parroquia, visitando hospitales y geriátricos, por ejemplo. Pablo dice que Dios lo sedujo a través de la música y que con Paula le pasó algo similar: “Me impactó su voz, su forma de ser y de pensar”.

Pablo y Paula se encontraron en la música, esa pasión que los unía

Finalmente se casaron y viven actualmente en la ciudad de Córdoba. Trabajan en un colegio poniendo en práctica su profesión, la psicología. Paula, además, se lanzó como cantante de distintos géneros que, como ella misma dice, “permiten expresarse libremente”: baguala, blues, góspel, rock. Esta salteña sacó un disco como solista, en el que Pablo la acompañaba con su talento: piano, percusión y vientos. Viajaron por distintos lugares –entre ellos, México– presentando ese disco y se encontraban con mucha gente que les decía: “Qué lindo es ver un matrimonio hacer música juntos”.

Fueron así descubriendo su llamado a una misión en conjunto, “haciendo la música que nos hacía bien a los dos”, según cuentan. Tenían, además, el anhelo de formar una familia. Trinidad es la hija que no llegó a nacer y es en quien se inspiraron para bautizar su grupo musical, que lleva su mismo nombre. “Tener este ministerio de música con su nombre es un modo de agradecer”, dice Paula. Desde 2013 se dedican a hacer música católica con un elenco de músicos que varía, pero con sus voces siempre alabando a Dios. “En cada ensayo, oramos y, de paso, sanamos porque la oración comunitaria sana”, cuentan.

Hace cuatro años, este matrimonio se inscribió para adoptar hasta tres niños de hasta 6 años, teniendo en cuenta que cuando son hermanos es más difícil ser adoptados. Cuando eran jóvenes, ya pensaban en esta posibilidad, aunque pudieran tener hijos. Hoy ya hace un año y tres meses que están caminando junto con Agustín, de 9 años, y su peluche Tobi. Cuando iban a visitarlo al hogar, llevaban la guitarra y generaron un vínculo desde la música. Tal es así que su próximo proyecto es grabar la canción de Agustín: “La hicimos entre los tres. Queremos que sea un testimonio de superación, de que el amor salva”.

Paula, Agustín y Pablo se eligen como familia

Encuentro y Misión es otro de los proyectos que este matrimonio lleva adelante. Hace 13 años que más de 50 abuelos asisten a este hogar de día que fundaron, donde se realizan talleres de biodanza, canto, folklore, teatro, entre otras cosas. “Un espacio para que salgan de su soledad y puedan encontrarse con otros”, así es como definen a este hogar al que a lo largo de estos años han asistido tanto mayores en situación de calle y también quienes viven en countrys. “La soledad no tiene distinción”, afirma Paula. Con el anhelo de que el grupo sea un estilo de vida, la pareja cuenta que “no solo vienen a ser servidos, sino que servimos entre todos, como una gran familia. Todos ayudamos a poner la mesa, a ordenar”.

La invitación que hacen con su testimonio es que cada persona se anime a explorar su don y ponerlo al servicio, como dicen: “Conectar con aquello que tiene más sentido y deja el corazón pleno”. Esta invitación es desde los dos lugares que sienten como vocación: “Desde la música y también desde la familia. Hay muchos niños que necesitan ser amados. Hay que animarse a ser familia de un modo distinto a como uno la tiene planificada”.

El amor, en parte a través de la música, es lo que los ha salvado. “Atravesar esta cruz en común de no poder dar a luz un hijo propio fue una crisis. Desde la psicología, sabemos que toda crisis trae tensiones y aires nuevos”, cuentan Pablo y Paula. Dicen, además, que la oración matrimonial los rescató: “Somos psicólogos y tenemos comunicación, pero la oración se hizo más fuerte cuando nos tocó atravesar la tormenta. La oración es desnudar el corazón, poder abrazar la vida del otro”.

Su deseo para esta Navidad es “conectar con la mirada que Dios tiene hacia cada persona, que vuelva a vibrar el principio y fundamento inicial de nuestras vidas, y que Jesús nos siga guiando a ser familia”.

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