Triple impacto

Crearon un proyecto sustentable para dar trabajo a mujeres y reutilizar descartes

Daravi es una fábrica de productos hechos a partir de descartes impulsado por Lorena Núñez y Rocío González quienes antes de volcarse a este emprendimiento fundaron Greca y Totebag, dos Empresas B certificadas de Argentina.

Candelaria Reinoso miércoles, 22 de diciembre de 2021 · 19:35 hs

Lorena Nuñez y Rocío González se conocieron en el Centro Metropolitano de Diseño cuando desarrollaban sus primeras marcas: Totebag y Greca. La primera es diseñadora en Comunicación Visual y la segunda, arquitecta. Ambas tenían productos comprometidos con la sustentabilidad: una fabricaba bolsas compactas reutilizables y la otra objetos y accesorios hechos con botones de descarte. Pero en 2015 su asociaron y fundaron PAPA Studio, un estudio desde el que un equipo de mujeres trabaja para accionar proyectos desde el diseño con foco en triple impacto (social, ambiental y económico).

Durante 2016 unieron sus marcas de producto bajo una sola marca y en diciembre de ese año abrieron Daravi Fábrica con el objetivo de generar oportunidades de trabajo a partir del reúso de materiales con foco en mujeres. La firma fue certificada en 2018 como Empresa B.

La materia prima con la que trabaja Daravi son todos los descartes a nivel industrial que reciben de las donaciones de otras empresas.

“En Daravi nos dedicamos a crear productos de diseño sustentable. Reutilizamos materiales de descarte y priorizamos el diseño de productos con larga vida útil. Resignificamos y utilizamos descartes industriales para crear nuevas líneas de productos de decoración, textil y accesorios” cuenta Lorena Nuñez.

“Cuando creamos la fábrica la bautizamos Daravi por una ciudad de la India a la que viajamos con mi socia en 2016, Dharavi. Allí vimos la mezcla cultural, el trabajo puesto en marcha y una colmena de emprendimientos. La basura se convertía en nuevos objetos, la gente encontraba allí su trabajo y lo realizaba con mucha honra. En ese lugar, en el medio de Mumbai vimos una gran fábrica de productos a partir de descartes y nos la imaginamos en nuestro país. Elegimos el nombre como una forma de mostrar que se pueden revitalizar comunidades utilizando el descarte de las industrias de empresas”, explica la co-fundadora.

Dharavi es una localidad de Mumbai, Maharashtra , India, considerada uno de los barrios marginales más grandes de Asia.

Ambas socias comenzaron este proyecto con el objetivo de dar trabajo a aquellas personas que más lo necesitaban. Comenzaron trabajando con cooperativas de sectores vulnerables en toda la confección de accesorios y empleando talleres en épocas de baja estacionalidad para garantizarles ingresos durante todo el año.

La fábrica queda en el Distrito Tigre Sur, en la anteúltima estación del Tren de la Costa. Ambas socias entienden el foco en las mujeres como un potenciador del desarrollo social, por lo que eligen generar nuevas oportunidades a las mujeres de la zona y profundizar en su capacitación y acompañamiento. “Las mujeres que trabaja con nosotros lo hacen de forma individual, en redes de costureras o en talleres. Verificamos cómo trabajan y las condiciones del ambiente, además si llevan trabajo a su casa tienden a capacitarse antes en Daravi. Obligatoriamente están regularizadas, ya que somos una empresa certificada, esa es nuestra filosofía”, asegura Nuñez.

Daravi prioriza la fabricación de aquellos productos con más alto porcentaje de descartes, de gran trabajo manual y simples para hacer en escala.

La diseñadora explica que su forma de trabajo es generar una gran red de mujeres que sepa hacer sus productos, entonces cuando una gran empresa demanda grandes cantidades de unidades, contactan a varias de esas mujeres y les proveen los materiales necesarios. “Les damos el corte terminado, la estampa, los colores de los cierres y las etiquetas para que lo trabajan. Nos muestran cómo van quedando y nosotros hacemos el armado final y entrega del producto. Esto respecto a la línea textil, en eco-mármol se produce todo en fábrica y las mujeres se encargan solamente del ensamblaje”, explica la cofundadora.

Sus productos son para aquellas empresas que quieran generar un impacto positivo con sus compras, aquellos emprendedores, empresas y organizaciones que buscan soluciones sustentables y escalables para su cadena productiva. “En el 2021 trabajamos con 67 empresas, incluyendo a Cervecería y Maltería Quílmes para la creación de posavasos para toda su cadena de distribución. También nos compran varias Empresas B certificadas”, cuenta Nuñez.

Sus diseños son simples y estéticos, de baja complejidad y fácil replicabilidad.

“Desde que arrancamos tenemos el lema de "hacer para dar": el objetivo de la fábrica es dar trabajo y oportunidades a mujeres, y el hacer tiene que ver con crear productos con conciencia ambiental y social. En lo conceptual somos una fábrica de “economía circular”. El concepto de ser Empresa B y haber trabajado con esa comunidad nos permite entender que nuestro propósito es el que mueve todo el proyecto. No nos compran por la utilidad de nuestros productos sino principalmente por todo el concepto que hay detrás de la marca”, señala la diseñadora. 

Con respecto al crecimiento durante estos 5 años, Nuñez asegura que dentro desde pensar, diseñar y dirigir la fábrica lo que más enorgullece a las socias es la manera en que lograron adaptarse para cumplir su propósito y crecer a gran escala. “Todos los años superamos los objetivos, le damos trabajo a más mujeres, incluso ahora estamos pensamos en cómo potenciar la educación de sus hijos. Creemos en el poder del mercado para transformar las realidades y generar impacto positivo y nos sumamos a este movimiento, aliándonos con empresas que acompañan la nueva economía”, asegura Nuñez.

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