Travesticidio en Guaymallén

El asesinato de Melody, o por qué algunas mendocinas viven tan poco

La muchacha que mataron el sábado tenía solo 27 años. Su fallecimiento dista de ser una casualidad. Según cifras oficiales, la expectativa de vida para las travestis equivale a la mitad de la que tiene el resto de la población. Mueren a tiros, por abandono social o por ambas cosas. Un caso testigo.

Facundo García
Facundo García martes, 1 de septiembre de 2020 · 16:13 hs
El asesinato de Melody, o por qué algunas mendocinas viven tan poco
Muy joven Melody fue atacada con ensañamiento.

El sábado a las cuatro de la mañana, alguien disparó seis tiros sobre Melody Barrera, una chica travesti de 27 años que estaba ganándose el pan como trabajadora sexual en Costanera y Correa Saá (Guaymallén). No fue, seguramente, la primera agresión que recibía la muchacha: la población trans-travesti de Mendoza vive en la marginalidad. Expulsadas de sus casas, fuera del mundo laboral, sin casa ni dinero para pagar un alquiler, la sociedad las arroja literalmente a la basura. A esas madrugadas de invierno esperando al lado de una autopista, expuestas a patotas, a abusos de poder y a insultos que parecen infinitos. Y una noche se mueren baleadas, golpeadas, enfermas. O simplemente de tristeza.

Todavía no se conocen detalles sobre lo que ocurrió con Melody. Se habla de varias hipótesis. Es posible que el ataque se deba a una interna por cuestiones "de territorio"; aunque también pudo tratarse de un cliente, o una ex pareja. Las posibilidades son tan amplias como la cantidad de violencias que sufren estas mujeres.

Por lo pronto, la investigación que lleva adelante la fiscal de Homicidios Andrea Lazo apunta a un posible "travesticidio". Y el matiz no es menor, ya que desde distintas organizaciones se viene reclamando por esta figura, que se refiere a aquellos homicidios agravados por el género específico de la víctima. En otras palabras, un crimen de odio contra las travestis.

Pero, ¿cómo es una noche típica para estas mendocinas de clase obrera? 

La muerte social

Para entenderlo vale la pena revisar algunas cifras. Según reportan varios grupos activistas, este año se han producido en Argentina al menos 62 travesticidios. La expectativa de vida de esas mujeres, de hecho, no supera los 45 años. Es más: el promedio de edad de las personas trans que han muerto en 2020 no llega a los 40. Es la mitad de lo que espera vivir el resto de la población.

Y a pesar de que existe una gran cantidad de organizaciones que tienen miradas distintas sobre cómo y por qué debería existir más ayuda, en una cosa hay acuerdo: la muerte de Melody fue en buena parte un "travesticidio social", un fallecimiento que podría haberse evitado de no existir una cadena de exclusiones que se multiplica en hogares, escuelas, trabajos, etc.  

Encima, con la pandemia hay menos plata en la calle y menos clientes para aquellas que ofrecen su cuerpo en las esquinas. La competencia crece, y las discusiones. Como en aquel juego en el que se acaba la música y hay que encontrar una silla rápido, pero de madrugada, con más violencia y con un día más de comida como "premio".

"Al no existir una Ley de Inclusión Laboral para nosotras, nos condenan a la marginalidad"

La activista Lana Martínez (21) dice que lo que ocurrió el sábado es otra muestra de que el Estado está ausente. "Se nos sigue condenando a la marginalidad. No tenemos modo de insertarnos laboralmente: al no aplicarse una Ley de Inclusión Laboral para personas trans, quedamos afuera, prostituidas, en un ambiente que nos expone a las mafias y los destratos de la Policía".

Para Lana, no alcanza con la asistencia económica. "Queremos progresar, no solo sobrevivir. Nuestra identidad es una lucha constante contra un sistema que no nos reconoce", explica, y avisa que mañana desde las 15 ella "y otras travas autoconvocadas" están llamando a realizar una marcha en el kilómetro 0 a partir de las 15, "con distanciamiento y tapabocas", para que se haga justicia por la muerte de Melody. 

Cabe aclarar que la suya no representa a todas las posturas. Desde otras organizaciones han comunicado que apoyan el reclamo pero han decidido no marchar debido a las restricciones sanitarias vinculadas a la pandemia. 

Estructuras de la noche

En las calles hay varias modalidades. Existen algunos proxenetas importantes, que a veces -casi lúdicamente- dejan que las jóvenes se peleen por ingresar o mantenerse en su zona de influencia. Las chicas discuten, se desplazan. Y se pagan alquileres por las esquinas donde está la travesti, en general de modo semanal.

Incluso hay travestis "retiradas" que sin embargo siguen mandando dentro de su área de siempre, y entonces presionan a las chicas nuevas para que les den un porcentaje de la ganancia a cambio de ocupar ese espacio de la noche, en otra versión de lo que en ocasiones se denomina "pagar la plaza".

Hay mil variaciones. Como la de aquellas que lo resuelven distinto: le pagan a un guardia para que las cuide, y así logran mayor independencia. Aunque claro: para eso hace falta hacer más dinero, y entonces esa estrategia se complica en la medida en que la travesti se aleja de los modelos de belleza con "más demanda" dentro del mercado sexual.

Las más pobres siempre están más expuestas. En la primera línea frente a las violencias nocturnas.  

Recordar

"Hablamos de personas que han sido invisibilizadas. Eso permite que se las ataque con impunidad", reflexiona el sacerdote Daniel Forconesi. El religioso integra el Proyecto Guadalupe, una organización relacionada con la Iglesia Diocesana Mendocina y la Congregación Mercedaria que arrancó hace 15 años con el objetivo de "lograr la inclusión de mujeres en situación de vulnerabilidad".

"Encontramos que el sueño de ejercer un oficio o terminar la escuela habían quedado tapados por la prostitución"

Forconesi coincide en que existe una sucesión de muertes sociales que se producen antes del final violento que tuvo Melody. "Ellas vienen expulsadas de mil sitios, y entonces lo primero que es preciso es reconocer junto a ellas son todas las cosas valiosas que hay por debajo de esas etiquetas que les coloca la prostitución y la falta de oportunidades", cuenta.

"Después de romper ese velo aparecen capacidades que ellas tuvieron o soñaron tener. A veces se relacionan con un oficio, o el deseo de terminar la escuela. Generalmente encontramos que esas ganas habían quedado tapadas por la prostitución".

¿Qué habrá recordado Melody en sus últimos instantes? Por ahora, las cámaras de la zona ni siquiera arrojan pistas sobre quién la atacó. De todos modos los detectives no pierden la esperanza y siguen buscando testigos, huellas. Lo que será más difícil de averiguar son las ilusiones que quedaron truncas para esta chica a quien la sociedad arrastró a los márgenes para que agonizara sola, con seis plomazos encima, mientras los autos seguían circulando por la Costanera.


 

Archivado en