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En "modo patovica", la seguridad es inseguridad

El crimen en Villa Gesell no deja de abrir puertas a necesarios debates para evitar pérdidas como la de un pibe de 18 años. La seguridad en los boliches confirma que en más de un caso en lugar de ser parte de la solución terminan siendo noticia por sus excesos e impericia.

Rubén Valle
Rubén Valle sábado, 22 de febrero de 2020 · 08:20 hs
En "modo patovica", la seguridad es inseguridad

#Maridaje > Musicaliza esta columna Gerson Lizama con Travesía por los avellanos

 

El crimen de Fernando Báez Sosa, el adolescente que fue cobardemente asesinado a golpes en Villa Gesell por un grupo de rugbiers acéfalos, disparó desde aquel fatífico 18 de enero debates, opiniones y controversias de toda laya porque nos saca la ficha como sociedad con una elocuencia que no se da en situaciones más o menos similares.

Una de ellas, y para no abundar en un amplio menú tocado de oído, es el de la seguridad privada, y más precisamente la capacitación de los tristemente célebres patovicas (que comparten adn con algunos de los violentos rugbiers) y de todos aquellos responsables de garantizar el orden, la tranquilidad y la seguridad de cualquier tipo de evento.  

Esta semana, a través de MDZ, hubo un interesante cruce -que vale rescatar- entre Sergio Bruni, director ejecutivo del Instituto Universitario de Seguridad Pública, y Pablo Martínez, presidente de la Cámara Empresaria de Seguridad Privada e Investigaciones de Mendoza (CESIM). El tema en cuestión: la capacitación (o la falta de ella) de quienes tienen el compromiso de velar por la seguridad de los demás. 

Según datos del Registro Provincial de Empresas de Vigilancia Privada (REPRIV) actualmente hay en Mendoza unas 170 empresas habilitadas por el Estado y un amplio espectro laboral que incluye a unos 17.000 vigiladores con carnet y papeles en regla.  

Las empresas seguridad privada están reguladas por la Ley 6.441 y como parte de su alcance normativo el Estado Provincial debe cumplir con una auditoría permanente a través del REPRIV

En teoría, el vigilador debe pasar por una instrucción en cursos que se dictan en las universidades Maza y Aconcagua y en breve en el Instituto de Seguridad Pública, donde se forman los uniformados de la Policía de Mendoza. Con lo cual convivirán las dos caras de una misma moneda, como subrayan los referentes de ambos sectores.  

Una vez que el vigilador pasa por la instrucción accede a un carnet habilitante para trabajar. Para eso el susodicho debe ser mayor de 21 años y haber realizado un examen psicofísico. Sin embargo, hay casos como el del vigilador herido en Guaymallén el 4 de febrero que sólo tiene 18 años. 

Dos caras, misma moneda

Dijo Bruni: "Es muy común ver al personal afectado a los locales de diversión nocturna utilizando técnicas inapropiadas -por ejemplo las llamadas 'palancas al cuello',que pueden ser letales si son mal aplicadas- o bien vulnerar los protocolos más básicos -como conducir inicialmente a la persona conflictiva hacia una 'zona de enfriamiento', hasta que llegue al lugar el personal policial interviniente-. La causa principal de este problema es de toda lógica: falta de capacitación".

"Hoy observamos una colaboración cada vez más estrecha de la seguridad pública y privada. Los vigiladores privados en Mendoza duplican a los 9.000 efectivos que integran la fuerza policial. En base a este dato es que debemos preguntarnos: ¿semejante fuerza privada tiene la capacitación suficiente para contribuir eficazmente a la seguridad ciudadana? La profesionalización, especialización y jerarquización son factores determinantes en todos los ámbitos de la seguridad, tanto pública como privada: dos caras de la misma moneda".

Dijo Martínez: "A través de la escalada de violencia que ha vivido nuestra sociedad en los últimos 20 años, la interrelación entre el Estado y nuestras empresas se ha consolidado mucho más para formar y entrenar al vigilador con las exigencias de este complejo panorama, pero también para que nuestros agentes estén alertas para la prevención del delito y dar una contribución a la seguridad ciudadana... Es en el ámbito de la capacitación, en donde nuestro personal accede a clases con expertos en Seguridad, miembros de la Policía de Mendoza y donde se pone en juego hasta dónde llega la competencia de nuestros hombres".

De pocas pulgas

El referente de los privados asegura que  son entrenados en defensa personal, seguridad ciudadana, acciones tácticas y para que su actuación -abro textual- "sea bajo los principios de legalidad, razonabilidad y gradualidad, privilegiando las tareas, el proceder preventivo y disuasivo". Esto último, y volviendo al caso de Fernando o al del patovica que a principios de este mes noqueó a un hombre de 39 en un boliche de Balcarce, queda claro que no es un modus operandi habitual. La letra con sangre entra, podría ser el tácito mensaje.

Por hechos similares, en los últimos años se concretaron miles de denuncias ante el Registro Nacional de empresas y trabajadores de Control de Admisión y Permanencia (RENCAP). Este organismo recopila -vía web o por teléfono- las acusaciones y luego hace un seguimiento de cada caso. 

El 2109 concluyó con 1.107 denuncias a empresas y trabajadores de control de admisión en todo el país (46 correspondieron a Mendoza), tla como consta en la página de datos.gob.ar.

A manera de cierre, quede como anécdota ilustrativa del porqué la lupa no deja de estar puesta sobre la seguridad privada, la batalla campal en un café de Colón y España que desató una feroz interna gremial entre sindicatos de Vigiladores privados de Córdoba y Mendoza. Piñas, sillazos y hasta puntazos para dirimir una disputa política. ¿Debería sorprendernos entonces cuando los patovicas son el centro de la noticia?

 

#ElResaltador

Perdidos en la megalópolis

"Pensábamos que íbamos al encuentro de la aldea global y resulta que nos hemos extraviado en el laberinto de la megalópolis planetaria. Porque este mundo es una sola ciudad inmensa, una aglomeración humana descomunal, una contracción rapidísima sometida actualmente a la aceleración brusca del proceso de milenios de reunirse los seres humanos lo más juntos posibles... Es una megalópolis ilimitada y, por tanto, global. Eso quiere decir que ya no podemos acercarnos a los límites marcados por sus murallas y asomarnos a lo que queda fuera, y sentir por ello la protección de permanecer dentro. La incertidumbre, la amenaza, la intemperie ya no están extramuros. El enemigo ya no está fuera y no nos espera en el campo de batalla, sino que está en las calles".

[ Antonio Rodríguez de las Heras, catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid, en El País ] 


 

#LaDataFlora

  • ¿De qué viven las grandes empresas tecnológicas? Aquí la respuesta: 

 

#Tuiteado

 

 

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