Opinión: Seguridad alimentaria y sistema alimentario
El dicho “el hambre es tan viejo como la humanidad” hace referencia a una problemática que acompañó la evolución de nuestra especie en el planeta y cuyas manifestaciones aún se mantienen, incluso con importantes excedentes en la producción de alimentos básicos. Se señala que más del 10 % de la población mundial sufre serios problemas de hambre y desnutrición y una proporción mayor se encuentra sobrealimentada y malnutrida.
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Sobre la eterna y tendenciosa discusión sobre si falta producir alimento para cubrir las necesidades de la población mundial , la FAO concluye en Roma en 1966 que el hambre no es por falta de alimento y nosotros sabemos que Argentina constituye un claro ejemplo de que el hambre tiene poco que ver con la producción de alimentos; en “el granero del mundo” de principios del siglo XX y con millones de ha sembradas de cereales y oleaginosas a principios del siglo XXI, persiste y aún se incrementa la pobreza y la desnutrición.
Según la definición de la FAO, se entiende por seguridad alimentaria “cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico, social y económico a los alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfagan sus necesidades energéticas diarias y preferencias alimentarias para llevar una vida sana y activa”
Podemos traducir que la seguridad alimentaria no está dada solamente porque exista alimento, o sea se produzca, sino también porque esté disponible en forma continua y que las personas puedan acceder al mismo para su nutrición correcta y eligiendo su dieta.
Siguiendo los conceptos de la FAO, un sistema alimentario es la suma de los diversos elementos, actividades y actores que, mediante sus interrelaciones, hacen posible la producción, transformación, distribución y consumo de alimentos. De esta definición refuerzo que los sistemas alimentarios, además de abarcar acciones, involucran de manera activa a distintos grupos con diferentes intereses, que en algunos casos se integran para lograr objetivos y en otros son enemigos que complican el sistema. De todas maneras con fluidez o con obstáculos el sistema siempre está.
Entender un sistema alimentario es difícil porque el mismo está influido por factores económicos, geopolíticos, sociales y ambientales que cambian rápidamente complicando su entendimiento.
En la segunda mitad de la década de los 80 y durante la de los años 90 hubo muchas decisiones políticas que modificaron el poder de los distintos actores del sistema alimentario en el país. Un ejemplo concluyente es que en la actualidad pocas empresas manejan la mayoría de los eslabones del sistema alimentario, especialmente la distribución. Ejemplo de esto es que en la Argentina hay 7 firmas que aunque solo cuentan con el 15% del total de bocas de expendio a nivel país venden el 58% del total de alimentos y bebidas. En 20 años el supermecadismo de extiende y la distribución minorista cambia totalmente de perfil.
Este proceso fue llevando al cambio del patrón alimentario, acelerando la homogeneización de la llamada “dieta global” y la pérdida de identidad de los alimentos producidos en cada territorio.
La deslocalización de los alimentos
Hoy ponemos en nuestra mesa productos que recorren cientos de km, como es el caso de la leche y sus derivados y que dependen de un sistema de frío que no podemos controlar o de un uso desmedido de agroquímicos que día a día nos trae más preocupación.
La necesidad de tener productos que soporten estos traslados y sean apetecibles en las góndolas hace que muchas veces, se haga un uso excesivo e irracional de agroquímicos.
La comunidad no confía y por eso lava sus verduras y pela todo lo que trae cáscara, incluyendo al querido tomate, tan importante en nuestra alimentación.
El tema de la lejanía de los alimentos no es solo por lo citado anteriormente sino también por el valor del flete y su importante influencia en el precio de comercialización.
Entrando a la provincia de Mendoza, la agricultura local está sufriendo importantes cambios, no solo la tradicional vitivinicultura que de apoco pierde importancia económica en el producto bruto geográfico (PBG) y por lógica en el poder político, sino también la fruticultura, casi desaparecida y la horticultura que se defiende en su cinturón verde frente al ataque de la urbanización anárquica y poderosa que se queda con sus tierras.
En las reuniones con profesionales que aportamos al conocimiento de estos temas y especialmente a generar tecnologías apropiadas, nos preguntamos: la seguridad alimentaria en Mendoza de qué y de quien depende? , por qué no está en las agendas políticas y en los bares el tema de la alimentación como sistema? qué porcentajes de productos locales integran nuestra dieta? , estamos convencidos de defender nuestro cinturón verde?. la tecnología es la solución para tener seguridad alimentaria?
Ustedes después de leer estos comentarios, tendrán más preguntas. Espero que así sea y que pongan sobre “la mesa” el tema de la seguridad alimentaria y el sistema alimentario local.
Dr Jorge Silva Colomer, doctor en Ingenieria Agronómica