Salud

Dime qué comes: la seguridad alimentaria

Nuestro cinturón verde es centinela y proveedor de una enorme cultura alimentaria.

lunes, 18 de febrero de 2019 · 10:34 hs

Dime qué comes y te diré quién eres. Somos lo que comemos. Esta frase que data del siglo XIX, pertenece al filósofo alemán Ludwig Andreas Feuerbach. Hoy no es menos actual y verdadera. Su preocupación era la del efecto que tenían sobre la salud los malos hábitos alimentarios, sobre todo en los sectores más desfavorecidos de la población.

El tema tiene vigencia. Lo que comemos, como lo preparamos, dónde y con quién compartimos los alimentos, son elementos íntimamente relacionados con la identidad cultural y como tal, habla de lo que somos en la familia chica y en la grande: la sociedad.

Habla de si estamos comprometidos con el ambiente, si defendemos los derechos de los animales, si deseamos armonía en el universo o, por el contrario, si nada de lo anterior nos conmueve.

Una reconocida antropóloga nacional especialista en Alimentación, Patricia Aguirre, nos dice:

“Hoy el destino de las dietas del planeta tierra lo deciden los directorios de 250 empresas. Qué se va a plantar, cuándo y de qué manera, lo deciden esos gigantescos holdings que se encuentran en el otro hemisferio. La capacidad que tienen de ejercer presión sobre los Estados es directamente proporcional a su poder económico.”

Es grave, se trata de nuestro cuerpo, al fin y al cabo. De la presencia de comida, de su ausencia, de si la elegimos o no, de si creemos que la elegimos…

¿Elegimos lo que comemos?

Frente a un guiso de verduras, frente a una ensalada mixta o una compotera con ensalada de frutas, nos hemos preguntado alguna vez, ¿de dónde proviene?, ¿quiénes la producen?, ¿quién sembró esa lechuga, o aquél tomate?, ¿quién lo regó, lo cuidó, lo vio crecer, lo cosechó? ¿Cuantos kilómetros viajó ese zapallito italiano o redondo hasta llegar a nuestra mesa?

¿O los descargamos con una aplicación “delivery” en la puerta de casa?

Se dice también, que el hambre es tan viejo como la injusticia. Muchos somos los que creemos que es cierta la posibilidad de obtener cada vez más alimentos frescos e industrializados saludables, locales, de buena calidad y variados. En Argentina esto es muy factible, su territorio da posibilidades como en pocos lugares del mundo.

Los alimentos junto con la alimentación se constituyen en una gran síntesis de cada sociedad. La dieta de cada pueblo habla de sí mismo, y tanto, que se define a la alimentación como un hecho social total.

¿Qué significa esto?

Entre otros aspectos, que el hecho alimentario involucra múltiples aspectos y relaciones: los sistemas de producción, el ambiente, la biodiversidad, las dinámicas territoriales, la sociedad, la comunidad productiva, la evolución del paisaje, la salud y las identidades culturales.

Territorio-Cinturón Verde (CV)

El Enfoque Territorial nos ha ayudado a comprender que el territorio no es sólo un espacio físico-geográfico, se trata también, de una construcción social. De un conjunto de relaciones histórico- culturales, económicas, geoambientales e institucionales que dan origen y, al mismo tiempo, expresan una identidad, un sentimiento de pertenencia y un propósito compartido por actores sociales, de cuya comprensión depende la viabilidad de muchas de las estrategias de desarrollo.

El cinturón verde cuyano, mendocino y sanjuanino, es centinela y proveedor de una enorme cultura alimentaria. Preserva muchos de los elementos del territorio con sus historias y trayectorias fundidas a fuego lento por el trabajo agrícola, desde las culturas prehispánicas sumadas a los conocimientos aportados luego y hasta nuestros días.

Cada año, entre siembras estivales, invernales, de otoño y primavera se siembran y cultivan más de 45 especies de hortalizas pesadas y livianas. Parten cada día de las chacras hasta los mercados concentradores satisfaciendo las demandas internas propias como también del resto del país hacia el noreste, centro y sur patagónico, llegando hasta Tierra del Fuego, porque el 95 % de las hortalizas producidas son consumidas por el mercado interno.

No es poca cosa, estamos hablando del segundo periurbano nacional, a muy escasos kilómetros de distancia de la ciudad cabecera. Una franja verde productora de hojas, tubérculos, flores, raíces y semillas de producción local, seleccionada y mejorada.

Esta gran diversidad está ensamblada, en toda su extensión, con una enorme producción de frutas, flores, olivos y vid.

El Cinturón Verde es una gran fiesta de colores y productos naturales con vitaminas, minerales, proteínas, sol y aire.

También es un área de gran complejidad con grandes oportunidades e importantes desafíos, donde suceden procesos sociales, productivos y ambientales de diversa índole. Su intensidad pone en juego la capacidad de afrontar conflictos y tensiones que involucran a diversos actores; con mayor responsabilidad en quienes conforman el marco político institucional. El desafío convoca a atender el desarrollo integral de este CV con aportes agronómicos, ambientales y sociales en defensa de la producción local y de los consumidores nacionales.

La preservación de estos ámbitos nos alienta y estimula para continuar trabajando en Innovación social y en la búsqueda de herramientas de co-construcción de conocimiento, con metodologías participativas para diagnóstico y planificación, en la formación e integración de redes locales y nacionales, interinstitucionales, intersectoriales, interdisciplinarias.

Mediante actores activos y formados podremos superar fragmentaciones y alcanzar complementariedades y cooperación en la preservación y creación de PARQUES AGRARIOS, en defensa del paisaje, reconociendo y valorando los servicios eco sistémicos ( aire y agua pura, paisajes, entre otros), mediante abordajes integrales para mantener la producción de alimentos de proximidad, preservando estos verdaderos BIOCORREDORES alimentarios.

Frente a, la cada vez más presente noción y evidencia de un modelo agropecuario en crisis, cuyo punto de partida más agudo lo marcó la Revolución Verde, resulta menester situar al sistema agroalimentario local en el podio merecido, para poder decidir qué queremos comer y cómo queremos que sean esos alimentos.

Desde el INTA, estamos involucrados en la producción de alimentos y eso implica aportar desde la ciencia y la técnica, desde la investigación y la extensión. Y, muy especialmente, desde la identificación con las necesidades de los territorios y de quiénes los conforman.

Resulta impostergable seguir en la búsqueda e implementación de sistemas de producción cada vez más saludables para el ambiente y para el ser humano, que casualmente forma parte de la naturaleza.

Somos cada vez más quienes comprendemos que se necesita una nueva forma de hacer agricultura. La agroecología es un nuevo campo de conocimientos, un enfoque, una nueva disciplina científica que integra conocimientos de múltiples ciencias como la agronomía, la ecología, la sociología, la economía, y tantas otras.

Con una óptica sistémica y un fuerte componente ético somos capaces de diseñar, construir y evaluar agro eco-sistemas sustentables.

Desde este punto de vista, nuestro país puede ser una Gran Feria de Alimentos con cultura, con identidad, con olores y sabores propios; producidos, disponibles y al alcance de tod@s.

En tiempos donde se vuelve a indagar sobre cuáles son derechos humanos y cuáles no, es posible que la alimentación no transite esa duda.

El debate reflexivo sobre nuestra comida nos incumbe y tenemos con qué afrontarlo, porque podemos hablar de una cultura alimentaria local.

Mabel Pereyra, INTA, EEA Mendoza, www.inta.gob.ar