BIENESTAR

Por qué hay fuertes disparidades de calidad de vida en Mendoza

Si bien la calidad de vida promedio de los mendocinos es mayor en relación a otras provincias del país, el gran contraste entre el oasis y el secano, además de las disparidades internas en las ciudades y con su entorno rural, influenciadas por factores socioeconómicos y condiciones ambientales, son algunas de las peculiaridades locales que arrojó el último informe del Índice de Calidad de Vida (ICV)

martes, 8 de octubre de 2019 · 09:49 hs

Si bien la calidad de vida promedio de los mendocinos es mayor en relación a otras provincias del país, el gran contraste entre el oasis y el secano, además de las disparidades internas en las ciudades y con su entorno rural, influenciadas por factores socioeconómicos y condiciones ambientales, son algunas de las peculiaridades locales que arrojó el último informe del Índice de Calidad de Vida (ICV).

El ICV fue presentado por el Instituto de Geografía Historia y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (IGEHCS, CONICET-UNCPBA) con sede en Tandil y que trabaja en esta materia desde hace más de veinte años. Liderado por Guillermo Velázquez, investigador superior de ese organismo, el equipo desarrolló un mapa interactivo que permite conocer el nivel de calidad de vida en los más de 52.000 radios censales en los que se divide la Argentina, cada uno equivalente a 1.000 personas o 250 hogares en promedio. Así, este índice se segmenta en diez deciles con una escala numérica de 1 a 10 puntos, siendo que cada uno corresponde al 10% de la distribución de radios censales (5.000 por decil).

Para su elaboración, se tomaron como parámetros dos grandes grupos de indicadores: socioeconómicos (que componen el 60% del índice), que agrupan datos vinculados a la educación, la salud y la vivienda, entre otros; y ambientales (40%), que se subdividen a su vez en dos subgrupos, los de ‘impacto negativo’ (inundabilidad, sismicidad, asentamientos precarios o contaminación) y los ‘recursos recreativos’ ya sean ‘de base natural’ (playas, relieves, balnearios o espacios verdes) o ‘socialmente construidos’ (teatros, centros deportivos u otras actividades de esparcimiento).

A nivel regional, el ICV determinó que la Patagonia cuenta con el mejor nivel de calidad de vida, con un promedio de 7,03 puntos. En segundo y tercer lugar se ubicaron las regiones Pampeana (6,93) y Cuyo (6,91), mientras que cierran esta lista la Región Metropolitana de Buenos Aires (6,77), el NOA (6,33) y en último lugar, el NEA (6,01).

Mendoza, en ese ámbito, se encuentra bien posicionada, ya que posee numerosos radios censales con índices superiores a 7,50 puntos, especialmente en el Gran Mendoza y las áreas urbanas de San Martín, San Rafael, Tunuyán y Malargüe, además de zonas en alta montaña. Sin embargo, los contrastes son muy marcados: mientras un área residencial de la Quinta Sección de la capital provincial marca 9,66, el radio censal en torno a Laguna del Rosario, en pleno secano lavallino, apenas llega a 2,80.

Estas diferencias también se extrapolan, con menor acentuación, al interior de las áreas rurales, divididas entre irrigadas y no irrigadas. “El área rural de Cuyo, y de Mendoza en particular, presenta dos tipos: los terrenos cercanos a la ciudad donde las extensiones de viñedos y frutales compiten con la especulación urbana, y el campo abierto y la travesía, cuyos habitantes poseen una baja calidad de vida ante la falta de un curso de agua o la lejanía de infraestructura urbana, como escuelas y centros de salud”, explicó Velázquez.

Para el investigador, Mendoza presenta otra curiosa peculiaridad: la proximidad de radios censales muy dispares dentro de las ciudades. “El departamento Mendoza Capital, tomado como unidad en sí misma, encabeza el ranking de Calidad de Vida de la Argentina, pero dentro de ese municipio es notable que hayan situaciones tan disímiles. Por ejemplo, en la zona céntrica hay radios con más de 9 puntos (Quinta y Sexta Sección), y a unos pocos kilómetros hacia el oeste existen áreas con 5 (La Favorita, barrio Flores-Olivares). Es un guarismo importante, porque si bien hay diferencias en todos lados, en el Gran Mendoza son más frecuentes y poco graduales”, señaló en conversación con MDZ.

Por su parte, la vocal por el Poder Ejecutivo de Agencia Provincial de Ordenamiento Territorial (APOT), Nadia Rapali, destacó que en el informe del Conicet “la mayoría de los radios censales en rojo corresponden a las áreas rurales no irrigadas, ya que en el índice pesan fuerte los factores ambientales, por lo que el acceso al agua no es una cuestión menor”. Lo mismo ocurre con ciertas zonas ‘deprimidas’ que tienen problemas de acceso a infraestructura y servicios, como los barrios del Piedemonte y los campos irrigados más lejanos de las ciudades.

De todas formas, la funcionaria aclaró que el factor distancia no siempre es un indicador de baja calidad de vida: “En la ciudad de Mendoza, en general, las áreas centrales tienen índices más favorables, pero en otros lugares ocurre a la inversa, ya que la calidad de vida también es mejor en áreas periurbanas como Chacras de Coria, La Puntilla y Vistalba, gracias a las mejores condiciones ambientales y socioeconómicas”.

Los niveles de urbanización, al mismo tiempo, surgen como elementos destacables y transversales en la calidad de vida. Una evidencia se expresa en la zona urbana de Luján de Cuyo, donde el radio censal correspondiente a los barrios pedemontanos que crecieron al oeste de la Ruta Panamericana, está dos deciles por debajo de las áreas circundantes. “Esto se debe a una urbanización no planificada que impide un buen acceso a los recursos”, expresó Rapali a MDZ.

Curiosamente, el informe considera como factor ambiental a los recursos recreativos naturales como lagos, playas y montañas accesibles, entre otros, cuestión que puede mejorar sensiblemente los indicadores en áreas de potencial impacto turístico, según marcó Rapali: “En Mendoza, los departamentos de montaña se destacan con un buen ICV en términos ambientales, y eso incide el desarrollo en términos sociales y económicos. Es decir, de por sí el recurso es muy valioso para mejorar la calidad de vida, pero si no se le presta atención a su planificación o se desarrolla mal, genera un efecto contrario y disminuye la calidad de vida”.

La funcionaria afirmó que la APOT está enfatizando sus políticas en el “equilibrio territorial” para que “la población rural y de zonas distintas al Gran Mendoza tengan acceso a infraestructura, equipamiento y condiciones que permitan un desarrollo sostenible”. Para ello destacó como prioritario el objetivo IV del Plan de Ordenamiento Territorial basado en la mejora de las condiciones ambientales, con la inclusión de proyectos de envergadura vinculados a la gestión integral de residuos sólidos, la erradicación de basurales y la recuperación de entornos naturales degradados, entre tantos otros. En igual dirección, apuntó a la planificación ordenada de áreas poco o mal desarrolladas, como el piedemonte, el perilago de Potrerillos y las nuevas urbanizaciones, como también a la revalorización y protección de las tierras cultivables y al manejo adecuado del recurso hídrico.

De todas formas, cada índice en su respectivo radio censal debe ser cuidadosamente analizado en su contexto para detectar las variables negativas, ya que éstas pueden diferir enormemente entre las áreas. “Atender la pobreza en todas sus facetas y proteger el medioambiente son políticas que deben ir unidas pero marcando las prioridades y planificando los pasos a seguir”, concluyó Rapali.