Sin acuerdo, la CGT está atravesada por los dialoguistas con Milei y los que quieren que todo estalle
A cinco días de una nueva reunión confederal, que decidirá los destinos de la central obrera por los próximos cuatro años, los principales referentes de la CGT no saben si continuará bajo la forma de un triunvirato o se elegirá, como hace tiempo no se hace, un solo miembro de la CGT. El último fue Hugo Moyano, en la década pasada, pero eso terminó con un vuelco de las relaciones internas en favor del camionero.
 
		La CGT no logró torcerle el brazo a Milei para negociar libremente paritarias. Solo UPCN detuvo la sangría de trabajadores estatales proyectada por la motosierra
CGTCon un peronismo kirchnerista diezmado, en la que Axel Kicillof no puede interpretar su nueva canción y Cristina Fernández de Kirchner mantiene en el imán de su tobillera a buena parte del sindicalismo y la política peronista, la CGT definirá su nueva conducción bajo una una atmósfera de ruptura que no se preveía desde hace mucho tiempo. La relación con el gobierno de Javier Milei, qué hacer con una reforma laboral casi imparable y cómo relacionarse con el resto de las organizaciones políticas, inclusive el propio peronismo, de la cual la CGT era su columna vertebral, son los desafíos inmediatos.
El gremialismo argento está próximo a renovarse, o fingir que así lo hará. El próximo 5 de noviembre, la Confederal, que agrupa a los sindicatos más poderosos y los más chicos, se reunirá en Obras Sanitarias de la Nación, en el coqueto barrio de Nuñez, para debatir como continúa la Confederación General del Trabajo, CGT, y quienes serán sus conductores o él conductor.
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Luis Barrionuevo, el histriónico dirigente gastronómico, que había alertado hace más de dos décadas que el país solo tenía posibilidad de salir de la crisis si la dirigencia dejaba de robar dos años, pidió que se abandone el sistema del triunvirato que viene conduciendo la CGT desde hace más de una década y se vuelva al sistema de un representante con la suma del poder, tal sucedía en las épocas de Saúl Ubaldini en los inicios de la Democracia o, más acá en el tiempo, con Néstor Kirchner como socio, con Hugo Moyano.
Barrionuevo, quien siempre termina siendo un fiel en la balanza entre los “gordos”, líderes de los gremios más poderosos y con mayor cantidad de afiliados, con los independientes alineados según las circunstancias con Hugo Moyano o el Instituto Patria, dejó traslucir que las negociaciones no estaban demasiado bien. Las preguntas que no quiso contestar fueron ¿para quién? y ¿Por qué?.
Hoy la representación está repartida entre las agrupaciones más importantes. La de los gremios más poderosos, con Héctor Daer, la barrionuevista que tiene a Carlos Acuña y Camioneros, con Octavio Argüello. Daer, quien cumple las veces de vocero y negociador oficial, ya dijo que no quería seguir al frente de la CGT pero los otros dos sectores no se resignan a abandonar ese lugar de conducción.
El movimiento obrero no escapa a la orfandad que atraviesa hoy el peronismo kirchnerista renovador en general. Si bien cuatro de sus representantes fueron electos diputados nacionales por la lista de Fuerza Patria, Vanesa Siley (quien no incide en la CGT), Sergio Palazzo, Hugo Yasky y Hugo Moyano jr., nadie lo hizo por pedido de la central obrera y tres fueron puestos porque le dieron la posibilidad de ser reelectos. Es decir, porque ya estaban. El único nuevo es Moyano Jr, Huguito, como se lo conoce en el movimiento obrero, muy enfrentado a su hermano Pablo, que renunció del triunvirato hace dos años.
Los "líderes" sindicales pesan el karma de la complicidad que tuvieron con la decadencia que se dio durante el gobierno de Alberto Fernández de Kirchner, en la que se aprovecharon de todos los privilegios que brindaba la cercanía con el poder. La llegada de un gobierno anarco capitalista los paralizó porque nunca encontraron el canal de negociación adecuada como antes lo tenían. Y, cuando se reunían con el poderoso asesor Santiago Caputo, después también pasaban cosas.
Axel Kicillof entre los dirigentes de la CGT. La Confederación Obrera jugó fuerte en favor del gobernador en su puja contra Cristina Fernández de Kirchner.
Mientras esto sucede, en uno de los lugares más sensibles del poder, el Senado de la Nación, se está dando una batalla entre la Asociación del Personal Legislativo, APL, y la vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, quien a pesar de realizar el ajuste solicitado por el gobierno nacional, no es tomada en cuenta por Javier Milei ni por su hermana, El Jefe, Karina.
Lo que aduce Norberto Di Próspero, secretario general de APL, es que se está ejecutando una persecución “espuria y violenta” por parte de funcionarias vinculadas directamente con la vicepresidenta en perjuicio de la histórica jefa de personal Mónica Nieto, a quien la estarían obligando a abandonar su lugar mediante “denuncias en Comodoro Py”. Si Nieto no renuncia, inclusive, Villarruel pretende eliminar el área de Dirección de Personal y traspasar sus funciones a personas de su íntima confianza.
Di Próspero y su gremio están en alerta y movilización, como también lo están un sinfín de otros gremios, la mayoría vinculados con rubros productivos como la alimentación y los metalúrgicos, tanto UOM como SMATA, quienes pierden trabajadores de modo alarmante en los últimos meses.
La discusión de fondo es si la CGT puede tensionar con un gobierno nacional revitalizado luego de su contundente victoria del domingo pasado. Los túneles abiertos entre Gerardo Martínez y Santiago Caputo siguen intactos y avanzaron en más de un aspecto sobre la posible reforma laboral que se encamina a anunciar Javier Milei para ser tratada en las próximas sesiones extraordinarias, donde también se someterá a discusión el Presupuesto de 2026, en una ardua negociación con los gobernadores.
El 26 de octubre también dejó al descubierto que las expresiones sindicales carecen de peso a la hora de influir en una votación. Sino, preguntarle a cientos de miles de trabajadores estatales o de establecimientos productivos que ni se inmutaron por la motosierra o el despido de sus compañeros de planta por el ajuste que tuvieron que realizar en las fábricas de todos los conurbanos del país producto de la merma en las ventas y la apertura de las importaciones.
 
		
 
		
