Más caro o más barato: qué se viene en Chile tras las elecciones presidenciales
Cuánto puede cambiar el rumbo económico del vecino país tras la elección de un nuevo presidente.

El domingo 16 de noviembre, o el 14 de diciembre en una eventual segunda vuelta, Chile definirá a su próximo presidente. Sin embargo, la identidad del futuro mandatario resulta menos trascendental para la estructura económica del país de lo que el debate político superficial sugiere. La estructura gruesa de la economía chilena transita sobre cimientos de largo plazo, no sobre las promesas programáticas de cuatro años.
De hecho, durante la gestión se rechazaron dos textos constitucionales y no se eliminaron las AFP (AFJP en Argentina), uno de los pedidos fundamentales del estallido social que decantó en la elección de un gobierno de izquierda y el cambio en la estructura política, que llevaron prácticamente a la desaparición a los sectores tradicionales de centroderecha y centro izquierda que gobernaron desde el regreso a la democracia en la década del 90.
Te Podría Interesar
Respecto a la pregunta de si Chile estará más barato o más caro para los argentinos, la respuesta (como muestran los números históricos) no se debe buscar del otro lado de la cordillera. La clave reside en lo que sucede de este lado con el efecto de la política en el tipo de cambio. Tal patrón se observó cuando el panorama se invirtió, pasando de chilenos que llenaban supermercados en Mendoza a las filas de mendocinos cruzando a comprar en Chile. El motor de esos cambios siempre fue el valor de nuestra moneda frente al peso chileno, y no tanto por algún hecho económico o político relevante en el país trasandino.
El modelo que resiste a la ideología
El llamado 'modelo chileno', instalado desde la década de 1980 por los Chicago Boys, mantiene su vigencia. Es un sistema capitalista de libre mercado, con una profunda apertura comercial y un perfil exportador definido. Este es el hecho económico fundamental. Lo que se implantó a partir de el trabajo de los chilenos que aprendieron directamente de Milton Friedman, sigue vigente como columna vertebral y no se ve un horizonte que ningún candidato tenga intenciones de moverse demasiado de los ejes centrales del Chile que se creó bajo el capitalismo más puro.
La administración del presidente Gabriel Boric ofrece el mejor laboratorio para esta tesis. Un gobierno que llegó con una plataforma de izquierda transformadora y con la expectativa de desmantelar, o al menos modificar radicalmente, la denominada estructura neoliberal. El resultado, hasta ahora, demuestra la notable resistencia del sistema en los últimos cuatro años. Por eso, para la izquierda más radical, la gestión de Boric resultó una profunda decepción. Esta brecha entre la retórica y la realidad es una lección de conducción de Estado. Una cosa es la crítica desde la tribuna política; otra, enfrentar la complejidad y las expectativas de una población y la disciplina de los mercados internacionales.
Jeannette Jara, la candidata oficialista, que seguramente será la más votada en la primera vuelta de este domingo, ya anticipó que es probable que suspenda o renuncie su militancia en el Partido Comunista si llega a un balotaje. Una visión claramente pragmática para intentar ganar la elección y para mostrar que un posible gestión suya no estará digitada desde ese sector político.
Señales de pragmatismo y conducción
La primera señal de este pragmatismo obligado fue la designación en Hacienda de un expresidente del Banco Central chileno, Mario Marcel. El nombramiento de Marcel evidenció la comprensión, desde el primer momento, de las restricciones macroeconómicas y fiscales.
El ministro de Hacienda, aun cuando debió ceder en algunos proyectos y mostró incomodidad pública en ciertos momentos, actuó como un dique. Esto impidió grandes alteraciones al modelo de fondo. Las reformas impulsadas, si bien introducen un mayor rol social y recaudatorio (como la reforma previsional y el royalty minero), no modificaron los pilares de la economía abierta ni los tratados de libre comercio vigentes.
La estabilidad macroeconómica y el foco ciudadano
A pesar de la crítica ciudadana sobre la situación económica personal, la gestión macroeconómica en puntos claves para el bolsillo ciudadano no tiene grandes desbalances. La inflación se mantiene en valores históricos. El acumulado en el año registra 3,4%, con un interanual de 3,4%, proyectando un índice cercano al 4% para todo el año 2025. Estos números contrastan con la inestabilidad observada en otras economías regionales. El control inflacionario reduce la incertidumbre.
Sin embargo, la principal preocupación del ciudadano común se desplazó del debate ideológico-económico a problemas concretos de seguridad. La inseguridad y el impacto de la situación migratoria en el aumento del delito representan, hoy, el punto más sensible para los chilenos.
En conclusión, quienquiera que ocupe la moneda a partir de marzo de 2026 heredará no un lienzo en blanco, sino una estructura económica disciplinada. El próximo gobierno, sea cual sea su color político, operará dentro de los límites impuestos por la realidad económica chilena y por el modelo que, a pesar de la crítica ideológica, resistió su prueba de fuego con la izquierda.
En resumen, aunque en algunos discursos se hable de modelos a elegir, lo cierto es que Chile elige entre diferentes estilos de administración de un modelo que tiene retoques, pero la base de todo desde se instaló el modelo de apertura económica. El modelo pudo estar un poco dormido en medio de un color político que no lo quiere, pero que tuvo que resistirlo para poder pensar en la posibilidad de tener una candidata con opciones de seguir dirigiendo el país.

