Diego Guelar: "Trump se mueve como un emperador y apoyó a Milei"
El candidato a senador por la UCeDé habló con MDZ y analizó el apoyo de Trump a Milei, la política exterior argentina y el lugar de China en América Latina.

Diego Guelar habló con MDZ sobre Javier Milei y su relación con Donald Trump y Estados Unidos.
Agustín Tubio/MDZEl exembajador argentino en Estados Unidos y actual candidato a senador por la UCeDé en la Ciudad de Buenos Aires, Diego Guelar, analizó el respaldo de Donald Trump a Javier Milei y el impacto de este acercamiento en la política internacional argentina.
En diálogo con este medio, Guelar sostuvo que se trata de “un hecho increíble y sin precedentes”, y lo comparó con el rescate financiero que Estados Unidos realizó a México en 1995 durante la crisis del “efecto tequila”.
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El diplomático, que fue embajador en Washington durante el gobierno de Carlos Menem, también reflexionó sobre la política exterior de Milei, la relación con China y la necesidad de redefinir la identidad de nuestro país en el escenario global. “Somos una nación que todavía no ha terminado de integrarse”, aseguró.
Apoyo de Donald Trump a Javier Milei
-Quería preguntarte, en principio, por la coyuntura que se impone con el apoyo explícito de Donald Trump a Javier Milei.
-Mirá, yo creo que es un hecho increíble y sin precedentes. Yo estaba en Estados Unidos como embajador cuando el presidente Clinton, en diciembre de 1995, después de un año muy complicado para México, hizo la operación Tequila. El efecto Tequila se caía a México. Yo quiero mucho a mis amigos mexicanos, pero son el sur de los Estados Unidos. Es decir, es un interés vital de Estados Unidos. Imagínense que por esa frontera, además de la droga y todo lo que pasa y los inmigrantes, pasan 3.500 millones de dólares de bienes por día. Imaginen lo que significa para Estados Unidos México. Entonces, en esas condiciones, con mucha dificultad, se armó el operativo de salvataje o rescate de México por 20 mil millones, justo la misma cifra, con garantía petrolera en ese momento de Pemex, la compañía petrolera mexicana.
Yo nunca hubiera pensado que esto podía ocurrir. Lo digo muy humildemente. Fue una sorpresa enorme que, sin ningún procedimiento, sin una carpeta en el Departamento del Tesoro o en el Departamento de Estado, se pudiera armar este rescate sin el cual nosotros estábamos en diciembre de 2001. El gobierno estaba muy mal; yo nunca lo dije públicamente porque además no coincidía con lo que celebraban. Había una operación destituyente, lo que celebraba que todo esto se fuera al bombo. Una desgracia para la Argentina. No hubiera sido una desgracia para los hermanos Milei, pero sí para la Argentina. Así que no lo estaba celebrando, tampoco lo voceaba porque decía: “Bueno, que ocurra un milagro”. ¿Ocurrió el milagro? Sí. Antes de que abrieran los mercados, a las 10 de la mañana del lunes, apareció un comunicado del secretario del Tesoro diciendo “bancamos sin límite a la Argentina”, y eso cambió la tendencia.
Lo que yo llamo “operación pulmotor”, porque eso lo oiré al día de hoy. No hay un dólar en juego real: fue el valor del anuncio, el valor de la expectativa, que tiene un peso económico muy grande, sin lugar a dudas. Y bajó el dólar, bajó el riesgo país, subieron las acciones y los bonos. Un hecho extraordinario basado en un dato: anunciaste confianza, y el mercado reaccionó.
-¿Por qué crees que el gobierno de los Estados Unidos brindó este apoyo?
-Mirá, el presidente Trump no es un hombre que tenga muchos amigos en el mundo. Si empezamos a recorrer el mundo, no solamente en la región, se ha peleado con todo el mundo y tiene la tendencia a aumentar el número de enemigos. Su carácter no es el de un simpático y tiende… Ayer hizo una conferencia de prensa con el presidente Erdogan, al que lo celebra. Recuerda al presidente Trump que él perdió su reelección en una elección por fraude electoral. Eso no es real, es absolutamente falso. Todas las denuncias que él hizo sobre fraude electoral en 2020, cuando pierde con Biden —que derivó en la toma del Capitolio—, son absolutamente falsas. Sin embargo, lo reitera y dice: “¿Quién mejor sabe de elecciones amañadas que Erdogan?”. Pero Erdogan es el que las falsifica, no el que fue víctima.
Estamos en un mundo muy ridículo. Lo que llamamos “nuevo orden” es un enorme caos conducido por un presidente que está en la Casa Blanca. Y yo soy muy pro-norteamericano, no lo digo como anti-norteamericano. Pero creo que realmente hay un desorden mundial total. El presidente Trump se mueve como un emperador y, como tal, agarró el teléfono, llamó a Scott, su secretario del Tesoro, y le ordenó respaldar a la Argentina. Y ahora lo están armando. Algunos dicen “¿Dónde están las medidas?”. Bueno, van a estar las medidas, pero tienen que armar la carpeta, tienen que armar el expediente de la ayuda extraordinaria argentina, vuelvo a decir, casi sin precedentes, salvo hace 30 años: el caso mexicano.
-Y uno se impone una pregunta en todo esto: ¿Qué es lo que se le pediría a cambio a la Argentina?
-Vos sabés que yo tengo tres sombreros: el político, el diplomático y el periodístico, porque llegué a ser director editorial de La Razón. En mi condición de colega te puedo decir que el pensamiento periodístico siempre es especulativo, de encontrar los porqués de las cosas. Siempre tiene que haber alguna intención oculta, una cláusula secreta. Pero no hay condiciones, porque el presidente Trump interpreta que la alianza con el presidente Milei es incondicional. La adhesión y el alineamiento del presidente Milei al presidente Trump es tal que no se necesitan condiciones. Yo lo he charlado mucho con colegas tuyos. Dicen: “Bueno, pero las tierras raras, el gas, el petróleo, la minería…”. Disculpame, y te lo insisto: si vienen empresas americanas —porque eso hay que invertir, no es que el gobierno entrega nada—, si decidieran invertir en tierras raras, en cobre o en litio, no hay nada que acordar. No es una condición: es bienvenida, porque eso es lo que necesitamos.
Entonces, no existen condiciones. Hay que sacarse ese cassette de pensar en las condiciones secretas. El presidente Milei es el aliado más incondicional, más incondicional que Netanyahu en Israel, que tiene el presidente Trump, donde le faltan amigos y decidió arbitrariamente apoyar a su amigo. Y esto es así como te lo estoy contando. Yo tengo el privilegio de conocer los pasillos de Washington, de Beijing, de Bruselas, de Brasilia, y me encanta hablar con mis amigos periodistas, que tienen una capacidad enorme de inventar conspiraciones. Pero las cosas son bastante parecidas en Washington a lo que nos pasa en Argentina o en la región: las cosas son mucho más producto de improvisación.
Por supuesto, estamos en un túnel de la historia. Nosotros no tenemos túnel de la historia: andamos a los tumbos, todos los días son una crisis. Tenemos 22 acuerdos incumplidos con el FMI y ocho default. También tenemos un récord en ese sentido.
-Bueno, pero para defender un poco a mi gremio, a la luz de los acontecimientos, fundamentalmente el caso mexicano, como vos citaste, efectivamente hubo una condicionalidad por parte de Estados Unidos.
-No, disculpame, te tengo que corregir. No hay condicionalidad: le daban un préstamo, y tenía que poner garantía. Entonces la garantía que ofreció México para tener un crédito… Si vas a un banco y pedís un crédito hipotecario, te van a pedir los papeles de tu casa y te van a hipotecar la casa. Argentina no le van a pedir garantías. Yo supongo que las va a haber, ya lo vamos a ver.
No en las condiciones, sino en la lógica de lo que haga. Yo no veo que haya garantías porque los instrumentos que han inventado, vamos a ver cómo se concretan. Uno es el swap: eso es un vale, como el swap que tenemos con China. No devenga intereses. Todavía están los periodistas buscando qué interés pagamos por el swap con China. No pagamos ningún interés. Es un vale por hoy 13.500 millones de dólares que no se pueden usar. ¿Por qué lo hace China? Porque es una forma de reconocer que su moneda es internacional. China está peleando por lograr la convertibilidad plena de su moneda, que no tiene.
El yuan está reconocido por el FMI; China es uno de los tres accionistas mayores del Fondo Monetario: primero Estados Unidos, segundo Japón, tercero China. Y busca que el yuan sea reconocido como moneda de reserva de valor. Entonces tiene 20 o 30 acuerdos swap, por lo cual bancos centrales del mundo tienen renminbi como parte de sus reservas.
La política exterior de Javier Milei
-¿Qué balance haces de la política exterior del Gobierno?
-Bueno, no hay política exterior. El presidente Milei ha anunciado lo que él llama “la alineación”. Ya lo decía Menem, aunque la verdad no lo cumplió. Yo fui embajador del presidente Menem en Estados Unidos y realmente se cumplía una política exterior muy balanceada, que tenía a China, a Estados Unidos, a la Unión Europea, la relación con el Mercosur y con Chile como protagonistas muy equilibrados.
Menem decía que hacía alineamiento, pero no tuvo ese alineamiento. Hubo algunos gestos de coincidencia importantes. Nosotros teníamos históricamente mala relación con Estados Unidos; efectivamente, se transformó en una relación de confianza cuando enviamos dos fragatas al Golfo, en la Guerra del Golfo, único país latinoamericano que lo hizo. Hubo un acercamiento muy importante. En el caso del presidente Milei, hay un alineamiento. A mí no me gusta esa palabra, me gusta más “coincidencia”.
Nosotros no necesitamos buscar nuestra identidad en Washington porque hemos sido siempre occidentales. Desde 1810 nacimos con grieta y con un carácter occidental muy fuerte. ¿Por qué digo con grieta? Porque todos recordamos desde el colegio primario haber estudiado el conflicto original entre Moreno y Saavedra. Uno terminó exiliado, el otro terminó —o envenenado o muerto en altamar—, pero estaban peleados. La grieta nace con la Argentina. Después vinieron unitarios y federales, y así sucesivamente. La grieta es un componente de nuestra personalidad.
Esto viene muy heredado de España. Presenciamos la fractura que hay entre izquierdas y derechas en España hasta el día de hoy, desde la guerra civil de 1936 a 1939. Hay un componente de grieta muy fuerte en la identidad argentina. Esto hace que tengamos todo en debate: el pasado, el presente y el futuro. Somos una nación que no ha terminado de integrarse. Y tenemos que tomar el ejemplo de nuestros vecinos: Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil. Tienen un debate ideológico intenso, pero también intereses nacionales compartidos que están por encima de las facciones, y eso les permite alternar.
Puede haber un gobierno de izquierda o de derecha, pasar de Bolsonaro a Lula, y el país mantiene estabilidad. Brasil o Chile tienen riesgo país por debajo de 200 puntos, reservas abundantes, inversiones, estabilidad y debate democrático. Ese es el modelo de sociedad que tienen ellos.
China y su influencia en América Latina
-Y en este alineamiento que marcás, ¿Qué lugar ocupa China?
-China es muy sencillo: es el principal socio comercial de 140 países en el mundo, sobre 190. En Argentina tenemos una categoría de análisis de ombligo especial, pero no hay ninguna singularidad. En todos los países de Europa —incluso Estados Unidos— el primer socio de China es Estados Unidos. No somos conscientes de eso. China-Estados Unidos es la sociedad más grande entre dos países en la historia de la humanidad y, al mismo tiempo, la mayor rivalidad.
El mundo convive con esa relación. Yo he sido embajador en la Unión Europea dos veces, en Estados Unidos, en Brasil, en China. Todos los países del mundo quieren tener buena relación con Estados Unidos, empezando por China. Hasta Maduro llama a la Casa Blanca una vez por semana. Entonces, en eso no hay contradicción.
Nosotros somos parte del hemisferio occidental, de las Américas, con una relación histórica, cultural y migratoria muy fuerte con Europa y Estados Unidos. Y hemos desarrollado en los últimos 25 años una nueva relación (como la mayoría del mundo) con China.
Esa relación va a seguir creciendo. El desafío es saber manejar las identidades.
-¿Milei sabe manejar esa relación?
-Milei no la maneja porque confunde identidad con alineamiento. Nosotros somos occidentales; no hay que negociarlo. Nuestra Constitución —inspirada en la norteamericana por Alberdi— ya expresa esa identidad. No necesitamos ir a buscarla a Washington.
La cultura china no tiene nada que ver con la nuestra: es otro mundo, casi otro planeta. Pero el gran desafío del siglo XXI es metabolizar esa diferencia. Hasta hace 30 años China era un país pobre, lejano y exótico; hoy disputa el primer lugar en el mundo. Y eso lo compartimos con la región: Chile, Uruguay, Brasil tienen a China como su primer socio comercial. Incluso Paraguay lo triangula a través de Taiwán.
No tenemos que hacernos un dilema ¿Quién puede dudar de la cercanía de Chile o Uruguay con Estados Unidos? Brasil fue el socio estable que ha tenido EE. UU. en todo el siglo XX. Puede haber tensiones coyunturales, pero la vinculación estructural se mantiene. Nosotros tenemos esto que yo digo un "ombliguismo equivocado", producto de nuestra falta de identidad, que nos confunde y nos impide saber dónde estamos parados.