AMIA y Embajada: ¿por qué Milei fue un adelantado al "pegarle una patada" a los BRICS?
El fallo de la Cámara Federal de Casación que sentenció a Irán como responsable de los atentados abre la posibilidad de juzgar a los ayatolás de ese país. El Memorandum y la salida de los BRICS.
La Cámara Federal de Casación Penal hizo historia este jueves: sentenció que la República Islámica de Irán es responsable de los atentados contra la Embajada de Israel (marzo de 1992) y la sede de la AMIA (julio de 1994). Este fallo abre la puerta para juzgar a los ayatolás tanto en nuestro país -mediante “juicios en ausencia”- como en el plano internacional -ya que los delitos han sido catalogados como de “lesa humanidad”.
Las consecuencias de esta "revolución jurídica" ejecutada por los jueces Carlos Mahiques, Diego Barroetaveña y Ángela Ledesma no solo abordan, obviamente, la dimensión jurídica sino también la geopolítica y, al mismo tiempo, ambas esferas quedan entrelazadas.
¿Ha quedado Argentina a la vanguardia de un nuevo paradigma jurídico global? ¿Qué rol podrían jugar los tribunales internacionales para llevar al banquillo a los acusados? ¿Qué efectos genera este fallo en la disputa abierta entre Occidente y otras fuerzas emergentes? ¿Por qué la decisión del presidente Javier Milei de retirar a nuestro país del BRICS, a pocos días de asumir, ha sido sumamente acertada?
Las respuestas a las dos primeras preguntas, de tinte legal, en principio, despiertan más entusiasmo que realismo práctico. ¿Por qué? Para abordar el argumento es necesario acudir a la tercera, que implica la compleja y convulsionada realidad que vive el mundo. La respuesta a la cuarta incógnita quedará como conclusión al final de este texto. Veamos.
Al catalogar la voladura de la AMIA como un crimen de “lesa humanidad”, los camaristas determinaron que el mismo es imprescriptible abriendo, a su vez, el juego a la jurisdicción internacional; es decir, el propio Estado argentino podría demandar a Irán en un tribunal del exterior e incluso en la Corte Internacional de Justicia (el principal órgano judicial de la Organización de las Naciones Unidas -ONU-).
Este hecho, inédito, en efecto, tiene alcance internacional. Pero, ciertamente, ¿hasta dónde podría avanzar este caso?
Hoy el marco jurídico internacional está resquebrajado, los foros internacionales funcionan solo de manera protocolar y hasta, en algunos casos, como el del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, sirven como guarida de los regímenes más criminales del mundo, como por ejemplo, el iraní. Mientras tanto, el Gobierno venezolano de Nicolás Maduro -otro aliado de Teherán- se sigue riendo de la investigación abierta por “crímenes de lesa humanidad” en la Corte Penal Internacional.
Ni hablar de los alcances que podrían tener las órdenes de detención emitidas por la Justicia argentina contra los sospechosos -con alertas rojas de Interpol incluídas-, todos ellos refugiados en Irán, país que se ha burlado de los tratados y acuerdos internacionales (basta ver cómo violó descaradamente el Pacto Nuclear acordado con el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la Unión Europea).
Es cierto que a partir de ahora rige el principio de justicia universal y, por ende, cualquier Estado puede enjuiciar y condenar penalmente a sus autores. Pero, ¿alguien en su sano juicio puede pensar que los acusados viajarán a un país que tiene convenio con Interpol?
Hoy el mundo está cada vez más polarizado, sobre todo a partir de la guerra en Ucrania. Este evento bélico ha demostrado, además, que las sanciones impuestas contra Rusia por parte de Occidente no han servido para absolutamente nada. Aunque estas sí han tenido un marcado efecto geopolítico (intencionado o no): la inclinación -pronunciada- de Vladimir Putin hacia al Este alineándose -peligrosamente- con el régimen comunista chino y el Estado Islámico de Irán.
Esta nueva alianza -incipiente, diversa y compleja- tiene un factor en común: el avance hacia un polo comercial, económico, monetario y hasta jurídico alternativo al “orden basado en reglas” impuesto por Washington décadas atrás.
Aquí aparece el BRICS, la asociación económica-comercial de las cinco economías emergentes que años atrás se presentaba con un gran potencial de desarrollo (todas estas naciones juntas representan un tercio del PIB y casi la mitad de la población mundial). Incluso el prooccidental, Jair Bolsonaro, un aliado de Milei, lo vio con buenos ojos en su momento -producto de la relación ‘amigable’ de Brasil con Rusia-. Es más, muchas personas que acompañan al Gobierno de Milei cuestionaron la decisión “apresurada” de su líder de negarse a sumarse al bloque pero… ¿el tiempo le dio la razón al economista libertario?
Hay que resaltar que si bien el BRICS ofrece algunas ventajas en un mundo que parece dejar de lado la unipolaridad, este bloque presenta una serie de dificultades. En primer lugar, no es competencia real del FMI ni de otros organismos manejados por Occidente -está lejos de ser un espacio alternativo al G7-. Además, en los hechos está manejado cada vez por Beijing -quien hábilmente supo sacar provecho del ‘paria’ estado ruso en el plano internacional-. Y, ciertamente, no es lo mismo la Rusia nacionalista de Putin que la China comunista de Xi Jinping.
En este escenario complejo, el Gobierno de Alberto Fernández empujó la incorporación de Argentina al BRICS y en agosto de 2023 se anunció que nuestro país era invitado formalmente a ingresar al bloque pero con un pequeño ‘detalle’: no lo haría solo sino con Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e… ¡Irán!
Tras apenas 19 días de haber asumido y a dos días de que Argentina se incorporara plenamente como miembro del bloque, Javier Milei ‘pateó el tablero’ y les envío una carta a los miembros del BRICS diciéndoles que Argentina no iba a entrar (¡mucho menos como ‘furgón de cola’ de Irán!)?.
Algunos hablan de que hoy el mundo se encuentra en el marco de una nueva Guerra Fría, y si bien desde estas columnas no se cree que sea tan así, ciertamente se están armando dos bloques difusamente definidos y Argentina dejó en claro que quiere pertenecer a uno de ellos: el del mundo libre.
A Milei se le puede criticar su alineamiento incondicional al Estado de Israel -muy cuestionado por los bombardeos a la población civil en Gaza- y a Ucrania -país que ha ha albergado biolaboratorios, está acusado de tráfico de personas, actos terroristas y cosas aun peores-, pero hay que reconocer que haber alejado a nuestro país del bloque comandado por el comunismo chino e integrado por Irán ha sido un enorme acierto que, de otra forma, hoy nos pondría en aprietos, ¿o acaso alguien se imagina en un evento futuro a un presidente argentino compartiendo escenario con Ebrahim Raisi?
Es probable que el fallo de Casación sea usado por Estados Unidos e Israel para avanzar con su ofensiva contra Irán, pero ese es un tema de ellos. Argentina, con el tema BRICS, jugó a tiempo y adelantó una maniobra que, de haberla dejado en suspenso, hoy la hubiera dejado mal parada frente a la justicia de su país y al pedido legítimo de verdad y justicia. Fue, sin dudas, una decisión correcta.