Un exministro de Alberto Fernández dijo que la gente "se adapta a todo" y "se hartó del Estado presente"
"En el tratamiento de la ley ómnibus hubo un brutal malentendido. El Gobierno tiene la oportunidad de mandar cuatro o cinco proyectos que cree esenciales para su gestión", alertó Daniel Arroyo.
"Esta es una sociedad adaptativa. Argentina tiene un 40% de trabajado informal. Una persona tiene un empleo estatal, y cuando termina sale a hacer una changa. Hace un reparto, conduce un Uber, realiza arreglos domiciliarios. En la Argentina, esta población le va encontrando la vuelta a lo que puede", empieza su relato Daniel Arroyo, exministro de Desarrollo Social del último gobierno kirchnerista. "Al que no le alcanza, el que hacía seis horas manejando un auto maneja ocho. Se va acomodando. Lo mismo pasa en los sectores medios", explicó en una larga charla con MDZ.
"Esta sociedad entendió que se terminó una etapa y hacía falta un cambio. La elección del año pasado era entre eso. Continuidad o cambio. La gente eligió cambiar, cambiar abruptamente y percibía que había que hacer un ajuste, una calibración, pero no tan brutal de como está sucediendo", explicó quien también fue ministro de Daniel Scioli en la misma área social cuando el ahora secretario de Turismo y Deportes era gobernador puesto por Néstor Kirchner.
Según Arroyo, "en los barrios se ve que está complicado con la compra del pan, la carne, el supermercado, pero también te dice que algo había que hacer, que está enojadísima con la dirigencia política, empresaria status quo. La gente votó a riesgo de no saber qué venía después. Fue como una pareja que se separa a como dé, sin saber cómo se iba a acomodar".
Para el legislador de Unión por la Patria, "el gobierno está haciendo un experimento en una sociedad que está cansada y harta del Estado presente. Pero esto no puede transformarse en nada el Estado y todo a lo bestia. Tiene que haber un equilibrio. El Estado debe regular la tasa de interés de las tarjetas de débito, el aumento de las prepagas y el costo de la educación privada, por ejemplo. Son aspectos centrales de la economía de casi todos los hogares del país.Este experimento es muy extremo. Ojalá haya un punto de equilibrio. Y ojalá que, cuando venga al Congreso, nos de un horizonte, nos proponga cinco o diez leyes que quiere priorizar".

- ¿Qué observaste en el tratamiento de la ley bases? ¿Hubo además de una impericia oficial una demanda constante de los gobernadores, como denuncia Milei?
- Ante todo, y como conclusión, creo que hubo un gran malentendido. El gobierno mandó una ley de 654 artículos que incluía entre el uso de Toga de los jueces, cambios en la política de salud mental, cuestiones impositivas, cambios en el sistema jubilatorio… Era una tesis universitaria más que un proyecto de ley. Es como si le hubieran dicho a alguien “escribite cómo tienen que ser las cosas y mándalo”.
Tuvo un buen trabajo del parlamento, no del bloque mío que siempre dijo que iba a votar en contra, y terminaron aprobando, en general, 384 artículos, que no incluían el capítulo fiscal pero que remarcaban el inicio de la desregulación económica con la emergencia económica incluida.
Hubo impericia, porque el gobierno no sabía que cuando el proyecto vuelve a comisión pierde validez el voto anterior en el recinto, y en el medio de ese proceso hubo mucha tensión, los gobernadores le pedían coparticipar el impuesto PAIS, esto, el otro… Fue una mezcla de todo. Pero mi impresión es que hubo un problema de origen, que el gobierno mandó una ley absurda, sin sentido, que lo puede corregir ahora, mandando cuatro o cinco proyectos claros, separando los temas.
Se habían aprobado seis temas cuando Miguel Ángel Pichetto se dio cuenta que el proyecto de ley se caía en totalidad y llamó a un cuarto intermedio en medio del tratamiento de los fideicomisos, que se iban a rechazar solo dos, que corresponden a potestades provinciales, ¡el resto, más de veinte, se aprobaban tal cual quería el gobierno!!!! En esta confusión general, el gobierno, directamente, mandó a sacar el proyecto de ley del tratamiento porque fue todo un malentendido. Se transformó un desaguisado. Al gobierno le falta una persona con diálogo y poder de decisión. No puede ser que el 100% de las cosas las deba resolver el propio presidente.
El gobierno tiene mucha gente que lo quiere ayudar pero los termina insultando, llamándolos valijeros, idiotas útiles… Es muy difícil, objetivamente. Es imprescindible que prime la racionalidad.
- ¿Qué opinas de las reformas impuestas en el plan Potenciar y en la tarjeta alimentaria? ¿En qué le cambia a la gente?
- Me parece correcto que hayan aumentado el valor que recibe la gente a través de la tarjeta Alimentar, que fue una creación mía y este gobierno la mantiene. Tiene que reforzarse la idea de que compren carne, leche y los alimentos para evitar la desnutrición infantil.
El Potenciar Trabajo lo dividieron en dos: 900.000 por un lado y 400.000 personas por el otro. Hasta ahora representaba el 50% del salario mínimo, vital y móvil, y de acuerdo con el anuncio, ahora no seguirá respetándose ese parámetro. Casi que lo congelan. Las 900.000 personas tienen que capacitarse, no tienen que contraprestar un trabajo en ningún lugar, y pueden mantener el trabajo formal mientras que sus ingresos no superen los tres salarios mínimos, que son alrededor de $550.000 pesos. Ese esquema está bien. Pero los trabajos en los que todos los planes están enfocados van a la baja, como la construcción, el rubro textil, el maderero o la asistencia de personas, que cuando caen los ingresos estos servicios se eliminan. Y en dos años se termina el plan. Fin.
Las otras 400.000 tendrán una asistencia más directa. Son madres con cuatro niños o mas, y tienen el acompañamiento directo y tendría que durar más.
- Es decir, que no deberán ir a una cooperativa organizada por un movimiento social o barrial ni tampoco al municipio para barrer las calles, como lo hacen por ahora.
- Ni el portero de una escuela, ni el que estaba en un polo productivo haciendo sillas o muebles o los que dependían de los municipios. No, en teoría, sólo deberían realizar capacitaciones laborales sin ninguna contraprestación laboral.
Hay un tema fundamental y crucial. Si se congela el valor del plan, casi no tiene sentido porque en dos meses esa plata se licua. Igualmente, muchos de los que reciben esta asistencia hacen otras changas, son gasistas, arregladores de parques… Trabajadores de la economía informal.

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