Javier Milei jugó con fuego, demostró autoridad y rompió vínculos irreversibles
Javier Milei echó un ministro por filtrar información como mensaje al Gabinete. Las operaciones contra Guillermo Francos y Martin Menem y el rol de Victoria Villarruel. El factor gobernabilidad.
Javier Milei confirmó que es el presidente más raro de la historia, que desconoce el riesgo de las acciones y que está dispuesto a terminar su Gobierno de la peor manera pero firme a sus convicciones. Echó a un ministro de peso y trayectoria por algo que hacen todos los ministros desde la revolución de Mayo, desde el 7 de junio de 1810, cuando la política le dictó a la prensa los objetivos para su gestión. Guillermo Ferraro filtró información y se quedó sin trabajo. Ahora Javier Milei empoderó a un externo como Luis Caputo, y asumió el rencor de parte del Gabinete, que tomó como amenaza lo que sucedió.
A la tarde MDZ chequeó todos los ministerios, y la duda desnudó la salida de Ferraro, de un perfil bajo y técnico, que le contó a la prensa que en reunión de Gabinete, Javier Milei había dicho lo mismo que en cadena nacional, que desfinanciaria cualquier irresponsabilidad fiscal o intento de rebelió de los caudillos del interior. Ferraro contó lo que todos sabían y Javier Milei rompió el récord del vergonzante papel de Economía en tiempos de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, cuando Silvina Batakis fue el fusible para inspirar la carrera presidencial fallida de Sergio Massa.
Javier Milei rompió lanzas, batió récord de recambio ministerial y de paro general, algo anómalo para quien sin territorialidad ni bloque mayoritario en el Parlamento, busca torcer la historia de decadencia nacional en la que la Argentina se encuentra estadísticamente. El problema es que quien fogonea, decide y echa no es otra dupla que la de hermanos Milei, por lo que las operaciones cruzadas sobre la sobrevida de Guillermo Francos están a la orden.
Si Javier Milei elige dar por terminada su relación laboral con Francos, el Gobierno colapsaría en 24 horas y ambos lo saben. El vínculo con empresarios, gobernadores y legisladores opositores depende únicamente del ministro del Interior y en el caso del Congreso de Martin Menem, quien teje en cámara lenta su sobrevida con la ligazón a diputados peronistas con sigilo absoluto de su primo, Eduardo Lule Menem.
Este diario chequeó no menos de diez veces desde su asunción, la situación de Guillermo Francos. Siempre la respuesta desde el despacho ministerial fue la misma: "Guillermo está hablando o reunido con Javier, no existe ruido ni nada parecido, puede que haya dirigentes que interpreten mal o quieran algo, pero no existe hoy en el mundo real". En rigor, la operación de su salida surgió del Poder Ejecutivo, pero no hay nada concreto.
Javier Milei rompió también récord de disolución de relaciones con el mundo obrero, nadie acepta las formas liberales en las que se evita financiar las obras sociales de los sindicatos, se promueve la libertad y democracia interna de las estructuras añejas y se insulta y descalifica desde presidencia a la cúpula cegetista como si no tuviera un costo político.
La CGT fracasó en su intento de movilizar medio millón de personas, no llegaron a 80 mil y la escena fue tan en sepia que la cobertura de medios quedó casi en soledad a las dos horas de comenzado el paro. La sociedad trabajó, los trabajadores en su inmensa mayoría cumplieron horario y los popes sindicales hablaron a convencidos, lo que no suma para futuras acciones.
Hay un dato interesante que Milei subestima: la soledad gremial se va a terminar si la cifra inflacionaria de abril no es a la baja, la caida del conusmo se mantiene, la ausencia del estado se cristaliza y la pobreza toca el 55% como se especula. Ahí no habrá bravuconada ni habladuría económica que pueda persuadir una sociedad que votó un ajuste, pero que no tiene tiempo.
Batiendo récords, rompiendo paradigmas, desarticulando estructuras poderosas y descalificando poderosos, Javier Milei enfrenta una tormenta de frente, haciendo honor a su apodo universitario, donde "el loco" deberá cumplir objetivos y hacerse cargo de las consecuencias de pretender hacer anti política en un país que admira y milita la ideología política, sea cual sea.