Gradualismo o shock: debut de Javier Milei en política con error no forzado
La réplica del escenario de Mauricio Macri en 2016 y su imposibilidad de llevar a cabo reformas. El factor Karina Milei y la posible derrota en el Congreso si no se negocia.
Javier Milei entendió finalmente que la política es el arte de lo posible, no importa si lo dijo Aristóteles o Winston Churchill, y el gradualismo desembarcó tal vez para quedarse: no habrá reforma fiscal, ni jubilatoria, ni Ganancias, ni cambios en el adelanto de Bienes Personales o una moratoria pedida por más de un sector. Javier Milei confirmó a través de Luis Caputo que es imperioso sentarse a negociar, lo aprendió por las malas, entre insultos y renuncias, pero finalmente habrá política y negociación para que haya después una ley ómnibus aprobada.
El gradualismo de Mauricio Macri lo llevó a una perdida de credibilidad, sumado al nunca arribado segundo semestre de inversiones. Así de altisonante había sido el discurso de Javier Milei sobre los cambios, y entendió a posteriori que era volver a la progresión de los cambios o pegarse políticamente un tiro de gracia al fracasar en el intento por aprobar la ley ómnibus y evitar el rechazo al mega DNU.

“No hemos cedido en nada, la ley va a ser mejor”. La definicón parece de antaño, se la dio Javier Milei a una radio el lunes, cuando parecía que no hacía falta sentarse a escuchar la disidencia. La realidad le explotó en la cara el martes, lo comentó en reunión de gabinete el miércoles, lo echó al ministro filtrador el jueves y hoy ya consciente del escenario, aceptó recular, negociar, hacer política y soñar con aprobar una ley que ya no es lo que era.
”Me parece buenísimo, entonces esto va a avanzar, la economía se va a mover y por ende los empresarios, había que aprobarla, será entonces por partes, me parece genial”. Es un integrante del gabinete que criticó la forma de los hermanos presidenciales, que profesa el estoicismo a la hora de negociar y que espera que haya un cambio de estilo futuro.

El capitulo fiscal era parte del corazón de las reformas de Javier Milei, más alla de que se guardó la estocada final de las facultadas delegadas, dueñas de las lagrimas opositoras más grandes y en espera. Karina Milei se reunió por la tarde con Martín Menem y Eduardo Lule Menem, fue la certificación de que los votos no estaban, y que la negociación era la única forma, se enteró una hora después Luis Caputo y se diseñó a las apuradas una salida elegante para un tropezón innecesario después del discurso de barricada inaugurado el 10 de diciembre temprano.
El exito ahora de la ley es parcial, pero más plausible de suceder. Fracasó la comunicación primero, la pedantería después y la política llegó para salvar el ideario presidencial, que pretende cambios y reformas históricas pero sin interactuar con quienes diseñaron lo preexistente. A partir de ahora el Presidente sabrá entonces que es de una sola manera la forma de conducir los éxitos de su gestión.

Los rumores de salida de Martín Menem son variopintos, algunos plantean que es su falta de experiencia, otros que no representa las ideas de Javier Milei, entre tanto, sobreviven aún quienes plantean que Eduardo Lule Menem debería reemplazar a Guillermo Francos, ministro del Interior y quien viene tejiendo la aprobación de la ley ómnibus con la minoría más chica de la historia moderna del Congreso.
El Gabinete queda a la espera de nuevos cambios, habiendo recitado la gestión venidera en cada disciplina durante las rondas de exposiciones en labora parlamentaria. Nicolás Posse está planteado como el próximo fusible, no se hizo cargo del tema parlamentario, tuvo récord de nombramientos en distintos lugares pero permitió vacancias en otros, y no logra cuajar su rol dentro de la relación con Interior y Economía.
El presidente exigió una resolución hoy por la tarde, se enteró Luis Caputo de la reforma y muy a su pesar, logró contagiar algún optimismo en su mensaje. Ni Javier o Karina Milei lograron ensamblar alguna comunicación para explicar lo sucedido, tal como pasó ayer con la renuncia de Guillermo Ferraro, el ministro de Infraestructura saliente tras 45 días de trabajo.

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