El estadista que presume de su autoridad para gestionar
En su cabeza tiene claro lo que quiere para Mendoza y está convencido de que es el único que puede ayudar a la provincia. Presume el poder y lo ejerce premiando la lealtad y castigando al que se atreve a desafiarlo.
Alfredo Cornejo vuelve a competir por la gobernación en busca de un segundo periodo que ningún otro mandatario consiguió desde el regreso a la democracia. Entre 2015 y 2019 impulsó la "revolución de lo sencillo" y ordenó las cuentas de una provincia que arrastraba deudas con proveedores y pagaba con atrasos el sueldo a los estatales. Tomó el poder y lo ejerció convencido de que era necesario devolverle la autoridad a la investidura del cargo de gobernador.
No hay dudas de que al sancarlino arraigado en Godoy Cruz le gusta ser la autoridad, pero también odia que lo llamen autoritario. Cada vez que alguien le atribuye cierto autoritarismo, responde con vehemencia que nunca hizo nada que riña con los mandatos constitucionales.
Sin embargo, admite que la única forma de realizar grandes reformas es ejerciendo el poder. Cornejo premió siempre la lealtad y fue impiadoso con los adversarios. Ocurrió por ejemplo con su primo, Marcelo Romano, que se atrevió a desafiarlo luego de que le negaran la superintendencia del Departamento General de Irrigación y terminó desterrado de la UCR, perseguido judicialmente y desaforado como senador.
Alguna vez Juan Domingo Perón expresó una frase que sirve para ilustrar la forma de ejercer el poder del cornejismo. "Al amigo todo. Al enemigo, ni justicia", aseveró el General y aplica perfectamente en la actualidad política mendocina.
Durante sus cuatro años de gobierno Cornejo supo tejer un entramado estratégico para garantizarse el control del Estado aún sin sentarse en la silla de gobernador. Nombró como juez de la Corte a su ministro de Gobierno, Dalmiro Garay, al procurador Alejandro Gullé, al asesor de Gobierno Ricardo Canet, al presidente del Tribunal de Cuentas, Néstor Parés, a la vocal de ese órgano de control, Liliana Muñoz de Lázaro y hasta la contadora general de la provincia, Paula Allasino, es de su riñón. En campaña Cornejo ha dejado claro que el gobernador estos últimos cuatro años fue Suarez y que él hubiese hecho distintas las cosas en algunas áreas como Seguridad. Pero los hilos del poder los sostiene hace ocho años.
Su propuesta para Mendoza es una extensión de lo que ya hizo entre 2015 y 2019. Mano firme en seguridad y orden en las cuentas públicas. Profundizar las reformas educativas e incentivar la inversión privada brindando condiciones propicias desde el Estado. Para justificar por qué después de 8 años se siguen planteando los mismos objetivos, defiende Rodolfo Suarez y apunta contra la macroeconomía y la gestión nacional de Alberto Fernández.
Para Alfredo Cornejo, Mendoza necesita un cambio en el gobierno nacional y está confiado en un triunfo electoral de Patricia Bullrich. Ha trabajado personalmente para construir esa candidatura y celebró el triunfo de Bullrich ante Rodríguez Larreta en las primarias. Quizás esa sea otra de las virtudes de Cornejo: su muñeca política. El gran ejemplo fue la Concertación con el kirchnerismo en 2007 que ubicó al radical Julio Cobos como vicepresidente de Cristina Fernández de Kirchner. Por aquel entonces, Cornejo fue el principal armador de ese vínculo político que terminó de forma abrupta tras el voto "no positivo" de Cobos a la famosa 125.
De llegar al poder lo hará tras un proceso muy diferente al que lo catapultó al gobierno en 2015. La construcción de Cornejo comenzó por el año 2007 cuando convirtió en intendente de Godoy Cruz. Desde ese asiento comenzó a trazar su camino a la gobernación y lo hizo con paciencia y convicción. En 2011 dejó pasar el tren y se presentó a la reelección como intendente pero colocó personas de su confianza en las listas de legisladores. Desde la Casa de las Leyes bombardeó la mala gestión de Francisco Pérez y se fue preparando para pelear por la gobernación. Alineó a Laura Montero y Enrique Vaquié para evitar una interna y desafió a Julio Cobos a ir a las PASO si quería bajar a pelear por la silla de San Martín.
Ahora la situación es otra. El que bajó a pelear por la gobernación es el propio Cornejo luego de que sus aspiraciones nacionales se vieran truncas. Pensó que era el único que podía alinear Cambia Mendoza pero Luis Petri lo enfrentó en las PASO y sorprendió llevándose el 40% de los votos del espacio. Pero a eso se suma la fractura de Cambia Mendoza y la salida de socios fundadores como Omar De Marchi, principal rival de Cornejo el próximo domingo.
En 2015 Cornejo armó un gran frente para derrotar al peronismo. Neutralizó cualquier fuga de votos y abroqueló a la UCR, el PD, la Coalición Cívica, el PRO, Libres del Sur, el Partido Socialista y otros sellos para garantizarse un "mano a mano" con Adolfo Bermejo. Hoy el escenario es diferente. Cambia Mendoza se ha desmembrado y ya no pelea solo contra el PJ. Con el kirchnerismo en caída libre y el nacimiento de La Unión Mendocina es otra la disposición de las fichas sobre el tablero.

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