Panorama político

La unidad en duda, el "Pato Rengo" y la Pato en la mira

Con el dólar por las nubes y a pesar del renunciamiento de Alberto Fernández, el futuro del Frente de Todos genera interrogantes. La esperanza para el oficialismo está puesta en errores de la oposición, donde siguen los movimientos de cerca.

Gabriel Ziblat
Gabriel Ziblat domingo, 23 de abril de 2023 · 07:07 hs
La unidad en duda, el "Pato Rengo" y la Pato en la mira
Foto: Noticias Argentinas

La pregunta circula en el mundo político y empresarial como una de las principales incertidumbres de cara a las elecciones: ¿cómo llega el peronismo a las PASO? ¿El Frente de Todos seguirá siendo de todos o perderá socios en el camino? ¿Se seguirá llamando así?

Desde los diferentes sectores aseguran que la unidad no está en discusión, pero al mismo tiempo se mandan advertencias cruzadas. Malena Galmarini dice que “el final es cuando se vaya Massa”; Alberto Fernández se baja de su candidatura diciendo que le deben dar la lapicera a cada militante; Máximo Kirchner replica que “desde siempre la birome la tuvieron los militantes”, algo que solo puede creer el hijo de quien siempre detentó ese poder y todavía se arrepiente de lo que escribió en 2019. Un rato antes, Juan Grabois gritaba que nunca apoyaría a Massa como presidente y lo tildó de “sinvergüenza, vendepatria y cagador”, y por las dudas metía en la misma bolsa a Daniel Scioli y Alberto. ¿Se puede mantener esa unidad? Dirigentes del FdT dicen que Grabois solo expresa a una porción minoritaria, que sus dichos no representan a los sectores con más poder dentro del espacio. Otros, de todas formas, aseguran que el líder piquetero (o ex, porque con este Gobierno abandonó esa práctica) expresa en público lo que el cristinismo no puede porque generaría una crisis política sin precedentes. Hoy Cristina Fernández de Kirchner, Máximo y compañía defienden el accionar de Massa porque no les queda otra opción. Saben que después está el abismo. 

Pero ya el propio Máximo, como el ministro del Interior, Wado De Pedro, vienen planteando públicamente que se debe renegociar el acuerdo con el FMI. Lo consideran inflacionario. Justo cuando el ministro de Economía busca una ayuda del organismo para adelantar la llegada de fondos previstos en el programa. Dólares que serían agua en el desierto para un país que se está deshidratando a pasos acelerados. Dólar arriba de $440 o inflación de alimentos arriba de 9% son solo una muestra.

Máximo Kirchner lideró un nuevo operativo clamor por su madre.

El problema para Massa es que hay sectores internos que están pensando en que en 2023 no hay margen para la moderación que impuso la campaña de Alberto en 2019, que el discurso no puede ser el mismo, por lo que recomiendan una radicalización. Un volver a las fuentes cristinistas.

Si tuviesen candidatos competitivos sería más fácil, pero no los tienen. Alberto Fernández se terminó de transformar en un raro ejemplar de un "pato rengo". En Estados Unidos se creó ese término para definir a los presidentes cuando fueron reelectos y ya no tienen chances de volver a competir la vez siguiente. Están todo su segundo mandato condicionados con ese ocaso de su poder. Alberto, sin haber sido reelecto, se ganó esa condición.

La garantía de unidad bonaerense

¿Entonces quién? El que garantice el mejor resultado posible para ser competitivos en la provincia de Buenos Aires. Es que la garantía de la unidad está puesta en las chances de triunfo. Ya no solo pensando en la elección nacional, sino por lo menos en el territorio bonaerense. Así como los unió la posibilidad de triunfo en 2019, si la derrota es segura no hay motivo para que cada uno siga perdiendo su identidad.

Allí es donde el territorio bonaerense se vuelve crucial. Axel Kicillof sigue siendo competitivo, pero con el riesgo de que una mala boleta presidencial lo tire para abajo. La disparada del dólar y la inflación sin calmarse de esta semana fueron señales claras de las dificultades que tendrá Massa para poder ser candidato y ministro o, mucho más difícil, para dar un paso al costado para la campaña. Ya no está Antonio Aracre para reemplazarlo.

Anticipar los movimientos de Cristina Kirchner es imposible, incluso para los dirigentes más cercanos. Pero será ella la que termine definiendo un rumbo, esté o no en la boleta. No hay ni entre los gobernadores, intendentes, sindicalistas o el massismo movimientos hoy que hagan pensar en gestos de autonomía. Tampoco tienen candidato fuerte. Y el albertismo quedó más rengo de lo que estaba.

Kicillof fue el vocero de la cumbre del PJ.

La Pato en la mira

La principal expectativa electoral hoy de un Gobierno sin rumbo, que deberá hacer malabares para tener un discurso de campaña que atraiga a alguien, está puesto en un desbande opositor. Las peleas internas en Juntos por el Cambio y la fuga de votos a Javier Milei son la esperanza de poder tener un escenario de tercios. Hoy las encuestas, difíciles de leer, muestran una mayor probabilidad de que quede tercero a que pueda pensar en un ballotage.

El factor Milei se volvió el más difícil de desentrañar. Un funcionario de Casa Rosada decía esta semana que les llegó una encuesta (de uno en el que confían mucho desde 2019) con el economista arriba de 30 puntos. Otro consultor dice que lo tiene en 25. Un intendente del norte del Conurbano, en 12 en su distrito. 

Si se confirma su crecimiento, la discusión gira en torno a quién le saca los votos. Y el desconcierto también está en ese punto. Alejandro Catterberg, de Poliarquía, no duda al decir que si la elección fuese entre jóvenes sub-30 seguro Milei estaría en el ballotage y que si esos jóvenes fuesen solo hombres podría ganar en primera vuelta. ¿A quién votaban en 2019? Al Frente de Todos, en su mayoría. Pero otro encuestador, que cerró esta semana un nuevo informe, dice que la otra figura que sufre con el crecimiento de Milei es Patricia Bullrich, porque la frontera discursiva se volvió difusa y comparten casi dos terceras partes de los simpatizantes.

Bullrich está siendo apuntada por el larretismo, que la quiere "macrizar".

Eso lo está viendo el propio Milei, que por eso volvió a jugar la carta de competir con ella en una PASO, pero también es el objetivo del comando de Horacio Rodríguez Larreta, desde donde se lanzó un operativo más claro de empezar a criticar con más dureza a Bullrich. El armador larretista Eduardo Macchiaveli le apuntó (también a Macri) por su diálogo con Milei: “No puede dejar de llamarme la atención el tener diálogo con una persona que permanentemente nos descalifica incluso hasta en términos personales”.  Fernando Straface, secretario general de la Ciudad, fue más allá y criticó las ideas de Bullrich como “facilistas” y de mayor “simpleza” contra el debate más “serio” que propone Larreta.

En Uspallata, después de la ruptura con el macrismo por las elecciones concurrentes, buscan lo que algunos llaman “macrizar” a Bullrich. Es decir, intentar cercarla en el espacio más halcón, con el factor Milei presionando por un lado y los moderados de JxC por el otro. Aunque cerca de Larreta insisten con que sus encuestas lo dan ganando (por 4 puntos dicen), hay funcionarios que dudan porque leen otros trabajos y hablan con otros dirigentes que manejan otros números. Saben que tienen que cambiar esa imagen. Un encuestador aclara las limitaciones de los sondeos: “Difícil que la encuesta tenga hoy poder predictivo. La gente está muy confundida”.

La Pato en la mira, mientras tanto, busca mostrarse alejada de las discusiones internas, se niega a opinar sobre Milei porque dice que no quiere ser analista de la realidad e intenta instalar sus ejes discursivos.

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