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Cuáles son los motivos por los cuales en la veda debe hablarse de política

Hasta este domingo, la sociedad mandó innumerables mensajes sobre su hartazgo sobre la manera en que se manejan los bienes del Estado, sus instituciones y el crecimiento solo de los amigos del poder.

Alejandro Cancelare
Alejandro Cancelare viernes, 17 de noviembre de 2023 · 12:50 hs
Cuáles son los motivos por los cuales en la veda debe hablarse de política
Foto: Noticias Argentinas

"Las instituciones, la democracia, están en crisis si gana Javier Milei", pregonan y difunden, no sin algunos puntos irrefutables, los dirigentes partícipes necesarios pero no únicos del desastre en el que está inmersa Argentina. Los mismos que, a la vez, no hacen nada, no gritan, no se enojan ni se indignan con el incumplimiento flagrante, grosero y escandaloso de la utilización de todos los organismos del Estado, que es de todos, para el uso de una única facción, el gobierno kirchnerista.

Sergio Massa lo sufrió cuando fue candidato opositor. Supo como los intendentes y fundamentalmente los gobernadores alineados con Néstor y Cristina Kirchner le impedían hacer actividades en la vía pública sin que una horda de personas lo parasen o insultasen y hasta le impedían alquilar un club o institución por orden de ese poder. El propio expresidente fallecido lo padeció cuando venía a la provincia de Buenos Aires "alambrada por Eduardo Duhalde", tal cual denunciaba.

Ahora eso que sufrió lo utiliza con llamativo desparpajo. Innecesariamente, porque su discurso y sus propuestas son mucho más democráticas y atractivas que la campaña del miedo con la cual intenta achicar la diferencia que mantiene el loco de la motosierra en las encuestas.

¿Qué es la veda electoral? Es una hermosa experiencia democrática por la cual, durante un tiempo determinado, los gobiernos no pueden hacer actos públicos ni de campaña utilizando las herramientas del Estado que conducen. El motivo principal es impedir que se genere una competencia desleal contra aquellos que no tienen esas posibilidades, fundamentalmente los opositores.

Esta ventaja del Gobierno sobre el resto de las fuerzas políticas se agudizó cuando Néstor Kirchner, cuando integró su lista de testimoniales con Sergio Massa y Daniel Scioli, perdió las elecciones de medio término contra el colombiano Francisco De Narváez, hoy uno de los empresarios más cercanos a la campaña de Unión por la Patria.

El expresidente quedó perplejo por la fortuna puesta para su propuesta por el exdueño de los supermercados Tía. Para evitar nuevas apariciones de “ricos que hacen política”, se adueñó del financiamiento de todas las campañas, incluyendo la provisión de los espacios publicitarios.

Además, en ese mismo momento, introdujo la ley de PASO, por la cual, nadie podía ser candidato de una fuerza si antes no participaba en una primaria. Y, si perdía, el derrotado estaba impedido de ir por otro espacio. Conclusión. Si te hicieron trampa, y lo supiste, andá a llorar a la Iglesia, porque hasta la próxima elección no podrás participar.

Hace 40 años, Don Raúl decía que la Democracia era el medio para crecer. Pasaron cosas. 

Esto arrinconó a todos. Los poderosos siguieron siendo poderosos, y los out sider, cuando proponían algo novedosos, expulsados o “corregidos”. En los últimos años hubo tres experiencias similares, y solo una terminó imponiéndose por su irreverencia. Javier Milei.

Facundo Manes, con todo su prestigio previo, no pudo sortear la enredada interna radical que lo fagocitó. José Luis Espert, que ya empezó con sus palotes hace cuatro años, terminó siendo un candidato de Juntos por el Cambio para entorpecer el crecimiento del anarco libertario. No funcionó.

A sólo cuarenta y ocho horas de la elección de un nuevo presidente, los dirigentes que trabajan y se postulan dentro del sistema democrático están en deuda con el propio sistema al que deben defender, cuidar y con el cual dar el ejemplo.

No sólo porque no guardaron las formas y los escándalos públicos crecieron exponencialmente, afectando la reputación de todos los que tienen como misión representar al otro. Terminan, parece, sirviéndose de lo que deben dar, legislar o controlar.

La democracia que anhelamos y disfrutamos con la libertad de expresión, la inclusión de derechos y la Justicia con cierta igualdad para todos y todas, se olvidó de un mínimo detalle, que era por lo cual Raúl Alfonsín ganó las elecciones ante un pueblo que reclamaba cambiar los parámetros de oscurantismo reinante hace cuarenta años. Con la Democracia se come, se cura y se educa, rezaba al final de cada vibrante discurso que ofrecía.

Lamentablemente no pasó. Todo fue para peor. La culpa no es del loco, sino de quien le dio de comer.

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