Javier Milei: del académico al economista enfurecido y “parte de la casta”
Javier Milei arremetió contra Patricia Bullrich por sus listas y el “fracaso” de Cambiemos. Logró explicar ejes de Gobierno y no supo evitar el señalamiento por el armado de sus listas con Barrionuevo
Javier Milei apuntó en su presentación y primeras definiciones a Patricia Bullrich y su falta de conocimiento sobre las Leliqs, los títulos que tienen los bancos como respaldo de los depósitos en pesos. Cifras, datos, estadísticas, todo volcó el candidato liberal para dar el puntapié inicial en la noche de debate que lo tuvo como blanco con multi rivales que apuntaron contra sus ideas y sus formas. Logró por momentos evitar sus palabras enojadas, pero no su histrionismo que exhibió su furia frente a las acusaciones.
Patricia Bullrich logró incomodarlo, lo quiso meter adentro de la casta, algo que el economista no pudo digerir. Se lo notó irritable, le reprocharon el armado y financiamiento de sus listas, no pudo soportarlo. Le recordaron su vínculo con Luis Barrionuevo y la sociedad para fiscalizar y cuidar votos en la próxima elección. Se equivocó y uso la peor palabra: “también”. Reconoció su fidelidad al gastronómico a pesar de la distancia que quiso plantear.

No tuvo un momento de brillo, tampoco hizo agua considerable, logró un promedio aceptable, aprobó con cuatro. Fue un debate que lo tuvo en el centro, tiene lógica una mayor cantidad de errores teniendo en cuenta que fue el mayor blanco de los “ataques” de los rivales. Miriam Bregman y Patricia Bullrich le achacaron su “machismo”. Bullrich evitó eufemismos y le señaló los “ladrones” y las listas armadas, por lo que el economista no supo qué decir y patinó con un tibio “vos también tenes gente que viene de otras partes".
Milei volvió a encontrarse en su zona de confort al criticar el sistema en general. Evitó calificar a Sergio Massa, lo criticó elípticamente, como parte del problema, guardó la munición personal para Patricia Bullrich, a quien quiere fuera del balotaje, en caso se produzca. La certeza sobre el deterioro de la economía y la condena al socialismo reafirmaron su perfil de outsider que por momentos lo subieron al podio, pero volvió a tambalear minutos después al enojarse por las criticas por su falta de empatía con el feminismo.
El economista había acusado duramente a Myriam Bregman: “si los socialistas supieran de economía no serian socialistas, es tu caso Myriam, habla de reducir la jornada para generar más empleo, dice que el salario tiene que estar por encima de la canasta básica, pero el problema es que lo que vos propones vamos a estar peor, empresas quebradas y sin laburo”, le dijo, lo que le valió la condena por parte de Sergio Massa.
“No adherimos a la agenda 2030”. La definición del economista a Juan Schiaretti fue quirúrgica, su postura es clara y convoca a sus votantes a ponerse en contra de cualquier premisa sobre el cambio climático, el género y la ecología. Volvió la incomodidad al hablar de sus expresiones que lo condenan sin análisis: “mogólico” y “viejos meados” fueron dos etiquetas que no logró evitar y se las facturaron con razón.

El economista no supo salir de ahí y tampoco pidió disculpas, pero cargó las tintas por el fracaso de forma transversal de la política en los últimos cuarenta años. No condenó al candidato de Cristina Kirchner y Alberto Fernández en lo personal, sí a la gestión del kirchnerismo como nomenclatura general. Lo mismo con la corrupción, donde apuntó a los casos resonantes pero no al candidato.
Una noche promedio para el economista que siendo el candidato más votado de las PASO logró que las esquirlas no lo afecten demasiado, explicó algunas premisas básicas y evitó el escándalo a pesar de condenar distintas temáticas de sus rivales. La palabra “asesina” a Patricia Bullrich fue resonante, generó suspiro en la audiencia que escuchaba. “Hasta acá llegaste”, espetó el tigrense con cara y gesto adusto, para dar paso a la creación de decenas de miles de memes sobre la situación.
Una última noche de debate antes de la primera vuelta presidencial que le permitió a cada uno exponer luces y sombras, sin intercambio de ideas, con poca creatividad, pero con la contundencia propia de un candidato nuevo y novedoso, que pela a codazos por dejar un nombre en la historia moderna con la primera gestión liberal nacional del país.

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