El Conurbano está en Marbella y la política no sabe qué decir
Marbella, la ciudad de Martín Insaurralde y Sofía Clerici, como botón de muestra de lo peor de la política. El intendente de Merlo que puede correr su misma suerte. El factor pobreza y el futuro.
La sociedad, aún en sus aristas más empobrecidas y rústicas, sin acceso a un sistema educacional de calidad y con carencias propias de otro siglo, empezó a concluir la certeza del concepto de costo de oportunidad. No hace falta estudiar teoría económica ni un análisis sesudo: la plata que se gasta en Marbella, son las cloacas y escuelas de Lomas de Zamora o cualquier lugar del Conurbano, ese nutriente básico de lo peor de la política que permite alimentarse de los infantiles que bajan de peso para disfrutar de ostras entre el estrecho de Gibraltar y Málaga.
El destape de Martín Insaurralde no perjudicó casi en nada al excandidato en comparación con un ecosistema en una fase inercial, agobiada por las denuncias, deshabitado de ideas hace años y exangüe por una población que exige vivir mejor y cree que la salida puede ser por derecha. Nadie sabe qué hacer, el collateral damage puede ser más fuerte que cualquier estrategia de discurso, y el peronismo puede ver como un reel de Instagram puede terminar o dañar la estructura y construcción de sentido que no pudo la revolución Libertadora de 1955.
Más de mil dirigentes políticos saben lo que es navegar en un océano tomando champagne mientras los votantes creen que están en la municipalidad o el Congreso, aún peor, en la Quinta de Olivos, trabajando para la sociedad. Lo hacen habitualmente, es lógico, casi imperioso en algún momento de su carrera. Algunos son fanáticos de los aviones privados, otros no toman vino que no sea español, los más reservados se van a tener encuentros irrastreables a Punta del Este que duran cinco o seis horas, nadie sospecha nada, todos saben todo.
Insaurralde confirmó que la plata del Conurbano está en Marbella, o al menos una parte, nadie duda de eso. Una persona que lo conoce desde que acomodaba sus largos pelos después de casarse. Buscaba conocer una chica, y le presentó a Jesica Cirio, el resto es conocido, la joven pasó de bailar en la discoteca popular de zona sur a crear un imperio comercial con marcas y asistencia perfecta a cócteles y fiestas para la crema de Punta del Este. Insaurralde ya manejaba buena parte del juego bonaerense, tenía ya amigos y enemigos y cosechaba un estilo de vida particular: tomaba champagne en Gardiner mientras releía sus papeles. Todo normal.
Hay una lista de posibles "Insaurralde's" que tiene en vilo a Axel Kicillof, quien siempre supo el delirante estilo de vida de muchos, pero nunca lo ventiló. Lo sabe Sergio Massa, que también está atento a la información que llega a su teléfono rojo. Gustavo Menéndez, intendente de Merlo y candidato, está en la cuerda floja. Esta semana llegará el informe de Migraciones, y puede ser su final. La Finalissima de la Scaloneta, el mundial de Qatar y viajes por decena al exterior en los últimos cuatro años pueden ser el epitafio para quien, siempre según la denuncia, compró propiedades sin patrimonio y a nombre de mujeres con las que se relaciona.
"Sus" mujeres privaron sus usuarios de redes sociales porque saben que la cacería empezó y son la presa más buscada. Viajes al exterior, puestos en distintos organismos públicos, regalos impagables y propiedades. El destino de Menéndez es complejo y le apuntan desde adentro y afuera, situación insoslayable para sobrevivir. Axel Kicillof le hizo llegar la recomendación de bajarse, el representante del PJ sabe que Sergio Massa no se va a arriesgar a tener un problema por Merlo, y la oposición afila los dientes y espera como el perro de Pávlov.
El peronismo no tiene fuerzas para morder aún siendo atacado. Una tímida caravana para intentar exhibir una unidad que hace años no se logra cuajar se logró ayer. La Matanza fue, es y será el corazón kirchnerista donde el cobijo ofrezca el poco calor del poder que quede si caen en Nación y provincia. Sólo resta adivinar si la inercia de Marbella terminará por desnudar la ecuación más sencilla y perversa de la historia moderna: sin una clase dirigente promiscua, millonaria y superflua, no habría pobreza en el Conurbano.