En Olivos ya no existe el poder y los ministros hacen lo que les parece

Alberto Fernández ya no maneja nada. "Nada es nada", según opinó un exfuncionario nacional que se fue cuando ya tomaba nota de la imposibilidad de dar una orden sin que la misma volviese para atrás si la vicepresidenta no lo consideraba adecuado.
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En medio de tensiones y dudas sobre la futura conformación del Gabinete nacional, cuando se habla ya de la próxima modificación, quien podría ser el beneficiado directo si de poder se trata, Gabriel Katopodis, estaba en su distrito de recorrida junto con el intendente Fernando Moreira.
“Vas a ser ministro de Infraestructura y Transporte y andas paseando por el pueblo”, le dijeron vía chat. Queda claro que el funcionario toma la política de manera muy particular, pero que no estuviera en Olivos o en su Ministerio readecuando lo que se anunciará más pronto que tarde, da pie a que nada sucede en los lugares que así lo deberían.
Desde el jueves a la noche el peronismo se vive una etapa de esperanza y los cuerpos que parecían fatigados aparecen revitalizados. Hasta no toman en cuenta que el zigzag del Gobierno es un interrogante mundial. "¿No se la esperaban no?”, gritaba desde una mesa un reconocido dirigente local a un amigo opositor en la mañana de este sábado.
Pero lo que tuvieron que hacer, darle el comando económico a Sergio Massa, vino después de dos años de desaguisados, zancadillas políticas, desastrosas actitudes personales en medio de la pandemia, el cierre de colegios, la inflación, etcétera, etcétera, etcétera.
“Si estábamos tan bien, con crisis de crecimiento, ¿por qué renunciaron dos ministros de Economía en veinte días?", fue la única pregunta que hizo el radical que se reía mientras escuchaba las explicaciones del funcionario local peronista.
“La verdad que no hay otra alternativa. Tomaron conciencia que si nos sale mal, nos vamos ya”, le dijo un funcionario provincial que conoce bien todas las partes que intervienen en la nueva etapa de Gobierno.
“¿Qué Gobierno? No hay Gobierno, hay una persona que tiene poder pero no decisión, como Cristina Fernández, y un presidente que ya dejó de ejercer. Así, Sergio (Massa) tampoco tiene el respaldo que debe tener”, le dijo a MDZ uno de los que se asombra por la soledad que reina en Olivos.
Mientras tanto, Massa sigue trabajando contra reloj en su casa de Tigre y en sus oficinas personales de avenida Libertador, donde siempre late el corazón del Frente Renovador. Esas mismas oficinas que lo tuvieron a Fernández como jefe de campaña cuando su estrella declinaba, a mediados de 2015.
"Para saber lo que quiere Massa, solo hay que ver lo que impulsó como presidente de la Cámara de Diputados. Argentina tiene que ser una máquina de generar dólares, con incentivos fiscales para cada sector productivo", confió alguien que está a sol y sombra con el futuro ministro.
Para Massa, este es el momento que tuvo, no el que eligió. Pero tiene como ventaja excepcional que todos quieren y necesitan que le vaya bien. Hasta sus rivales internos, por peleas cotidianas en la Provincia de Buenos Aires o nimiedades de los egos.
Ni las desconfianzas, ni las mezquindades, han desaparecido. Hay obligación de creer que esta vez no habrá más pujas tan fuertes que vuelvan a paralizar al Gobierno. Sin embargo, apenas asome un mínimo tropiezo, todo puede saltar por el aire.