Guzmán, el nuevo enemigo de todos y todas
Por fin nos encontramos, luego de dos años y medio de “funcionarios que no funcionan”, con la conclusión de que el único funcionario que no funcionaba era Martín Guzmán.
El Presidente Alberto Fernández, en el acto por la conmemoración por la independencia argentina el último 9 de julio, volvió a mostrar lealtad y/o sumisión a quien lo viene señalando como uno de “los funcionarios que no funcionan” y ninguneando permanentemente en actos públicos, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Así, el Presidente señaló a sectores de la oposición como los “profetas del odio” y cargó las tintas contra Juntos por el Cambio, en un discurso donde relataba sobre las fortalezas del frente que nos gobierna y las bajezas de la oposición.
Sobre una semana en pausa en la República Argentina: el sábado 2 de julio renunció el ministro de Economía, Martín Guzmán, y desde aquel momento trascendió que Alberto Fernández no quería hablar con Cristina Fernández de Kirchner, y que más de un intermediario tuvo que convencerlo para que éste llame a la vicepresidenta, y una vez más Alberto accedió a sucumbir ante quien lo cuestionó y burló en un acto ocurrido el mismo día en el mismo momento que renunció Guzmán a través de la red social Twitter.
Alberto llamó a Cristina y combinaron cenar juntos el lunes 4 de julio. Trascendió que la cena no fue amigable. Y trascendió que el miércoles 6 de julio existió otra reunión en horas de la tarde entre el Presidente, la vicepresidenta y el presidente de la Cámara Baja, Sergio Massa. Todo trascendía en estos días, porque el hermetismo era total. Respecto a la última reunión entre los tres funcionarios que conformaron el Frente de Todos, no solo no fue comunicada, sino que fue negada públicamente; así, la portavoz oficial, Gabriele Cerruti, frente a la pregunta de una periodista, respondió que este encuentro no había ocurrido; luego el mismo gobierno salió a desmentir su mentira, y nos informaron que sí había acontecido tal reunión.
Sobre los “profetas del odio”: durante una semana completa, desde el 2 al 9 de julio, en la cual el Presidente se reclutó y no se pronunció ante la opinión pública sobre la renuncia de su ministro de economía, los cuestionamientos públicos de la vicepresidenta contra su persona que no hacen más que restarle la poca legitimidad que le queda, la crisis económica, financiera y social que siguió pronunciándose tras el secretismo y las temerosas expectativas de los mercados, la oposición solo se expresó, molesta e inquieta, como la mayoría de los ciudadanos desorientados, implorando al presidente que dé señales de vida política. Mientras tanto, sectores de La Cámpora cristinista continuaron poniendo la lupa sobre la nueva ministra de economía, Silvina Batakis, presionando hasta con carteles en una sesión en el Congreso, para que se sancione una ley para otorgar un salario básico universal, que, en una coyuntura de falta de reservas, implicaría mayor gasto público, mayor déficit fiscal, mayor emisión, mayor inflación, y con mayor aumento de precios, mayor desaprobación aun para la gestión del presidente.
Nos referimos a la misma Cámpora que el 11 de marzo le complicó los asuntos externos e internos a Alberto Fernández, cuando se sesionó en el Congreso la aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que Argentina no entre en default; Máximo Kirchner no se presentó en el recinto hasta altas horas de la madrugada, votó en contra, y junto a él gran parte de su bloque dijo “no” al acuerdo con el FMI. El 65% de los diputados oficialistas dieron el sí a la negociación con Fondo, y el 96% de los diputados de la oposición dieron el sí a la negociación con el Fondo. Vale decir, el 35% de los diputados del Frente de Todos le dieron la espalda al pedido de Alberto Fernández de que se vote un acuerdo para que Argentina no entre en cesación de pagos y solamente el 4% de los diputados de los “profetas del odio” dieron la espalda al presidente para el mismo cometido.
Pero hablemos del nuevo enemigo de todos y todas: el ministro de economía saliente, nos dicen los más entendidos en asuntos macroeconómicos que tuvo un muy mal desempeño en su gestión, y por los resultados a la vista, seguramente tuvo un muy mal desempeño en su gestión. Pero, recordemos, que La Cámpora, la misma que presiona con seguir gastando platita con más salarios para todos y todas, por supuesto sin promover mayor trabajo e ignorando los obvios efectos inflacionarios, la misma que le dio la espalda al Presidente y Argentina estuvo en riesgo de entrar en default, la misma que maneja el PAMI, ANSES, Aerolíneas Argentinas, YPF y el área del sector energético, le complicó potentemente la vida política al ministro renunciante, que entre otras cosas, necesitaba accionar un plan para que el sector energético deje de acrecentar el cuantioso déficit.
Guzmán (y Macri) culpables de todos nuestros males, y acá no pasó nada: por fin nos encontramos, luego de dos años y medio de “funcionarios que no funcionan” con la conclusión de que el único funcionario que no funcionaba era Martín Guzmán, por eso, tal como sostiene el dicho popular “muerto el perro se acabó la rabia”, y hoy Alberto, Cristina y Sergio se encuentran libres de rabia comiendo perdices, y desde ahora, sepámoslo, existen dos culpables de todos los males de todos y todas, Guzmán y Macri.
*Sandra Choroszczucha es Politóloga y Profesora de la UBA.