Días decisivos

El poder coquetea con el abismo

Está claro que una sociedad frustrada debe ser inspirada. Requiere un líder. Requiere un clima de época concluyente para las reformas indispensables. Hoy parece todo lejano.

Paulino Rodrigues
Paulino Rodrigues miércoles, 23 de marzo de 2022 · 10:45 hs
El poder coquetea con el abismo

La destrucción de activos, riquezas y valor en la Argentina de los últimos años ha sido extraordinaria, contundente y muy veloz. El tipo de cambio se multiplicó por 10 en 8 años. La inflación en ese período superó el 25% anual promedio con picos cercanos al 55% anual. Las proyecciones no son diferentes. Las expectativas tampoco. Nada más dañino para la crisis Argentina que esa falta de confianza en medio de un proceso político que acelera su desgaste frente a una sociedad atónita y frustrada que no sale del asombro y la desazón en la que está inmersa.

En ese contexto, el gobierno -el presidente Alberto Fernández en particular- parece caminar por el delgado y fino hilo que lo separa del abismo. Ya es un gobierno en revisión permanente y trimestral. No sólo por las misiones del FMI que vendrán, sino porque todo en la Argentina ya es por trimestre. Para algunos incluso mes a mes. Todas las paritarias se cierran con aumentos escalonados y con mecanismos de revisión temprano. Algunas directamente son a 3 meses. Municipales en Mar del Plata hicieron eso. Acordaron 14% de aumento hasta mayo. Empleados de Comercio en todo el país discute aumentos trimestrales. Las más de 100 paritarias privadas que deberán resolverse antes de fines de abril plantean cosas similares. Hasta la renegociación de Martín Guzmán con el Club de París fue trimestral. Ayer, en París, el ministro logró un nuevo puente hasta junio para no pagar los u$s 2000 millones que vencieron el año pasado y que ya había refinanciado durante los últimos 12 meses. Eso sí, fracasó por ahora en patear durante los próximos 7 años los pagos comprometidos por Axel Kicillof en 2014 a una tasa del 9% anual en dólares en aquella rápida y mala renegociación. Guzmán ahora quiere renegociar la tasa al 1% durante los primeros 24 meses –donde habría un período de gracias en el que Argentina seguiría sin pagar- y pagar el 1,5% durante los posteriores 5 años. Cosas del destino. El gobierno que tiene al actual gobernador en el elenco oficial, está ungido en renegociar lo que él acordó hace sólo 6 años y medio y que el país no cumple desde hace 1 año. Alguno dirá la famosa frase “pasaron cosas en el medio”. Otros sostendrán que nada es más didáctico para comprender las idas y vueltas y la falta de plan en Argentina.

Lo concreto es que el gobierno aparece aturdido y hasta paralizado. Las indefiniciones del presidente molestan a todos. También a los propios dentro el gabinete que las requieren y en las últimas horas amenazaron con abandonarlo si no eyecta del poder a los funcionarios de la resistencia kirchnerista que además lo hacen montados en las “cajas” del Estado. Alberto jura que no romperá, pero dice que “el gobierno no es colegiado” y que las decisiones las toma él. Curioso cuando todos le endilgan las indefiniciones y especialmente cuando fue la propia vice presidente y su hijo quienes rompieron con él. No el presidente. Ellos. Para conclusiones alcanzan las definiciones del propio Alberto: “Pensé que me iban a acompañar pero no lo hicieron”, en alusión al acuerdo con el FMI.      

Del otro lado, Cristina Fernández de Kirchner se aferra a sus banderas. Marca la cancha. Define posiciones aún en debilidad y con limites explícitos, pero siempre lineal en cuanto a sus planteos. Reconoce ante propios y extraños sus diferencias políticas y personales con su “nombrado presidente”. Ella también está frustrada. Ni la reaparición de Mauricio Macri los unifica. La coalición electoral sin proyecto común quedó al desnudo. Ahora el presidente está transitando días decisivos y con una debilidad adicional a la propia falta de liderazgo personal que él mismo se generó. El derrotero constante de desgaste de la palabra oficial encontró su máxima expresión el viernes cuando frente a la expectativa creada de anunciar una desafortunada “guerra” contra la inflación, el presidente sólo consumió tiempo y expectativa para decir cosas obvias y sin anuncios concretos que aún al día de hoy escasean por completo. Argentina entró en semanas claves y decisivas. El Poder en su conjunto también.  

Está claro que una sociedad frustrada debe ser inspirada. Requiere un líder. Requiere un clima de época concluyente para las reformas indispensables. Hoy parece todo lejano. Pero eso algún día cambia, aunque no signifique que lo haga en el sentido correcto. El tiempo dirá. El reloj de arena ya corre.

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