Más interrogantes

Manzur: intervención del Gobierno, una estrategia y una falencia clave

El desembarco de Juan Manzur en la administración del Frente de Todos le ha quitado protagonismo al presidente Alberto Fernández. Este nuevo escenario genera incomodidad en el entorno del jefe de Estado. El nuevo jefe de Gabinete agarró una papa caliente sin garantías como para acumular poder.

Beto Valdez
Beto Valdez miércoles, 22 de septiembre de 2021 · 07:00 hs
Manzur: intervención del Gobierno, una estrategia y una falencia clave
Foto: Agencia EFE

Juan Manzur desembarcó en la Casa Rosada con el objetivo de “ordenar la gestión” del presidente Alberto Fernández luego de la debacle electoral. Quienes lo conocen sostienen que es un político pragmático y audaz. Debe ser cierto porque agarró una papa caliente en medio del temporal. Jugándose a todo o nada y casi sin garantías. “Juan es un turco pícaro y ambicioso, pero está corriendo un riesgo demasiado alto”, dicen en el mundo del PJ.

El tucumano arrancó su gestión como jefe de Gabinete a todo vapor. Prácticamente lo corrió de escena al jefe de Estado, hizo el anuncio del “fin de la cuarentena”, les da órdenes a los ministros y va encabezar reuniones de Gabinete todas las semanas. Claramente ha decidido diferenciarse de su antecesor Santiago Cafiero y quiere darle un ritmo feroz a la administración del Frente de Todos, casi como si no existiera una profunda crisis interna.

En el entorno de Alberto no pueden disimular la incomodidad porque en pocas horas Manzur le intervino el Gobierno y supuestamente va por más. Voceros peronistas aseguran que se intentará correr al presidente de la campaña electoral o reducir sustancialmente sus apariciones públicas hasta esperar que reflejan las encuestas. Los allegados a Fernández no aceptarían esa estrategia de convertirlo en una figura decorativa.

La reacción de Cristina es una verdadera incógnita.

Evidentemente el nuevo jefe de Gabinete quiere “implementarle más peronismo” al Gobierno nacional, en términos de gestión y de volumen político, pero tampoco cuenta con las garantías suficientes de los socios mayoritarios del FDT como para acumular poder y ser el gran protagonista del intento poco probable de revertir la derrota de las PASO. “Es un salto sin red para semejante apuesta y seguramente se gane enemigos”, dice un vocero de un gobernador del norte.

La otra incógnita pasa por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner: ¿aceptará que un peronista más tradicional imponga su agenda? ¿Cómo reaccionará si en algunas semanas los sondeos siguen ratificando una derrota para noviembre? ¿Será verdad que quiere empezar a tomar distancias de la Casa Rosada? Hasta ahora lo que predomina es la incertidumbre.   

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