Pandemia

Cuarentena: el mes en el que conocimos nuestras limitaciones y aceptamos ser conservadores

La pandemia puso a prueba la capacidad de gestión de los gobiernos. Y en Argentina solo alcanza para la urgencia: somos "puro hoy". Por qué los gobiernos eligieron el camino más conservador.

Pablo Icardi
Pablo Icardi domingo, 19 de abril de 2020 · 10:32 hs
Cuarentena: el mes en el que conocimos nuestras limitaciones y aceptamos ser conservadores

De repente, las calles se apagaron, las escuelas quedaron vacías. Comercios de persianas cerradas, ropa nueva que no se estrena; veredas copadas de gatos que se adueñaron de la escena. El otoño en Mendoza no es lo mismo si nadie lo puede ver. Pues el 2020 es el año al que le faltó un mes y justo en la mejor estación.

Se cumple un mes del aislamiento obligatorio; el que generó una situación inédita para la vida cotidiana, para la economía de las familias, las empresas y el Estado. También fue el mes en el que se puso a prueba la resiliencia social y la pericia de los gobiernos. La crisis empoderó a los gobiernos y hasta permitió que por un mes las instituciones dejaran de funcionar sin que haya repercusiones graves.

La justicia, el Congreso, los organismos de control; todo quedó desdibujado bajo el mando del Poder Ejecutivo. Las provincias, incluso, también quedaron supeditadas al mando único del Presidente, a pesar de las diferencias. El propio Fernández también quedó atrapado en su propia lógica conservadora: restringió su capacidad de gestión solo a la urgencia sanitaria. Lo planteó en una lógica binaria: vida o muerte; aceptar más pobreza por las restricciones o muerte, dejar de lado la economía o muerte. El miedo es la peor de las sensaciones. Para una persona y para una sociedad.

El efecto informativo de la pandemia puede ayudar a esa lógica del “pavor”: los contagiados se miden minuto a minuto, cada muerte es descripta con detalles y el consumo de noticias se propaga como no ocurrió nunca antes en la historia. Probablemente esa tendencia sea funcional a las estrategias del miedo.

La estrategia conservadora tiene un arraigo concreto; una razón de ser. Hace menos de un año Alberto Fernández no tenía en sus planes ser presidente. Es más, apenas soñaba con ser operador de un peronismo unido para volver al poder. En mayo todo cambió con un “tuit”. Si Alberto no tenía planes en ese sentido, difícilmente podría haberse preparado para gobernar y mucho menos para una conducir una crisis que tomó a todos sin manual de estilo. El día a día de la gestión ya era compleja por la diversidad interna del Gobierno. Entonces, ir a lo seguro era el camino a seguir por el Presidente. Argentina es el país “del hoy”.  Al gobernador Rodolfo Suarez le ocurrió, también, que le cambiaron el guión. Se preparó para ser la continuidad de Cornejo y tenía un plan de desarrollo que ya había cambiado en el primer mes de gestión. Pero tuvo que transformarse en intérprete de una crisis que no se esperó. Claro, para ambos también es una oportunidad: la misma tensión elimina exigencias, aunque también genera un desgaste enorme. 

 

En el aspecto sanitario la prevención de la expansión de la pandemia de coronavirus funciona hasta ahora. La curva de contagios está “aplanada” y el momento crítico se prorroga en el tiempo. A medida que se hace más lenta la multiplicación de contagios, más lejos en el tiempo queda el momento crítico. Argentina aprovechó el margen de tiempo que le dio la pandemia y las medidas de prevención extremas se tomaron con anticipación. Pero sin un plan integral que tenga en cuenta el resto de los órdenes de la vida cotidiana, principalmente la realidad de la mitad de la población que tiene en riesgo su empleo con la pandemia. Solo en Mendoza un 47% de la población tenía problemas de empleo antes de la pandemia. Y 4 de cada 10 de los que estaban empleados, tenían un trabajo informal.

¿Se puede comparar con lo que ocurrió en 2001 - 2002? Difícilmente porque son crisis de distinto origen y con otras herramientas. El índice de pobreza está en niveles similares, dato que refleja varias cosas: Argentina no logró desarrollarse ni generar oportunidades reales para al menos un tercio de la población en 20 años. En 2001 la pobreza afectaba al 42% de los hogares. A fines del año pasado en Mendoza el 42% de la población no tenía los recursos necesarios para comprar lo básico y en la niñez superaba el 50%. Hoy ese dato debe ser catastrófico. A diferencia del 2002, el Estado tiene herramientas de asistencia más aceitadas para contener la emergencia. Pero a diferencia de 2002, no se espera un “rebrote” productivo que genere trabajo y sustentabilidad económica.

Qué pasa

La foto real de la pandemia no está clara. En Mendoza, por ejemplo, se informa con transparencia la cantidad de casos, pero se anulan otros datos trascendentes para conocer lo que pasa. No se sabe cuántas camas de terapia intensiva hay disponibles, cuántas ocupadas por personas con coronavirus y tampoco está claro el nexo epidemiológico de muchos casos. Desde la OMS explican que no alcanza con analizar datos aislados para saber si la estrategia es exitosa o no. Si ocurre, por ejemplo, que hay pocos casos, pero una alta demanda en el servicio de terapia intensiva, entonces hay un problema oculto. En la provincia puede ocurrir pues, por ejemplo, hay una cantidad de muertos por coronavirus que no se condice con la cantidad de casos generales. Mendoza tiene una tasa de contagios cada 100 mil habitantes mucho más baja que la media nacional (3,4) pero una cantidad de fallecimientos elevada. Lo que puede pasar no es que el “virus sea más letal”, sino que en la Provincia hay un subregistro de casos.

Hoy todos los recursos están volcados fundamentalmente al abordaje de la crisis sanitaria. Para cubrir carencias previas y para reforzar donde se haga necesario. Para ello también los gobiernos tienen potestades especiales; superpoderes que les permite administrar el dinero sin control y sin frenos. Hubo escándalos en la Nación y en la Ciudad de Buenos Aires. En Mendoza aún no, pero con restricciones informativas: se comunican las licitaciones y lanzamientos de compras, pero no se publican las adjudicaciones, los montos que se pagan y las empresas favorecidas.

Desde mañana comienza una segunda etapa  con la reapertura lenta de algunas actividades económicas. Ocurre por decisión estatal, pero porque la necesidad ya había comenzado a generar inquietudes graves. Va a haber más personas en la calle; va a haber más contagios y también exigirá más a los gobiernos para gestionar más allá del hoy.

 

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