Pandemia

Cómo hará Mendoza para intentar mantener a raya al coronavirus

El esfuerzo está concentrado en evitar lo más que se pueda la circulación social del virus que, por ahora, no se estaría produciendo. El problema está en el ingreso de personas de otras provincias y en las violaciones a la cuarentena. La decisión de Saurez de no confrontar con Alberto Fernández

Marcelo Arce
Marcelo Arce domingo, 29 de marzo de 2020 · 06:52 hs
Cómo hará Mendoza para intentar mantener a raya al coronavirus

“Los días que estamos viviendo ponen a prueba a todos los líderes, ya sean locales, estatales o nacionales. A cada uno se le pide que tome enormes decisiones de vida o muerte, a la vez que trata de conducir a través de la niebla con información imperfecta, mientras todos los que están en el asiento de atrás les gritan. Mi corazón está con todos ellos. Sé que tienen buenas intenciones”. La reflexión fue publicada en el New York Times por el escritor y periodista Thomas L. Friedman, y bien podría ajustarse a la realidad de Rodolfo Suarez y la forma en que está llevando adelante la crisis del coronavirus.

Por supuesto que el gobernador nunca esperó que, a solo cuatro meses de asumir, se viera obligado a convertir a cada área de su Gobierno en un frente de combate contra una batalla gigantesca como la que se avecina. El foco hoy está puesto en tratar de impedir lo más que sea posible la transmisión viral comunitaria. En una pelea que se libra día a día, la realidad de Mendoza por estas horas es que por el momento resulta más importante el trabajo de los policías en las calles que la de los médicos en los hospitales.


El mapa del coronavirus en la provincia marca que ayer no se sumaron nuevos contagios y que, de los 9 casos confirmados, 8 se enfermaron en el exterior y el resto corresponde a una mujer que lo contrajo, luego de haber estado en contacto con su hijo, enfermo también, que vive en Brasil. Hay menos de una decena en estudio y el grueso corresponde a pacientes que estuvieron fuera del país y a un grupo más reducido que estuvo en Buenos Aires y otras provincias.

Un trío de medidas ayudan y mucho a mantener este estado de cosas. Primero la cuarentena, claro está. El aislamiento social obligatorio dispuesto por Alberto Fernández, que seguramente será extendido en las próximas horas, está aplazando la expansión del virus y así lo ratificó en buena medida el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, quien dijo que por las restricciones a la circulación “el pico (de la pandemia) de está corriendo para mayo”.

En Mendoza el confinamiento funcionó bien hasta aquí en buena medida, pero con algunas defecciones que presagian un mal desenlace en las próximas semanas si, como se descarta, el coronavirus se instala entre nosotros.

Las largas colas y los amontonamientos de gente en los cajeros automáticos registradas el viernes no contribuyen en nada a la situación. Con razones ampliamente justificables, muchos empleados del sector público municipal, jubilados (el sector de mayor riesgo) y beneficiarios de planes sociales se agolparon en los cajeros porque fue día de cobro.

El gobierno demoró el pago de los empleados estatales para la semana que viene para evitar más gente en la calle este fin de semana y diseñó una estrategia: instará a los miles de empleados públicos a que vayan a cobrar de acuerdo a un orden establecido por su número de documento para evitar aglomeraciones en las puertas de los bancos.

Pero hay un punto del quiebre de la cuarentena que preocupa y mucho: está vinculado al más del del 10% de la población de la provincia que en condiciones de hacinamiento y al casi 40% de trabajadores informales que, si no sale a trabajar no cobra y pone en riesgo tanto su subsistencia como la de su familia.

Aquí no hay respuesta oficial todavía y el problema se agravará si, como se descarta, la obligación de permanecer en las respectivas casas se prolonga hasta más la de la segunda quincena de abril. Es verdad que buena parte de ese sector podría estar contenido con la asistencia del gobierno nacional. Pero ¿cuánto podrá aguantar sin trabajar un jardinero, un mozo de un bar, un vendedor ambulante o cualquiera que no cobra una asistencia del Estado y que no vive de un salario?

El bono de $10.000 para monotributistas alcanzará a quienes facturen menos de $26.000 por mes. ¿Cómo siguen quienes facturan un poco más que eso y que apenas cubren la canasta básica mensual?

Tras la crisis sanitaria sobrevendrá una profunda depresión económica. Siguiendo con Friedman: además de compadecerse de nuestros líderes, plantea el interrogante acerca de si existen o no alternativas al cierre total de la economía para evitar el colapso una vez que todo esto pase.

Buena parte de los países afectados por el Covid-19 (China por ejemplo) apostaron por buscar primero el achatamiento de la curva de casos registrados para proceder después a una liberación paulatina de las condiciones de aislamiento.

El ganador del premio Pulitzer avanza con otra idea en esta guerra: salvar vidas como prioridad, evitar el colapso de los sistemas sanitarios, pero también ocuparse de que la economía no estalle. Lo que se necesita, sostiene Friedman, es salir de las “interdicciones horizontales” para pasar a “interdicciones verticales”, para que alguna gente pueda salir a trabajar.

“Un enfoque quirúrgico-vertical se centraría en proteger y aislar a aquellos de nosotros que tienen más probabilidades de morir o sufrir daños a largo plazo por la exposición a la infección de coronavirus --es decir, los ancianos, las personas con enfermedades crónicas y los inmunológicamente comprometidos-- mientras que básicamente se trata al resto de la sociedad de la manera en que siempre hemos tratado con amenazas familiares como la gripe”, argumenta.

Algo de esto recogió Alfredo Cornejo. El exgobernador planteó la necesidad de apurar los tests de coronavirus para ir levantando la cuarentena por regiones y así reactivar la economía. Un modelo similar al que aplicó Corea del Sur, por caso.

Con algunas dudas acerca de la veracidad de sus números, el país asiático fue uno de los primeros afectados por el virus y llegó a registrar mas de 7.000 casos, con un bajo nivel de mortalidad y sin imponer una cuarentena. 

Pero con medidas que suenan a imposible en nuestro país. Básicamente lo que se aplicó allí fue un amplio operativo de detección temprana de la enfermedad, distribuyendo test gratuitos para que toda la población pudiera saber rápidamente si estaba contagiada o no.

Se llegaron a hacer 15.000 test por día y hasta se les realizaban pruebas a los conductores sin la necesidad de tener que bajarse del auto. A los enfermos y a los pacientes ambulatorios, se los controlaba a través de GPS para tener un mapeo en tiempo real de que efectivamente estaba cumpliendo la cuarentena. Mendoza comenzó el jueves pasado a realizar sus propios controles de coronavirus a pacientes con síntomas: se hicieron diez hasta el momento.

Como segunda medida importante los controles propios ayudan, sin embargo, a mantener también a raya a la circulación social del virus. Y, sobre todo, permiten tener información casi en tiempo real del desarrollo de la enfermedad en la provincia, ademas de contribuir a despejar más rápido las camas de los hospitales de los que esperan saber si están contagiados o no.

Cornejo, otra vez, fue quien desde Mendoza salió a decir lo que Suarez no puede: plantear diferencias por la forma en que la Casa Rosada se está manejando con las provincias y salir a reclamar por el salvataje financiero que tanto el gobernador mendocino como el resto de los mandatarios le están reclamando al presidente.

En este último punto alguna señal vino desde la Nación sobre el fin de semana. Liberaron $6.000 millones a repartir entre todas las provincias en concepto de ATN, que se harán efectivos en dos cuotas, de un total de $70.000 millones que las provincias reclaman que les liberen.

El ministerio de Hacienda ya recibió el primero de esos pagos por $124 millones, que operarán como media aspirina ante la enfermedad: la recaudación provincial bajó de $150 millones diarios a $35 millones por día como consecuencia de parate en la actividad económica. Es decir, la ayuda nacional apenas si cubre un día de lo que ATM dejó de recaudar.

Esto explica por qué el gobierno provincial no aplica medidas impositivas para los sectores en problemas. Los contribuyentes ya dejaron en marzo de pagar sus impuestos de hecho. Y la recaudación en abril será peor.

Suarez evitó siempre enfrentarse con Alberto Fernández. Y en el contexto actual lo seguirá haciendo. Cuando Ginés frenó la compra que Mendoza había hecho en Córdoba de un lote de respiradores para estar cubierto ante lo que vendrá en los hospitales, reclamó por la liberación de esos insumos. Pero evitó la confrontación.

En realidad, el gobernador está de acuerdo con las políticas de centralización que pretende aplicar el gobierno nacional, en este caso, para la distribución de los respiradores. Lo que sí reclama, es que haya buena fe a la hora del reparto y que los criterios no sean políticos. Anoche, esos temores no se disiparon con el anuncio de que llegarán al menos ocho aparatos.

El Gobierno había comprado 100 y, ante el bloqueo nacional, trató de reorientar esa adquisición en el exterior. Pero será complicado por las trabas que existen para sacar dólares del país. Igual (mala) suerte corrieron los respiradores comprados por Consejo Empresario  Mendocino (CEM), un lote de 10 que también quedó atrapado dentro de la lógica centralista del ministerio de Salud.  

Este sábado, para no enfrentarse con nadie, el gobernador se vio forzado a bajar otra iniciativa. Fue una resolución del ministro de Economía, Enrique Vaquié, que exceptuaba a cuatro actividades del aislamiento obligatorio para que pudieran volver a trabajar.

En el marco de la emergencia, se buscó con la medida que pudieran funcionar algunas actividades que son soporte de otras ya habilitadas por el gobierno nacional, como los talleres mecánicos (para asistir al transporte público por ejemplo), los servicios de mantenimiento de hardware, comunicaciones o los corralones.

Esta vez la presión no vino de la Capital Federal, pero sí fue interna. Casi todos los intendentes del PJ reaccionaron ante la medida e incluso Emir Félix lo anunció públicamente: “No voy a cambiar la cuarentena en San Rafael”, salió a decir. Suarez lo llamó a Vaquié, le pidió que le explicara lo que había querido hacer y después instruyó: “Mete mucho ruido, dalo vuelta”. Y ese fue el fin de la resolución que había sido publicada esa misma mañana en el Boletín Oficial.

La otra medida clave para intentar mantener todo lo que se pueda al coronavirus a raya es aumentar los controles en los ingresos a la provincia. Los del exterior ya fueron dispuestos por el decreto presidencial que cerró las fronteras. Y los interprovinciales, con el protocolo que el propio Suarez impulsó.

Para el gobierno la preocupación es tratar de cerrar lo más que se pueda las conexiones, sobre todo, de personas que provengan de las provincias en donde el virus ya circula socialmente. Allí el foco está puesto en Buenos Aires particularmente, pero también en Córdoba y Chaco.

Los controles en la frontera de la provincia están, pero hay filtraciones. A mediados de semana las autoridades chilenas dejaron en el límite con Argentina a cuatro mendocinos que estaban varados en el país vecino y que abandonados a su suerte en la alta montaña. El viernes, se disparó la alarma por una combi que está trasladando a un grupo de personas desde Foz de Iguazú y que tienen como destino final a nuestra provincia. Esto, solo por mencionar cómo se hace muy complejo el control estricto para que no ingrese nadie.

Para terminar con Friedman, dijo que “estamos tomando decisiones que afectan el país, y a toda nuestra economía, por lo que pequeños errores de navegación podrían tener enormes consecuencias”. Esperemos que Suarez equivoque poco el camino. 

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