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"Sinceramente": leé un capítulo del libro de Cristina Kirchner

Si bien las entradas para ingresar a la sala dónde la expresidenta hará el evento el próximo jueves en el marco de la Feria del Libro ya fueron agotadas, se colocarán pantallas al momento de su exposición en el patio interno de La Rural y sobre la Avenida Sarmiento.   La senadora nacional compartirá el escenario de la presentación con la presidenta de la Fundación El Libro, María Teresa Carbano, y el director en Argentina de Penguin Random House Grupo Editorial, Juan Ignacio Boido. La presentación será transmitida vía streaming a través de las redes sociales (Twitter, Facebook y Youtube) de la autora y de la Feria del Libro, y por señal satelital que podrá ser retrasmitida por todos los medios.

miércoles, 8 de mayo de 2019 · 09:24 hs

Sinceramente

Ayer terminé el último capítulo de este libro y hoy, 12 de marzo de 2019, empiezo a escribir el primero. Estoy en mi departamento de Buenos Aires, en Juncal y Uruguay, pleno barrio de Recoleta. En el mismo lugar desde donde salí con Néstor rumbo a la quinta presidencial de Olivos un 29 de mayo del 2003. El jueves a la madrugada debo viajar a Cuba. Allí se encuentra mi hija, Florencia. Flor, quien producto de la persecución mediática y judicial feroz a la que fue sometida, empezó hace ya un tiempo a tener severos problemas de salud. El brutal estrés que sufrió devastó su cuerpo y sus emociones… Es que es muy terrible para una joven ser acusada de haber ingresado a una asociación ilícita el 27 de octubre del 2010, justo el día de la muerte de su padre, por una situación que ni ella ni ninguna persona que pierde a un padre elige: en Argentina los hijos se convierten en herederos forzosos de su padre por la ley, no porque quieren. El 5 de diciembre del año pasado, Flor fue invitada al festival de cine de La Habana para la presentación de la película El Camino de Santiago, sobre la trágica muerte de Santiago Maldonado. Ella había sido co-guionista del documental que obtuvo un importante premio en ese festival y decidió hacer una consulta médica allá, por el prestigio internacional que tiene el sistema de salud cubano, dada su altísima calidad. Allí le indicaron que debía realizar un tratamiento y luego, terminado el festival, retornó al país. En febrero, volvió a viajar a Cuba para realizar un curso intensivo para guionistas de cine en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Había sido aprobada para asistir al Taller de Altos Estudios “Guionistas del Siglo XXI”, que tendría lugar entre el 18 de febrero y el 8 de marzo. Sin embargo, no pudo siquiera iniciarlo porque cuando llegó, luego del vuelo, su estado de salud se había deteriorado sensiblemente. Por eso, fue nuevamente evaluada y tratada, y el 7 de marzo le prohibieron viajar en avión ya que por la patología que padece no puede permanecer sentada ni de pie por períodos prolongados. Es que por la persecución política —inédita en tiempos de democracia— que se vive en la Argentina de Mauricio Macri, los derechos de mi hija fueron sistemáticamente vulnerados, desde lo judicial, lo mediático y lo político. Como hicieron y siguen haciendo con los míos… Claro que con una diferencia muy grande: yo fui dos veces presidenta de este país y he elegido la militancia política por formación y convicción… Florencia, mi hija, más allá sus convicciones, que las tiene y muy profundas, decidió elegir otra vida: el arte y la militancia feminista. La persecución que han hecho sobre ella y que la ha devastado, sólo es por ser la hija de Néstor y Cristina Kirchner. De ello, entre otras cosas, da cuenta este libro.

Este libro que no es autobiográfico ni tampoco una enumeración de logros personales o políticos, es una mirada y una reflexión retrospectiva para desentrañar algunos hechos y capítulos de la historia reciente y cómo han impactado en la vida de los argentinos y en la mía también. Ha pasado tanto tiempo. Muchos compatriotas ven en mí a esa militante comprometida con los olvidados de siempre, con los “nadies” de los que hablaba Eduardo Galeano. Valoran el empeño que puse como presidenta para que la Argentina crezca sin excluidos. Otros reconocen nuestro compromiso con los derechos humanos, la vigencia del Estado de Derecho y la ampliación de nuevos derechos ciudadanos en materia de igualdad de género. No pocos comparten con nosotros la defensa de lo nacional: la industria, Malvinas, el desarrollo científico y tecnológico. Todos ellos son los que me acompañan y me dan fuerzas. Los que me miran, me abrazan y que muchas veces, casi con desesperación, me piden que siga en pie y que no me detenga. Es que vivir la vida —con tus ideas, con tu historia, con tus sentimientos, con tus necesidades—, para millones de argentinos y argentinas, se ha convertido en un calvario. La catástrofe económica y social provocada por las políticas del gobierno de Cambiemos y Mauricio Macri ha hecho estragos en el cuerpo social de la Argentina. Aunque también sé que hay otros y otras que me odian. No pocos de ellos y ellas hoy también son víctimas y sufren las consecuencias de las políticas antinacionales y antipopulares de Mauricio Macri y, sin embargo, repiten como un mantra que soy “montonera”, “grasa”, “chorra”… hasta “asesina”, pasando por “dictadora” y “puta”. En realidad, esas descalificaciones se originaron en otros niveles de la sociedad —muy por encima de los de cualquier ciudadano o ciudadana— y se transmitieron como “sentido común” a través de su difusión mediática. Las corporaciones son el verdadero origen de todo ese ataque, porque sintieron que puse en jaque sus privilegios... Hasta el año 2003, hacían lo que se les cantaba con el país y con la gente. Pero lo cierto es que más allá de los unos y los otros... soy Cristina. Una mujer... con todo lo que implica ser mujer en Argentina. Con una vida en la que se cruzaron éxitos y frustraciones, aciertos y errores, pero que fue honestamente vivida sin declinar convicciones. Sé que lidero las esperanzas de millones de hombres y mujeres que padecen la cotidiana frustración de vivir y ver su país a la deriva. Son los mismos que alguna vez, en los días en los que fui su presidenta, se sintieron parte de un colectivo social que los amparaba y los trasladaba a una vida digna y de una Argentina que, aun con dificultades, estaba en marcha y funcionando. Ese debería el mayor peso que cargo porque no es fácil ser la expectativa de quienes tienen sus sueños en crisis. Pero el odio que han sembrado entre nosotros me ha condenado a cargar un peso aún mayor: soportar la persecución, no sólo mía sino de mis hijos también, en medio de un sinfín de ataques y difamaciones como sólo fueron sufridos por líderes populares en otras etapas de la vida nacional... Y saben que no estoy exagerando... Hay registro público e histórico de todo ello y de sus similitudes con lo que hoy nos está pasando.

Cuando empecé a escribir este libro ya había sido sometida a seis procesamientos penales sucesivamente dictados a partir del momento en que dejé de ser presidenta. Desde 1989 fui 2 veces diputada provincial, 5 veces legisladora nacional y 2 veces presidenta de los argentinos electa por el voto popular. En 2016, por primera vez en mi vida, fui citada a declaración indagatoria. Sin embargo, al momento de escribir estas palabras ya llevo 15 indagatorias: 12 pedidas por Claudio Bonadio —el juez de la servilleta—, de las cuales 10 fueron impulsadas por el fiscal Carlos Stornelli... Y algo inédito en la historia judicial argentina y creo que mundial: me obligaron a brindar ocho declaraciones indagatorias en un mismo día, durante la mañana, y además la citación fue justo para el cumpleaños de Néstor. Sin embargo, la más insólita de esas causas es la que me acusa de haber cometido un delito porque, durante uno de los allanamientos arbitrarios e ilegales que Bonadio realizó en mi hogar de El Calafate en busca de bóvedas y millones de dólares, sólo encontró el original de una carta escrita por José de San Martín a Bernardo de O’Higgins en 1835 y el prontuario del ex presidente Hipólito Yrigoyen. Sí... Fueron a buscar dólares y sólo se encontraron con mi pasión por la historia. Pasión que, por otra parte y como veremos a continuación, era conocida hasta en lejanas latitudes. Resulta muy interesante la investigación que publica Néstor Espósito en el diario Tiempo Argentino sobre este nuevo disparate de Bonadio. Allí indica que en realidad el delito por el que me acusa en este caso “ni siquiera figura como autónomo en el Código Penal. Aparece en una ley sancionada en 1961 por el entonces vicepresidente José María Guido, por ausencia del primer mandatario, Arturo Frondizi. La ley en cuestión es la 15.930 que dispuso la creación del Archivo General de la Nación. En su artículo 26 estipula que ‘las personas que infringieren la presente ley mediante ocultamiento, destrucción o exportación ilegal de documentos históricos, serán penadas con multa de diez mil a cien mil pesos moneda nacional, si el hecho no configurare delito sancionado con pena mayor’”. Leé más aquí.