Reelecciones
Recontrareelecciones: La eternidad como aspiración o como derecho
La columna de Gabriel Conte en el programa "Otra Manera", por <i><a href="www.mdzradio.com" target="_blank">MDZ Radio</a></i>, en días de discusión en torno a la reelección indefinida de los intendentes y la imposibilidad de que gobernador y vice opten al menos por una sola repetición de período en el cargo. <b>Opiniones por mensaje de WhatsApp desde las 12 al 2616736000.</b>
Hay dos cuestiones en torno a las reelecciones indefinidas, aunque siempre puede haber más puntos de vista.
1- Que es una pretensión de eternidad en el cargo más cercano a un modelo de monarquía popular, que a uno republicano. Como da vergüenza promover un sistema monárquico, en el que se queda hasta cuando se quiere y hasta el cargo se hereda a familiares o parte de su corte, se lo ejerce.
2- Es la sociedad, la ciudadanía quien los reelige y, por lo tanto, les da legitimidad. Entonces, si es que hay un problema no radica solo en las pretensiones de los que gobiernan, sino en las decisiones soberanas que toman libremente los ciudadanos.
Luego, cada una de estas dos situaciones tienen sus degeneraciones.
1- Que alguien pretenda estar por siempre podrá ser legitimado por los votantes, pero se están privando de contar con nuevos puntos de vista para ejercer la gestión del cargo público y, probablemente, se estén negando a los controles, a una revisión sobre lo hecho.
2- La ciudadanía al votarlos, ¿no está condicionada, extorsionada de algún modo? ¿Se siente realmente libre a la hora de elegir con su voto? ¿Es cómplice y por lo tanto no le conviene que nada cambie?
Así, podríamos hablar mucho sobre ese deseo de eternidad que radica en muchos seres humanos y que no es algo que se le pueda reprochar solo a la política.
Lo que ocurre es que a la política la hemos elegido para destinarle los reproches que no le hacemos a nuestro espejo.
Pero lo mismo pasa con las empresas privadas, con gente que o no quiere moverse de un puesto al que probablemente hayan llegado por esfuerzo y creatividad, que luego sostuvieron con la experiencia adquirida. Pero que en cierto punto, comienzan a poner en riesgo aquellos logros por el capricho, la decrepitud o la eternización a través de la herencia, sin explorar nuevos caminos.
Igual con los sindicatos, que son el enlace entre la política y las empresas y que, en la Argentina, poco tienen que ver con los trabajadores, salvo que son el motor que les permite a sus dirigentes eternizarse y ser ricos como jamás lo podrían haber sido por fuera de esas estructuras.
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¿Las reelecciones solo deben ser limitadas por los votantes?
En cierto modo, los que buscan la eternidad en sus cargos ejercen su derecho, salvo que la ley cambie y ese derecho quede disminuido, como lo tiene en Mendoza, por ejemplo, la fórmula gobernativa, que no puede optar por la reelección, ni siquiera una.
Pero hay un derecho liberado, sin regulaciones ni límites, que es el de pensar. Ese derecho es la guía máxima, cuando se puede ejercer sin presiones ni factores condicionantes que tuerzan ese pensamiento.
Quedará en esa masa a la que llamamos "la gente", y que somos todos, requerir más de nuestros dirigentes, en el municipio, en la provincia y en el país. Dentro y fuera de la política. Pero jamás vamos a poder exigirles lo que no podemos practicar.
Allí hay -en esto último- una tarea enorme y de cada uno en su individualidad, aunque es un desafío colectivo: crecer, evolucionar, ser mejores.
Cuando leemos, contamos o nos cuentan noticias sobre la eternización en el poder, nos estamos mirando en el espejo. Podemos enfrentarlo y cambiar lo que no nos gusta. O hacernos una vez más los distraídos y dejar que otros piensen por nosotros.
Una reflexión final que no pretende ser moraleja: qué piensan los que consiguieron, de algún modo, ser "eternos". Hace unos días un periodista fue a entrevistar a una persona que acababa de superar los 100 años de vida. Su reflexión puede ser análoga a los políticos que creen estar bebiendo el brevaje que les otorga juventud. Esta persona dijo estar cansada, tanto, que se cansaba de solo pensar en cuánto deseó vivir mucho tiempo. Y de algún modo, le reprochó a todos y a sí misma su actualidad: "Mis hermanos murieron, la persona que amaba murió hace décadas pero no puedo dejar de necesitarla; varios de mis hijos murieron; algunos de mis nietos murieron y no sé si viven o no mis bisnietos y tatataranietos, porque no les importo nada. Lo que quiero es morirme, no vivir así, entre desconocidos“.
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¿Hay que limitar las reelecciones en los cargos políticos?
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