Caso Aliaga: se acerca la sentencia por el asesinato que destapó las sospechas de corrupción en la Justicia Federal

Está cerca de conocerse en Mendoza el final del caso Aliaga, cuya víctima fue asesinada en 2020 por un "amigo" en un presunto secuestro extorsivo y quien (el fallecido), para la Justicia Federal era la mano derecha y uno de los operadores del juez Walter Bento, actualmente en el banquillo de los acusados y a punto de enfrentar el Jury de Enjuiciamiento por su aparente liderazgo en una asociación ilícita que otorgaba beneficios procesales a presos en causas federales a través del pago y cobro de coimas. 

Centrándonos en el crimen de Diego Aliaga (51), el juicio por este hecho está en su tramo decisivo, con una familia imputada y un empleado de esta también como sospechoso. En las últimas audiencias hubo momentos muy destacados, con la declaración de tres de los cinco detenidos. 

La atención se apoderó de todos en los tribunales de calle España principalmente cuando tomó la palabra Diego Barrera (51), el más complicado en la causa y confeso homicida. Es que más allá de la relación cercana y los negocios que supieron hacer un tiempo antes-fueron socios-, evidentemente el vínculo de este hombre y la víctima ya no era el mejor. Lejos estaba de serlo, al punto que el primero de ellos reconoció haber matado, incluso, a quien era su "amigo". 

Barrera hizo un largo relato ante los jueces, por momentos se quebró y aceptó preguntas de las partes intervinientes en el debate. Más allá de esto, no se movió demasiado de aquel escrito que le presentó a la fiscalía a un mes de ser arrestado, en octubre del 2020, cuando asumió: "Aliaga se me murió". Entonces, y ahora también, sostiene su autoría pero descarta la versión de una organización para secuestrar y matar. Recordó haberse reunido con él en la mañana del 28 de julio en un terreno de calle Bandera de los Andes, en Guaymallén, donde proyectaban un centro de rehabilitación para discapacitados, y que allí discutieron y se agarraron a trompadas. 

Agregó que en la pelea intervino otro imputado, Yamil Rosales (34), que trabajaba para la empresa de transportes familiar. Este joven estaba allí y, según Barrera, le pegó a Aliaga.

Este último empezó a gritar, por lo que Barrera se habría desesperado, y para que nadie sepa qué pasaba, le puso un trapo en la boca. En cuestión de segundos, la víctima "dejó de respirar" y habría muerto en el lugar. 

Después de eso se habría gestado todo un plan para descartar el cuerpo, e incluso le hicieron un llamado al hermano del fallecido un día después, quien mientras denunciaba la desaparición escuchó la frase: “Dejá de revolver el avispero y andá juntando el palo verde, que ya te vamos a llamar”. 

El hermano de Aliaga declaró esto y generó que la investigación derivara en la Justicia Federal, ante la posibilidad de un secuestro extorsivo. Esa comunicación habría estado a cargo de Gastón Curi (30), hijastro de Barrera, también sospechoso en el crimen. 

Sin embargo, el principal acusado asegura que ni él ni su familia son secuestradores o asesinos y que las cosas se le fueron de las manos. En contrapartida, la fiscalía reunió pruebas para imputarlos a todos y mantuvo su hipótesis tres años hasta llegar al juicio.

La lista de personas juzgadas se completa con Lucas Curi (28), el otro hijastro, y la madre de estos jóvenes, Viviana Sacolle (52). Todos arriesgando prisión perpetua, bajo la hipótesis de un secuestro seguido de muerte.

Según el fiscal Fernando Alcaraz en la instrucción, y ahora su colega María Gloria André en el debate, los cinco planearon captar, ocultar y luego quitarle la vida a Aliaga, exdespachante de Aduana. El móvil del ataque: cuestiones de papeles, deudas y disputas de inmuebles y vehículos de lujo entre los por entonces socios, uno del barrio Palmares (Aliaga) y el otro del Dalvian (Barrera).

Volviendo a la declaración de Barrera, otra diferencia entre lo que señala él y lo que creen los pesquisas, es respecto al lugar de muerte. Para este hombre todo ocurrió en ese predio de Guaymallén, aunque los investigadores entienden que la víctima de allí salió viva, que la trasladaron a un galpón de la empresa de transportes en la calle Jujuy de Ciudad, y que tras varias horas cautiva, la mataron mediante asfixia por sofocación. 

Luego trasladaron el cadáver hasta un descampado de Lavalle y lo enterraron. La Policía lo encontró el 10 de septiembre del 2020, gracias a la confesión de Rosales, en calidad de "arrepentido". 

La estrategia de Barrera es clara: asumir el crimen y que se eche por tierra la teoría de un secuestro organizado, para evitar la perpetua y salvar a su familia.

Recta final

Tras esta declaración, hicieron lo propio los hermanos Curi con una ampliación de las suyas en la última audiencia. El proceso se retoma este próximo martes con los alegatos de la fiscal, que ya anticipó que necesitará al menos dos jornadas. 

Luego será el turno de la querella y las defensas para hacer el pedido de penas, por lo que, teniendo en cuenta que el debate solo realiza los martes, no sería extraño que el juicio quede cerca de cumplir un año de duración, ya que comenzó en noviembre del 2022. 

Culminados los alegatos llegará la condena, a cargo de los jueces  Alberto Carelli, María Paula Marisi y Alejandro Piña. 

La relación de Barrera con la causa Bento

Diego Barrera fue uno de los testigos más importante para, entre otras pruebas, llevar al banquillo al juez Walter Bento. Es que este hombre aparentemente conocía sobre los movimientos de la supuesta banda liderada por el magistrado, a partir de su contacto permanente con Aliaga. 

Barrera dijo tener información de estas maniobras y lo declaró formalmente, cuando ya estaba en calidad de detenido por el asesinato. 

Y una vez que conozca su futuro tras la sentencia que lo tendrá como protagonista, la relación de Barrera con la Justicia no terminará allí. Posteriormente tendrá que ratificar su condición de "testigo clave" en la causa Bento, aún con mucho camino por recorrer

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