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Un hombre comprometido

Es importante que entendamos que los desafíos a los que nos enfrenta la vida son oportunidades. Porque lo que hoy estoy viviendo puede ser el trampolín que me lleve hacia el siguiente desafío y, en definitiva, hacia mis objetivos.&nbsp;<br>

martes, 20 de agosto de 2019 · 10:27 hs

El compromiso incondicional con los resultados genera la motivación necesaria para alcanzarlos.

Cuando una persona se propone lograr un objetivo en su vida, lo primero que debe preguntarse es: «¿Estoy realmente comprometido en lograrlo? ¿Lo siento como algo importante y prioritario en mi vida?»

Más que nada, porque, si no estamos «conectados» con nuestros objetivos, es posible que no tengamos la energía suficiente para superar los obstáculos que se nos presentarán en el camino.

La clave es sentir internamente un profundo «deseo de llegar» que nos lleve a pensar: «¡Lo lograré, cueste lo que cueste! ¡Voy a luchar con todas mis fuerzas para que suceda!»

Y en este camino de lucha, la disciplina y la constancia son dos valores insustituibles que debe poseer todo aquel que actúa motivado por el compromiso con un resultado, más que por su circunstancial estado de ánimo.

Comienza por donde te sea posible, abriendo siempre los ojos, porque si te entregas de lleno a lo que haces las oportunidades empezarán a buscarte. Esto implica abrirte a las distintas opciones que te ofrecerá esa posición: nuevas relaciones, experiencias y conocimientos.

La historia de Nelson Mandela me viene a la memoria al pensar en las innumerables dificultades que padeció en su vida y de las que salió triunfante gracias a su inquebrantable compromiso.

La víctima ve dificultades en su camino y desiste.?La protagonista persevera, impulsada por su compromiso.

Probablemente, no existe en la política de nuestro tiempo una figura más popular, admirada y respetada que el sudafricano Nelson Mandela, icono de la lucha contra el apartheid, antiguo líder del Congreso Nacional Africano, primer presidente negro de Sudáfrica y premio Nobel de la Paz.

Nelson Mandela ingresó como abogado en el Congreso Nacional Africano, un movimiento de lucha contra la opresión de los negros sudafricanos. Bajo la inspiración de Gandhi, propugnó métodos de lucha no violentos y organizó campañas de desobediencia civil contra las leyes segregacionistas.

Mandela dirigió la Liga de la Juventud junto con miles de voluntarios que desafiaban al régimen. Sin embargo, la represión del gobierno produjo miles de detenciones, incluyendo la de Mandela, que fue condenado a cadena perpetua en 1964.

Tenía cuarenta y cuatro años cuando fue llevado a la cárcel de la isla Robben, frente a Ciudad del Cabo. En prisión, Mandela se convirtió en un símbolo de la lucha contra el apartheid dentro y fuera del país, una figura legendaria que representaba la falta de libertad.

Finalmente, Frederik de Klerk, presidente de la República, hubo de ceder ante la evidencia y abrir el camino para desmontar la segregación racial, liberando a Mandela en 1990 tras veintisiete años de cautiverio y nombrándolo su principal interlocutor para negociar el proceso de democratización.

Liberado a los setenta y un años, Mandela tenía todos los motivos para convertirse en el hombre más peligroso de su continente, pero prefirió acelerar el proceso de reinventar su país por la vía de la paz. Así fue como las elecciones de 1994 convirtieron a Mandela en el primer presidente negro de Sudáfrica, y desde ese cargo puso en marcha una política de reconciliación nacional.

Entre 1994 y 1999, Mandela, con su extraordinario carisma, su rechazo a las medidas radicales y su sentido de la responsabilidad, fijó los pilares políticos y económicos de la nueva Sudáfrica.

Nunca antes o después de que fuera enviado a un campo de la muerte, Mandela perdió su optimismo con respecto a su misión de poner fin al apartheid. Sudáfrica había sufrido tanta violencia e inestabilidad que una reconciliación parecía imposible.

¿Cómo pudo este hombre sofocar su odio, liderar una revolución no violenta y buscar la reconciliación en vez de la venganza?

¿Qué es lo que inspira a quienes logran objetivos duraderos a escoger un camino de lucha y crecimiento como lo hizo Mandela?

Existe un único camino para cumplir todos nuestros anhelos: el compromiso que tengamos con ellos. Es importante que entendamos que los desafíos a los que nos enfrenta la vida son oportunidades. Porque lo que hoy estoy viviendo puede ser el trampolín que me lleve hacia el siguiente desafío y, en definitiva, hacia mis objetivos.

Como Mandela, la persona de talante protagonista no se da por vencida fácilmente. Si la primera vez no logra su meta, lo intenta una y otra vez hasta lograrlo; y lo hace porque cada vez que lo intenta aprende nuevas formas de tener éxito en la siguiente oportunidad.

Es así que todo protagonista asume una férrea responsabilidad frente al resultado que se propone y reafirma constantemente:

• «¡Alcanzar mi objetivo depende sólo de mí!»

• «Si no es ahora, entonces, ¿cuándo?»

• «¡No hay obstáculo insuperable!»

• «Tengo la energía y el valor para lograrlo.»

Para esta persona lo más importante es el resultado; por tanto, sus acciones están regidas por el compromiso que tiene con ellos, mucho más que por sus pensamientos, sentimientos o emociones.

Ése es precisamente el «efecto Mandela»: poder crear éxito perdurable no por ser una persona perfecta o afortunada sino por tener el valor para hacer lo que pensaba que era importante, y ese valor es lo que indicó su grado de compromiso.

Debes entender que tu grado de compromiso es lo único que te une a tus objetivos. ¡Todo lo que tienes y no tienes es fruto de tu compromiso! Piensa que cada uno de nosotros posee familia, bienes, trabajo...; y esto es el resultado de lo que se ha esforzado por tenerlos.

Si no tiene menos es porque se comprometió a tener eso. Y si no tiene más, no es porque no pueda, sino porque aún no se ha comprometido en alcanzarlo. Por ende, ¡puedes lograr lo que sea!, sólo debes estar comprometido con ello.

La clave del protagonismo para el logro de tus objetivos es verificar el compromiso que tienes con alcanzar tus metas. Recuerda: todo lo que posees es fruto de tu compromiso.

Por Alfredo Diez, escritor, conferenciante y consultor de empresas / Instagram: alfredo10coach