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Arturo Puig confesó por qué se peleó a muerte con Gustavo Yankelevich

El actor detalló porque decidió romper con una amistad de tantos años.
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El mundo del espectáculo está plagado de episodios donde lo laboral influye directamente en las relaciones personales. Son muchas las historias de amor, engaños o amistades de toda una vida que, de un día para el otro, pueden encontrar su ocaso.

Así fue como, dentro de tantas novelas de conflicto, la amistad entre Arturo Puig y Gustavo Yankelevich terminó abruptamente. Años trabajando a la par en varios proyectos compartidos, en los que convergieron el reconocido actor y el exitoso director y productor, como ¡Grande Pa!, entre otros.

A pesar de haber sido colegas en innumerables propuestas, hace un tiempo que se encuentran peleados, sin lugar a una reconciliación, luego de algún desplante a partir de la obra teatral “Piel de Judas”, de la cual el actor era el director y terminó viendo trunca esa posibilidad de cara al verano de Punta del Este.

El eje de la discusión justamente fue que Yankelevich le pidió a su entonces amigo que se haga cargo de la dirección artística de la obra que iba a producirse en la temporada en Uruguay, pero sorpresivamente decidió volver atrás en su decisión.

Luego de que el propio director decidiera dejar afuera a Arturo Puig, el fuego cruzado no tardó en aparecer y el esposo de Selva Alemán arremetió con dureza: “Siempre se encuentra uno con alguna traición. Con Gustavo estoy distanciado”.

En medio de la entrevista con Radio Conexión Abierta, el actor explicó: “Fue una especie de traición. Sobre todo la manera, porque creo que yo hubiera preferido que me hubiera invitado a tomar un café y haber hablado. Y no por teléfono, no por Whatsapp. No era la manera después de una amistad de tantos años”.

El conflicto fue determinante para Arturo Puig a pesar de mantener una amistad de larga data: “No nos hablamos nunca más. Nos conocemos desde muy jóvenes y pasamos muchas cosas juntos”.

Por último el actor reflexionó: “Me parece que lo correcto hubiera sido tomar un café y me hubiera puesto cualquier motivo: ‘No puedo o no tengo plata’ y yo hubiera dicho ‘si, no hay problema’”. Hay heridas que no cierran.