Opinión

Juglares de Vendimia: buenas intenciones que naufragan en desconcierto

Con un texto y una puesta que no encuentran la alquimia necesaria para alcanzar su estado de gracia, este espectáculo deambula entre la confusión y la falta de cohesión, encontrando en la tracción de los artistas en escena su único vehículo de ovación.

Laureano Manson
Laureano Manson sábado, 4 de marzo de 2023 · 23:19 hs
Juglares de Vendimia: buenas intenciones que naufragan en desconcierto
Juglares de Vendimia, un canto a la naturaleza Foto: Maximiliano Rios / MDZ

Con un largo camino recorrido, el espectáculo del Acto Central de la Fiesta de la Vendimia ha generado a lo largo de su historia legiones de amantes y detractores. Y lo cierto es que más allá de las protestas de los odiadores de este evento tradicionalista, estamos frente a una propuesta artística que a esta altura puede salir airosa de su desafío cumpliendo dos requisitos esenciales: un texto con buenas ideas, y una puesta que reúna criterios estéticos y potencia teatral. No hace falta ir muy atrás en el tiempo para comprobar que esto es posible. De hecho, el año pasado Vilma Rúpolo y Federico Ortega Oliveras lideraron una creación tan bella como sensible. En contrapartida, Juglares de Vendimia, un canto a la naturaleza, tiene en su origen un puñado de buenas intenciones, que por una serie de desajustes no terminan de alcanzar su estado de gracia. No se trata de un despropósito, sino de un desencuentro entre los elementos que configuran una obra que naufraga en desconcierto.

En el eje central de esta apuesta, tenemos a la Madre Tierra en un constante ida y vuelta con la Vendimia. La naturaleza pone sus quejas por el estado de una tierra en la que el vino ya no tiene el mismo sabor. Entonces la protagonista de esta fiesta, con la complicidad de seis juglares que representan a la historia, la montaña, los viñedos, la fe, los terruños y la bodega; intentarán persuadir a esta fuerza maternal de que un nuevo comienzo es posible.  

El guion de este espectáculo de la Fiesta de la Vendimia escrito por Jorgelina Flores aporta algunos elementos novedosos, como la presencia de los científicos encargados de que la cosecha se haga en el punto justo, y la frustración de que sus consejos no sean tenidos en cuenta cuando apremia la producción. Si bien esta idea resulta fresca, su concreción en clave de pasos de comedia no termina de dar en la tecla. Lo mismo sucede con otros tantos cuadros de la dispersa dramaturgia de Juglares de Vendimia, un canto a la naturaleza, en los que ni los conflictos de impronta dramática, ni los momentos más ligeros de distensión alcanzan su punto de alquimia.

Los científicos encargados de evaluar que la cosecha se haga en su punto justo en una de las escenas de Juglares de Vendimia, un canto a la naturaleza.

A los altibajos del texto, se suman los parciales aciertos en la dirección general de Franco Agüero, quien debuta al mando del Frank Romero Day tras una vasta carrera como bailarín, coreógrafo y director de vendimias departamentales. En esta ocasión, gran parte de la puesta no encuentra el ensamble justo con el guion, y en esa química a mitad de camino, algunos aspectos del relato quedan deambulando entre la confusión y la falta de cohesión. Más allá de que no hay una orgánica fusión entre los cuadros, el espectáculo tiene notorias fluctuaciones en su timing, con algunas escenas que terminan antes de hacer pie en su desarrollo, y otras tantas que se estiran más de la cuenta. 

Con una impronta tradicionalista, Agüero logra resignificar algunas de las convenciones del espectáculo de la Fiesta de la Vendimia, pero da con escasos momentos climáticos, empañados por una iluminación plana que desaprovecha matices, y unas visuales en pantallas que están lejos de alcanzar su mayor logro. Otro punto que llama poderosamente la atención en esta puesta, es su dificultad a la hora de llenar el espacio escénico. Varios cuadros se desarrollan en un escenario un tanto raleado, con las grandes pasarelas que rodean a las fuentes, ocupadas por puñados de artistas que a menudo lucen solitarios en comparación con la cantidad que ocupa la zona central. Además, en más de una ocasión los juglares quedan desdibujados o dispersos en momentos en que son el meollo del asunto.

Un momento de Juglares de Vendimia, un canto a la naturaleza.

Desajustes e impresiones al margen, esta apuesta se sobrelleva por algunos puntos a favor entre los que se destacan la presencia de la murga La Buena Moza en un rol protagónico, el notable ensamble de músicos en vivo liderados por José Darío Maugeri y Nicolás Palma, la labor de dirección coreográfica de  Paula Barbuzza, el desempeño de actores y actrices dirigidos por Graciela Lopresti; y los vestuarios bajo la jefatura de  Raúl Adrián Di Carlo. Como es habitual, cientos de bailarines y bailarinas se convirten en el verdadero motor de esta fiesta, con un malambo final que saca chispas y levanta la buscada ovación final, esa que a veces oficia como eficaz manto de olvido para un desarrollo no del todo memorable.

- Equipo técnico y artístico:

Director general: Franco Agüero / Guion: Jorgelina Flores / Director audiovisual: Sergio Sánchez / Directora coreográfica: Paula Barbuzza / Directora de actores: Olga Graciela Lopresti / Directores musicales: José Darío Maugeri y Nicolás Palma / Responsables de idea escenográfica: María Claudina Gomensoro y Florencia García Alcaraz / Responsable de cajas lumínicas: Felipe Santiago Gerardi / Jefe técnico: Enrique Poblete / Jefe de vestuario y maquillaje: Raúl Adrián Di Carlo / Responsable de utilería menor y/o mayor: Rodolfo Isaac Carmona / Productora ejecutiva: Sara Verón.

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