Tár: una inquietante obra olvidada en los premios Oscar

Como cada año, la entrega de los premios Oscar dejó vencedores y vencidos. Y la última edición de los galardones más importantes de la industria de Hollywood no estuvo exenta de cierta polémica a la hora de determinar quiénes fueron los ganadores en cada categoría. Son premios, y como tales, siempre existirán ciertas especulaciones sobre qué determina que una película gane o no la categoría a la cual fue nominada. A priori, se da por entendido que si un film tiene varias nominaciones en las categorías más duras (Película, Director, Guión, Actor y Actriz) significa que está entre las más valoradas por el jurado.

Aquí no vamos a problematizar si la gran ganadora de la noche Todo en todas partes al mismo tiempo merecía o no llevarse 7 premios (Película, Actriz, Actor de reparto, Actriz de reparto, Director, Guión original y Montaje) de los 11 a los que estaba nominado. El problema reside en la distribución de dichos premios. Se podría haber repartido un poco mejor, y de esta forma, al menos se reconocía a otros grandes títulos que se volvieron con las manos vacías.

Seguramente Los espíritus de la isla, con una impecable actuación de Collin Farrel y Brendan Gleeson merecía mejor suerte; al igual que Los Fabelman, la última película de Steven Spilgberg. Pero sin lugar a dudas, Tár fue la gran olvidada de la noche.

La nueva película del director Todd Field es de las propuestas más jugadas del último tiempo. Inquietante, asfixiante, de esas que interpelan todo el tiempo al espectador y lo deja reflexionando durante días. Además, incluye una de las mejores interpretaciones en la carrera de la actriz Cate Blanchett, quien merecía su tercer Oscar. Brillante en cada momento.

Esta ficción cuenta la historia de Lydia Tár (Blanchett), una directora de orquesta muy exitosa. Luego de gran esfuerzo y dedicación consigue su sueño más anhelado: ser la primera mujer en dirigir la Orquesta de Berlín. Pero claro, en el universo de la música clásica, dominada casi exclusivamente por hombres, Lydia deberá abrirse paso desafiando y enfrentando los señalamientos que caen sobre ella por su condición de mujer y lesbiana.

La película comienza presentando a este personaje ficticio, sumándole todas las complejidades de una persona real, logrando que empaticemos con ella. Hasta que la película pega un cambio rotundo y pasa de ser una falsa biopic a un inesperado relato dramático donde se problematiza sobre el abuso de poder y la cultura de la cancelación. Y aquí reside lo interesante de la propuesta: poner en tela de juicio a una mujer como probable acosadora.

Déspota y exigente, Lydia también es una gran manipuladora. Una mujer que supo construir su personaje tanto arriba como abajo del escenario y al que deberá interpretar hasta el final, cuando seamos testigos de su desmoronamiento tanto en lo artístico como en lo personal.