Crítica

Con Otra ronda, Netflix se anima a un estreno políticamente incorrecto

La ganadora del Oscar a mejor película internacional transita un tema complejo como el del consumo excesivo de alcohol, y prioriza una mirada empática por encima de la tentación de un discurso solemne o aleccionador.

Laureano Manson
Laureano Manson domingo, 29 de agosto de 2021 · 20:47 hs
Con Otra ronda, Netflix se  anima a un estreno políticamente incorrecto
Otra ronda, la película de Thomas Vinterberg que se puede ver en Netflix.

Con un Oscar en su haber a mejor película internacional y una nominación para su director, Thomas Vinterberg, la película danesa Otra ronda aterriza directamente en Netflix, sin pasar por salas de cine en nuestro país. Se trata de una inquietante exploración en el mundo de la ingesta desmesurada de alcohol en una cultura tan propensa a esa práctica como es la de los países nórdicos.

El punto de partida gira alrededor de la desmotivada existencia de cuatro profesores escolares, y una teoría que se disponen a comprobar, que postula que  nacemos con un déficit de alcohol de 0,05. A partir de ahí, con cierta rigurosidad y alcoholímetros en mano, los docentes se embarcarán en la búsqueda de una vida más plena en términos humanos y profesionales, a través del consumo de alcohol en sus rutinas diarias, especialmente en la previa de cada clase frente a sus alumnos.

En el centro del relato está Martin (formidable Mads Mikkelsen), un profesor de historia que ha caído en el abismo de la apatía, y que encuentra en la desinhibición propulsada por los tragos que bebe, un renacer creativo en su labor en el aula y la posibilidad de remontar su vida de pareja. Tanto él como sus colegas, se jactan de no ser alcohólicos ya que ellos mismos deciden cómo, cuándo y cuánto beber. Sin embargo, a medida que avanzan los minutos de metraje, se avizora que la pérdida del control es inminente a medida que sus cuerpos empiezan a pedir más volumen de alcohol.

Los protagonistas de Otra ronda en el momento en que toman una decisión crucial.

Lo más movilizante de Otra ronda es su decidida apuesta a evitar el sermón moral. Mientras un sinfín de películas han castigado con el peor de los calvarios a aquellos que han elegido transitar el camino de los excesos, el director Thomas Vinterberg (La celebración, La cacería) opta por una mirada más empática. Su película no cae en la bravuconada vacía de la apología al consumo desmedido de alcohol, pero tampoco se priva de desplegar el costado placentero de los efectos desinhibitorios propios de cargar con unas copas de más.

En tiempos en que la corrección política ha domesticado casi por completo a la producción cinematográfica, sea industrial o independiente, encontrar un film que contenga una escena en la que un profesor incentiva a un alumno para que tome un trago de alcohol antes de rendir un final, y así poder superar su sistemático bloqueo frente a la mesa examinadora, es una bocanada de aire fresco que no se presenta desde la áspera provocación de los films tempranos de Vinterberg; sino desde el umbral de la calidez y la empatía. Más allá de que el Otra ronda del título internacional de esta película conecta con la idea de una segunda oportunidad, el film no se construye desde una una mirada reduccionista, y mucho menos desde la tentación del ensayo aleccionador.

Otra ronda / Druk / Dinamarca / 2020 / 117 minutos / Dirección: Thomas Vinterberg / Con: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang, Lars Ranthe.

 

 

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